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Era de noche cuando volvieron al fin al poblado orni, todo un día de viaje pero hubiera sido más largo si no lograba persuadir al guerrero de volar un par de horas más en la oscuridad, después de todo seguía recio en descansar cada hora y dejar de volar en cuanto el sol cayera, era por su bien, al menos eso le decía en nombre del médico y ahora también en nombre de Mipha, debía cuidarse, tener más responsabilidad sobre su persona pero todos ellos sabían que eso no era su fuerte, aún si Teba estaba molesto de haberse dejado influenciar y volar a ciegas por la noche por esas horas una sonrisa llegó a su pico cuando al fin descendió a su nido, sólo había sido tres días fuera de su hogar pero para alguien como el guerrero que no estaba acostumbrado a dejar el nido le fue una completa eternidad.

"¿Viene Maestro Revali? Saki debe tener la cena caliente" La invitación fue tentadora, después de todo la última comida decente fue ayer a mediodía cuando Mipha les brindó hospitalidad en el palacio zora, sin embargo estaba cansado, no lo iba a admitir en voz baja pero su cuerpo se había sobre esforzado por volar tanta distancia y la lesión en su ala persistía en forma de un molesto dolor.

"Gracias pero por el momento tengo que dejarlo pasar, aún hay cosas que debo ordenar antes de todo" Mintió, realmente lo único que tenía que ordenar era su hamaca, desdoblarla de donde la había guardado por sus días ausentes y dejarse caer en ella.

Teba no presionó mucho, solo lo estudió unos segundos antes de desviarse en el cielo y bajar a su nido por totalidad, Revali giró la mirada unos momentos para ver a su alumno llegar al suelo, en menos de un segundo estaba siendo abrazado y rodeado por sus parejas y en otro segundo los niños habían escapado de sus hamacas para saltar al rededor, era una hermosa familia, una que Revali envidiaba de buena manera, tal vez en alguna otra realidad el podría haber tenido eso.

Apartó la mirada y siguió con su propio planeo, su nido estaba en el nivel medio justo sobre las pilas de rocas más cercano a la estructura principal del pueblo siendo unido solo por un puente de madera, era la réplica de su hogar hace un siglo solo que con la arquitectura actual de orni, completamente de madera, después de todo, durante la calamidad toda la villa ardió en llamas y la estructura completa cayó a lago, aún así habían hecho lo posible por qué toda la aldea fuera lo más parecido a lo que una vez fue, sin embargo faltaban muchos nidos, familias enteras, antes podría ver sido muy bien una cuidad ahora seguía siendo un pueblo.

No supo por qué precisamente de noche sus pensamientos siempre corrían a ser un poco más lúgubres, ahora que se había abierto y soltado sus culpas creyó que también dejaría de seguir atormentadose con detalles así, pero no, seguramente viviría con cierto nivel de arrepentimiento por su falla hace un siglo el resto de su vida.

Antes de entrar al umbral de su nido respiró unos segundos de forma profunda dejando que sus pulmones se llenarán de aire y liberando la tensión, estaba bien lo que sentía, las dudas y la culpa, lo que nunca estaba bien era retenerlas, así que soltó el aire y dejó que todos sus músculos se relajaran, repitió el ejercicio un par de veces más antes de decidir que estaba tranquilo lo suficiente para al fin ir a descansar, tal vez podría hacer una cena rápida, un plato de semillas aún si no le gustaba lo insípido del sabor, pero a altas horas de la noche consumir fruta era un nivel demasiado alto de azúcar y energía, seguramente no lograría dormir.

Sin embargo unas notas musicales fueron arrastradas por la suave corrientes de aire que movía los molinos del pueblo, se dió cuenta que no lo había imaginado cuando las volvió a escuchar, el sonido era claro y armonioso, todos los años de su infancia antes de los ocho había pasado estudiando música, ahora eso le ayudaba a reconocer el instrumento que producía tales sonidos a mitad de la noche mientras casi todos dormían, era un acordeón.

En ese momento se encontró mirando la comodidad de su nido que lo llamaba desde el interior al sonido que el aire seguía trayendo, era como si dos fuerzas distintas intentarán seducirlo de la misma manera, y con un suspiro cansado se dejó llevar por la curiosidad, siempre había sido un pequeño gato, demasiado fácil de llamar la atención.

Evadiendo El Destino (Revalink)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora