Lo que Quedó

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 ¿Cómo comenzaremos a narrar esta historia, mis estimad@s? He de confesar que, si bien, solo mi propia persona posee la capacidad de describir los hechos como en verdad ocurrieron, también representan los acontecimientos más dolorosos de mi vida, sé que habrá algunos "niños del áfrica" que podrían discrepar, o tal vez, "algún protagonista sobreviviente del cautiverio Nazi", puede que también exista "aquella persona" que ha perdido a sus seres queridos en un accidente, enfermedad terminal, o como un suceso natural de la vida, sin embargo, con el mayor respeto y reconocimiento hacia sus pesares, les solicito me permitan persuadiros que en la vida lo más doloroso del mundo no necesariamente son esas situaciones mencionadas con anterioridad, teniendo en cuenta que esas experiencias y otras más, sí sean susceptibles de convertirse en aquel dolor más grande en el mundo dependiendo de cada persona, igualmente, los extremos límites del sufrimiento humano, persisten aún más allá de aquellos casos, abarcan con generosidad asimismo los sucesos más cotidianos que podríamos imaginar, la existencia de cada ser humano es distinta y lo más doloroso, de la misma manera, es relativo de un individuo a otro, por ende, no obligatoriamente equivalentes circunstancias llevan a todos a preguntarnos ¿Por qué si Dios existe, permite que me sucedan este tipo de situaciones?, ¿Yo he actuado mal para merecer esto?, ¿Si Dios es justo por qué permitió...?; cuándo no podemos encontrar respuestas a estas preguntas, es cuando surge la experiencia de lo más doloroso del mundo para todos nosotros, cuando experimentamos días desgarradores y creemos ser merecedores del daño o el maltrato, lo cual limita nuestra felicidad, el recibir amor, al considerarnos meritorios del sufrimiento, eso nos impide amarnos a nosotros mismos, causa que nos rechacemos, odiemos, adquiramos comportamientos autodestructivos, endurezcamos el corazón reprimiendo el expresar emociones como amor, afecto y deseo, incluso, por las personas que estimamos... Nos aislemos, incapaces de confiar, en temor y alerta constante de ser heridos, nos sintamos insuficientes, con miedo, culpa, vergüenza, congoja, baja autoestima; y si nosotros mismos no nos amamos ¿Quién más nos puede amar?, sin amor-propio no tendremos amor para aportar a otros, no podemos amar, ni saber ¿Cómo se siente el amor?, ¿Cómo otros nos aman?, o ¿Cómo Dios nos ama?, lleva a ciclos de tristeza, si perduran periodos prolongados ocasiona depresión. Se originan varias otras experiencias negativas de aflicción, que nos impiden conocer la plenitud, la felicidad, no encontrarle sentido a la vida... Si vamos a recorrer esta senda, mis estimad@s, he de confesar ante ustedes que esa fue mi vida por más de una década, no hablo de las vuestras, esta es la historia inmortal de Wilhelm, el caballero que pasó de tenerlo todo a perderlo todo menos su voluntad, abandonado en el abuso de sustancias, dormir en la calle, literalmente prueba la muerte y Dios le regresa a la vida, pierde a sus mejores amigos y la mujer que creyó era el amor de su vida; los recuerdos traumáticos de su niñez, las consecuencias psicológicas del siniestro bullying, el sombrío abandono paterno, los funestos abusos, el amargo rechazo y maltrato, aunado a sus luchas internas con las diferentes adicciones ocasionan lacerantes tribulaciones que atormentan su diario vivir e imaginación saboreando el suicidio, le consternan melancólico, apesadumbrado, taciturno y solitario por largos años, acosado por la negra tristeza, en continuo pesar, anhelo incesante, persistente afán, abismal agonía, interminables ansias y un extenso más... Sin embargo, basta de introducciones o intentos de evadir recordar los sucesos que vienen a continuación con la ilusión de escapar a su encuentro, estas son Die Leiden des jungen Wilhelmy aquí comenzamos dónde un enamorado se suicidó...

Muchos creemos necesitar tantas cosas en la vida cotidiana para poder vivir, desde un número de platos de comida al día, techo para dormir, cierta cantidad mínima de horas de sueño, hasta el amor de aquella persona que cumple los anhelos de nuestro corazón, pensamos son imprescindibles para nosotros, ¡Cuan alejados estamos de la realidad!. Quién ha dormido alguna vez a la intemperie ante el glacial frío nocturno de la calle, ha sido sometido en contra de su voluntad a cautividad, experimentado las horribles atrocidades de un campo de concentración, ha sufrido la accidental perdida repentina del ser que más amaba y por quién giraba su mundo siendo obligada por las presiones externas a tomar una decisión inmediata que le permita seguir viviendo, ni siquiera dudaría un instante de esta gran verdad. Somos más ricos y afortunados, en nuestro diario existir, en medio de los quehaceres habituales, de lo que imaginamos; el asunto es que estamos tan acostumbrados a levantarnos de la misma cama todas las mañanas, preparar nuestra comida en la cocina frecuente, ir al baño, asearnos y ducharnos en la regadera corriente, cepillarnos los dientes como todos los días, vestirnos con la ropa de siempre, cumplir el usual trabajo y muchas veces, preocupados con diferentes trajines, jamás apartamos un tiempo de pensar lo privilegiado de nuestra condición al contar con todas estas bendiciones, en medio del ajetreo, nunca consideramos la posibilidad de perderlas, confiamos que continuamente estarán ahí, sin embargo, la vida ha demostrado que lo único que eternamente está ahí, es Dios, el Todopoderoso y Soberano del tiempo vital, de resto todo lo demás es momentáneo, pasajero y temporal, como en la frase de la película El Conde de Monte Cristo (2002) protagonizada por Jim Caviezel, y dirigida por Kevin Reynolds, donde Edmundo Dantes le dice a Alberto en su elegante banquete de cumpleaños con todos los aristócratas más acaudalados "Joven amigo, disfrutarás la luz del sol un momento, y te arrojarán en un oscuro calabozo contra gélidas rocas al siguiente" después viene otra frase que para evitar hacer Espóiler a quienes no hayan tenido la fortuna de verla puedan disfrutarla.

​Tristemente, todos nosotros tendemos al orgullo en lugar de hacia la humildad, nadie le gusta oír sus errores, o preguntar qué mejorar al equivocarse, dejarse instruir, escuchar atentamente las correcciones, bueno, con excepción de mi persona, un caso extraño, el asunto es que amo aprender, el conocimiento, la sabiduría, es algo que desde que recuerdo siempre me ha inspirado y apasionado, igualmente, la excepción a la regla no anula la regla; como resultado, el orgullo en todos nosotros ocasiona seamos soberbios, nos cerremos a lo que estamos acostumbrados sin observar más allá, al dejar de mejorar y crecer también nos estancamos, en consecuencia, inicia el deterioro, el monótono desgaste, la perdida de energía, la constante apatía, hasta terminar simplemente vacíos; es entonces cuando la vida, en ocasiones, nos mete en situaciones en las cuales ni siquiera tenemos espacio para pensar en esas cosas que antes creímos "imprescindibles", muchas veces somos arrastrados por los eventos naturales de la vida. Generalmente, son esos momentos en los cuales perdemos todo cuándo comenzamos a vivir realmente... Podemos separar de nuestras mentes todo aquello temporal y pasajero para concentrarnos en lo que queda y permanece por siempre, el mejor fundamento para empezar a vivir.

Henry David Thoreau (1817 - 1862)

«Fui a los bosques porque deseaba vivir deliberadamente; enfrentar solo los hechos esenciales de la vida y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar. Quise vivir profundamente y desechar todo aquello que no fuera vida... para no darme cuenta, en el momento de morir, de que no había vivido.»

Vivencias que marcarían los próximos largos años de Wilhelm, noble caballero; él, abandonado ciegamente a la promesa y voluntad que escuchó en su corazón de parte de Dios, conocería en carne propia qué tan extremos son los límites del sufrimiento humano, atravesaría la muerte y resucitaría de nuevo a la vida hablando metafóricamente, sin llegar nunca a experimentar las traumáticas circunstancias de un campo de concentración Nazi, eso no le cohibiría de conocer en su misma piel el dolor más grande del mundo...

Podemos tenerlo todo y aun así no saciarnos, no tener suficiente, ansiar más, estar insatisfechos, lo que sacia no son las riquezas por sí solas, es la provisión de Dios, la suficiencia de Dios, si Dios te da un dólar, ese dólar puede satisfacerte y llenarte abundantemente más que si tuvieras USD 700 mil billones de dólares, la provisión que procede de la mano de Dios es suficiente, todas las demás siempre serán insuficientes.

"El que ama la plata nunca se saciará de la plata, y el que ama la riqueza no sacará ganancia, y también esto es vanidad".

Eclesiastés 5:10

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