Diario de Leibniz

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mayo, 25. 2137

Una vez leí que "en todo paseo por la naturaleza siempre se consigue más de lo que se busca", sin embargo, creo que esa frase no es del todo correcta porque hoy he debido detenerme de mi paseo en medio de la nada, pues se me hizo insoportable la vastedad avasallante y abrumante de excelso placer con la cual los árboles, las plantas, el viento, el gorjear de las aves en el cielo, el césped alrededor de mí, las hormigas caminando sobre mi cuerpo, el aroma de las hojas mojadas de otoño tumbándose en el suelo, la roja tierra húmeda hidratando la flora, me inundaron. Los pinos parecían moverse al ritmo de la ópera "La Flauta mágica" de Mozart con el papageno, como si cantaran al unísono en aquella armonía, danzaban con el viento de tal manera que la perfección de las matemáticas con todo su orden y leyes eran juegos de niños... No sé si me estoy volviendo loco con tanta belleza y esplendor a mi entorno, pero en verdad ¡Es delirante! No puedo dejar de explorar siquiera la diversidad enigmática contenidos entretejidos en el tronco de un solo árbol y a mi derecha y siniestra habitan más de 100.000. ¡¿Cómo expresar lo que siento?! Las páginas de este cuaderno no serían suficiente, por eso, permitidme seguir mi camino.

Salgo y veo a mis convecinos, todas las demás personas que andan de un lado a otro respirando la misma hermosa vida que yo, bueno, no sabría decir si es exactamente como Yo, auténticamente Yo... es decir, Yo me siento extraño a todo el mundo y al mismo tiempo me siento unido a él. Extraño porque no entiendo cómo mis convecinos pueden andar tan abiertamente normales de un lado a otro sin quedarse consternados de tanta maravilla a nuestras anchas: las aves que surcan las nubes y yo parecemos compartir el mismo idioma, el de la vida, incluso, se me acercan los gansos, los galápagos, las cachamas. Como si comprendieras estas palabras aquí escritas y percibieran con cuánto placer estoy disfrutando de su compañía; casi soy otro animal desnudo cruzando los cielos, nadando a través de las algas del lago y cacareando junto al loro que reposando está entre las doradas hojas y ramas del araguaney, pero a los seres humanos ¿En verdad los comprendo? Acaso, ¿Ellos se sientan a degustar las mismas maravillas que yo con un delicado detalle, sensibilidad y sosiego? ¡Por favor, por favor! Déjenme seguir mi camino... ando y marcho al son de la canción de Joan Manuel Serrat "Hace algún tiempo en ese lugar, donde hoy los bosques se visten de pinos. Se oyó la voz de un poeta gritar: ¡Caminante no hay camino, se hace camino al andar! Golpe a golpe, verso a verso - golpe a golpe, verso a veeeeersoo" Sigo, entonces, mi camino.

Hay algo que haga más perfecto esto que estoy experimentando, que simplemente abrir mi corazón con humildad y sentirlo todo, captarlo todo, percibir todo justo ahora, en este momento, escuchar en un único instante el latido del origen del universo y contemplar como convergen cada cosa en armonioso sentido desde el inicio hasta aquí, y aun el más sutil de los elementos es perfecto. Estamos en el principio y en el final ¿Qué mansión?, ¿Qué avión?, ¿Qué yate?, ¿Qué deportivo? ¿Qué cantidad de dinero, escoltas y armas podrían hacer mejor esta seguridad, placer, paz y gozo que estoy sintiendo justo ahora mismo? ¡Por Dios! ¿Habría milagro más grande que contemplar este día con el propósito y sentido con el cual Dios me colocó en mi lugar? ¿Hemos sido tan soberbios los hombres que no nos hemos podido dar cuenta del sobrenatural suceso delante de nosotros, y, que Dios nos lo obsequió para nuestro deleite? ¡Él está aquí! ¡Y su edén para relacionarnos con Él, también, está aquí, donde nos encontremos! Podemos ser el milagro de Dios a cada instante, ser sus mejores amigos, disfrutar de sus presentes y obsequios, temblar desde el interior de nuestro ser. Anonadados de inmensa emoción, cómo no sentirme rico en medio de tanta vastedad y yo que soy tan modesto, tanta suficiencia divina y yo que me lleno harto con el ulular de una golondrina alegre y la mirada tierna de un bebé ganso que recién llega al mundo acercándoseme amigable en busca de calidez y amistad: la vida del hombre es un milagro más extenso de lo que un ser humano pueda alcanzar a admirar.

Habían transcurrido 15 días desde que Alessandra se marchó. Las cartas comenzaron a ser entregadas a cada uno de los remitentes. Tan pronto Wilhelm leyó la suya, sintió un oscuro pesar en su interior, no podía creer que fuese verdad. Llamó a Alice para verificar los hechos, quien se encontraba sollozando de dolor al enterarse de la noticia sobre su amiga.

Sin saber cómo reaccionar, compra boletos para el pueblo y le dice a Lucy que necesita viajar para resolver unos negocios. Al llegar a la mañana siguiente, sale corriendo a casas de amigas que también conocían a Alessandra y les pregunta ¿Cómo esto pudo suceder?, ¡No comprendo! Si la última vez que conversamos ella me dijo muy claramente que solo quería que fuésemos amigos y yo acepte conforme a sus sentimientos. Ellas, al igual que él, también estaban atónitas de lo ocurrido. Sabían que se sentía mal porque Wilhelm fue un gran hombre, pero ella lo lastimó y desprecio, además, del efecto que tuvieron las últimas palabras comentadas por Wilhelm a Alice. Sin embargo, creyeron que seguiría adelante y se repondría en unos meses, pues, hasta donde la conocieron, siempre fue una mujer fuerte y capaz de sobreponerse a situaciones de adversidad. Aunque nunca se terminan de conocer por completo a las personas, ante todo, Alessandra solía ser alguien muy discreta, dijo una de sus amigas.

Wilhelm, sin poder contener más sus lágrimas, echó a llorar junto con ellas.

Luego se despidió y Grace, una de las amigas, se ofreció a acompañarlo debido a que lo observó sintiéndose muy mal y, de todos, era el más afectado.

Cuando iban de camino a la quinta, Grace intentaba hacerlo pensar en algo diferente de Alessandra y le habló sobre libros, música y cine; también mencionó a sus escritores y novelas preferidas manteniendo una plática amena durante el camino. A ella le encantaban las novelas de John Katzenbach, de E. L. James y que trataran temas sobre vampiros y hombres lobos, además, estaba buscando explorar con otros tipos de narrativas más profundas y difíciles, para tal fin, Wilhelm le recomendó unos libros de Julio Cortázar y Jostein Gaarder, los cuales le resultarían idóneos para comenzar, de una manera divertida y placentera, a leer literatura con temas filosóficos.

A unos cuantos pasos de llegar a la quinta, Grace le pregunta a Wilhelm sobre un piano, ya que había escuchado por boca de las chicas que era un excelente músico multiinstrumentista y deseaba la enseñara, además, estando los dos solos, Alessandra muy lejos y Lucy a cientos de kilómetros, pensó que podría tener alguna oportunidad de crear un clímax romántico y tener una pequeña aventura en secreto. No obstante, no se sentía dispuesto porque la imprevista partida de Alessandra todavía lo retenía pensativo, pero como todo noble caballero hubiera hecho, la invito a una taza de café. Sentados en la sala que, al mismo tiempo, también es una biblioteca, comenzó a hablar y recordar los buenos momentos que vivió con Alessandra; Grace, que deseaba estar con él, se mostraba desinteresada e indiferente con respecto a sus sentimientos por Alessandra y le expresaba su fatiga buscando que cambiara de tema y se centrara en ella. Dándose cuenta de que sus esfuerzos no estaban teniendo efecto, se aproximó lenta y sensual, cada vez más cerca, luego se recostó en su hombro intentando secar sus lágrimas y, súbitamente, le robo un beso dejándose llevar por el deseo. Wilhelm no respondió ni dijo palabra alguna, se sentía aún más confundido, entonces, ella se detiene y lo mira con ojos de enamorada, pero el rostro de él estaba pálido como extrañado o desorientado, pensó en Alessandra y creyó que eso la decepcionaría. Finalmente, gracias a aquel beso volvió en sí y comprendió que, en el interior de su corazón, todavía sentía amor por Alessandra.

No estaba dispuesto a perder sus sentimientos nuevamente, haría lo que fuese necesario para recuperarlos y también a su amada.

Buscó el programa de la ONU, al cual ella se había postulado, hizo sus maletas y a los tres días estaba recibiendo los primeros entrenamientos en la central espacial, de manera que pudiera estar preparado para partir en 90 días, durante ese tiempo estaría recluido y tendría solamente un día libre para poder despedirse de sus seres queridos, sin embargo, sobrepasó las expectativas del curso espacial, completando el programa en menos tiempo del que se tenía planificado y solicitó realizaran el vuelo antes, pues ya estaba listo.

Sin perder más tiempo, a los 23 días oró a Dios pidiendo su aprobación y le solicitó lo guiara antes de partir al rescate. Después se marchó, guardando la completa certeza de que en algún lugar del espacio encontraría a Alessandra y regresarían juntos para amarse por siempre.

AMOR & RIQUEZASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora