5.-Lanza una moneda al aire, espera y observa

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Cuando Azirafell llegó al cielo y asumió el lugar de arcángel supremo, algo cambió. Sabía que tenía ahora más responsabilidades y sin embargo tenía también la capacidad de hacer más cosas, en pocas palabras, tenía más poder aunque no le gustaba pensar así, o sea, no con esos términos.

Había empezado a realizar sus actividades celestiales, pensaba en Crowley seguido y se repetía que todo valdría la pena si él estaba a salvo. Meditó mucho en lo que estaba a punto de hacer, sabía que podía tener consecuencias terribles para él, pero podría así mantener a Crowley a salvo al menos de ataques directos del infierno y de ser destruido por el cielo.

Tenía que hacerlo el mismo, no podría enviar a nadie más y aparte quería verlo tal cual era, al menos una ultima vez.

Puso un sello angelical poderoso en el perímetro del apartamento de Crowley, le bastó con elevar sus manos y tejer en su pensamiento las palabras apropiadas en el antiguo lenguaje angelical. Ya en días previos había estado trabajando para ayudar a Crowley a lidiar con sus sentimientos con influencias angelicales y había notado que al parecer, estaba siendo más susceptible a sus poderes angelicales que de costumbre. Lo puso bajo un milagro y lo hizo dormir, apareció de pronto a su lado. Tocó su frente, hizo un movimiento con la mano y estuvo hecho, al menos lo primero.

Convertir a Crowley en humano requería hacerle una historia, darle un pasado, un nombre y un "yo" actual. Azira había pensado en todo y lo había escrito, iniciaba más o menos así:

"Anthony Joshua Crowley, 12 años, inglés de nacimiento, hijo de padre médico y madre pintora, huerfano desde hace 7 años, hogar de nacimiento en el campo a las afueras de Oxford, actualmente vive con su tía, hermana menor de su madre"

Antes de irse, se inclinó sobre él y susurró "no olvides nunca que te amo".

La realidad cambió, esta vez por influencia angelical. Lo hizo para crear un espacio en el mundo actual a un nuevo ser humano, como si llevara 12 años habitando la tierra. Dicho cambio aunque pudiera parecer sutil en términos angelicales puesto que, una vida humana era solo eso, una vida humana más y ellos por mas longevos que fueran, apenas y representaban un suspiro, un segundo en la vastedad de la historia del cosmos y menos que eso en la historia de toda la creación; en términos generales y más humanos, algo así podía tender al caos en tantas formas que solo imaginarlas resultaba un ejercicio vertiginoso.

Pensar solamente en todas las interacciones que una sola persona tiene en toda su vida, en su entorno familiar, luego en su entorno escolar. A mayor edad incrementan las relaciones e interacciones, razón por la que Azirafell decidió que el Crowley humano debía ser muy joven para reducir al máximo las posibilidades de que las cosas salieran terriblemente mal y sin embargo no tan joven como para depender al 100% de tener figuras paternas presentes. Para su plan, requirió visitar al único ángel en la tierra en quien podía confiar y contarle sus planes así como encomendarle la tarea primordial, ser su cuidadora. Él no olvidaba que Muriel era una recién llegada prácticamente a la tierra así que en un ejercicio de paciencia y además usando uno que otro milagro, puso en ella todo el conocimiento que requería para vivir en el mundo humano como si llevara mucho tiempo haciéndolo y para cuidar del pequeño Anthony una vez que este apareciera.

Los años que estaban por venir y cómo se desarrollaría el resto eran un misterio, todo lo que nuestro arcángel supremo podía hacer era confiar y esperar. Afortunadamente el tiempo no pasa igual en la tierra como en el cielo.

Imborrable: Una Historia De Good OmensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora