Sueño de Laila

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 Una noche después de haber estado largas horas perdida en una selva del amazonas, luchando por sobrevivir contra animales salvajes, plantas carnívoras, insectos y plantas venenosas, anacondas y cocodrilos gigantes: una clase común en ME, Laila llegó exhausta a su habitación y cayó dormida de inmediato...

Mientras descansaba, soñó que era una joven ejecutiva que trabajaba en una importante empresa de publicidad. Su vida era una carrera constante por cumplir con los plazos, los clientes, los jefes y las expectativas. No tenía tiempo para nada más que para trabajar, comer y dormir. Ni siquiera se daba cuenta de lo estresada, cansada y aburrida que estaba.

Un día, recibió una llamada de su hermana mayor, Ana, que vivía en el campo con su esposo y sus dos hijos. Ana le invitó a pasar el fin de semana con ellos, para celebrar el cumpleaños de su sobrino mayor. Laila aceptó a regañadientes, pensando que era una pérdida de tiempo y que preferiría quedarse en la ciudad trabajando.

El viernes por la tarde, Laila tomó su maleta y su portátil y se dirigió al aeropuerto. Allí se encontró con un caos de tráfico, ruido y gente. Tuvo que esperar más de una hora para subir al avión, que estaba lleno y sucio. Durante el viaje, intentó trabajar con su portátil, pero la conexión a internet era muy mala y se le acabó la batería. Además, el piloto iba muy rápido y hacía movimientos bruscos debido a una terrible tormenta, lo que le provocó mareos y náuseas.

Cuando llegó al pueblo donde vivía su hermana, ya era de noche. Ana le estaba esperando en la entrada del aeropuerto con una sonrisa y un abrazo. Laila se sintió incómoda y le devolvió el saludo con frialdad. La llevó en coche hasta su casa, que estaba a las afueras del pueblo, rodeada de campos y árboles. Laila miró por la ventana y solo vio oscuridad y silencio.

Al entrar en la casa, se sorprendió al ver lo antigua y sombría que era. Había una escalera de caracol que conducía al piso superior, donde estaban las habitaciones. En el salón había una chimenea apagada, donde colgaba un retrato al óleo de un hombre con una expresión severa y unos ojos penetrantes. Era Pedro, el bisabuelo del esposo de Ana, un famoso médico que había vivido allí hace más de cien años. Ana le dijo que le habían heredado la casa hace poco, después de la muerte de su tío abuelo... Laila sintió un escalofrío al mirar el retrato. Le pareció que el hombre la observaba con desprecio y hostilidad.

En el salón, había una chimenea encendida, donde le esperaban su cuñado y sus sobrinos. Todos le dieron la bienvenida con alegría y le ofrecieron una cena casera y deliciosa. Se sentó a la mesa con ellos, pero no dijo mucho. Estaba pensando en todo lo que tenía que hacer al día siguiente y en cómo escapar de esa situación.

Después de cenar, se fue a su habitación, que era pequeña, aunque cómoda. Allí intentó encender su portátil; se dio cuenta de que no había enchufe cerca de la cama. Tampoco había televisión ni radio. Solo había una lámpara, una mesita con un libro y una ventana con cortinas. Se sintió frustrada e irritada. ¿Cómo iba a trabajar sin electricidad ni internet? o ¿Qué iba a hacer sin entretenimiento ni distracciones?

Decidió acostarse temprano y esperar a que amaneciera para volver a la ciudad lo antes posible. Se metió en la cama y apagó la lámpara. Entonces, se dio cuenta de algo que hacía mucho tiempo que no experimentaba: el silencio absoluto. No había ningún ruido externo que la molestara ni interrumpiera su sueño. Solo podía oír su propia respiración y los latidos de su corazón.

Cerró los ojos e intentó dormir, pero no pudo. Su mente estaba llena de pensamientos sobre su trabajo, sus deseos, sus problemas, sus miedos... Era como si tuviera una voz interior que le hablaba sin parar; que nunca la escuchaba. Se sintió agobiada e inquieta. Quería apagar esa voz, y no sabía cómo.

Entonces recordó el libro que había visto en la mesita. Era un libro antiguo y gastado, con el título "El arte de hacer una pausa". Sintió curiosidad y lo tomó con sus manos. Lo abrió por una página al azar y leyó:

AMOR & RIQUEZASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora