20.- Eres bienvenido

51 7 2
                                    


La figura que apareció en la puerta principal de la librería no era conocida para Muriel, llegó aproximadamente a las 19:00 hrs junto con la noche y las primeras estrellas, estaba a punto de cerrar la puerta de la entrada pero se entretuvo por un sonido que escuchó en la registradora cuando este visitante ingresó. Cabello castaño y corto, peinado pulcramente hacia atrás, en apariencia no debía tener más de 35 años, aproximadamente 1.9 mts de altura, de complexión delgada. Un rostro tranquilo con rasgos marcados, pómulos y mentón afilados, cejas pobladas, nariz de base delgada de perfil romano, con una curvatura un poco inclinada por debajo del puente, labios delgados, un rostro en general hermoso con un par de ojos azul oscuro como el que obtendrías al poner una lentilla de color azul gris sobre un iris morado claro. Entró caminando con confianza, vestía una camisa azul rey, pantalones negros de corte recto y zapatos oscuros, sostenía un abrigo negro en el brazo izquierdo en el que además llevaba colgado un maletín del mismo color, se quitó el sombrero de copa negro con una cinta gris oscuro al entrar y se dirigió a la sección de libros históricos. Muriel lo vio de reojo y solo dijo "bienvenido señor pero me temo que cerramos en menos de 30 minutos, si busca algo en especial puede decirme", terminó su frase con una amplia sonrisa, obtuvo a lo lejos una respuesta con una voz suave, varonil y un acento que no reconoció diciéndole "gracias". Luego de unos minutos le llamó la atención que el caballero en cuestión seguía parado en el mismo sitio, tuvo un presentimiento pero se sentía demasiado tranquila, sin embargo decidió acudir a donde la figura aguardaba en vez de esperar un poco más.

Se acercó hacia el extraño que en ese momento estaba dándole la espalda mientras miraba fijamente el dorso de un grueso volumen de un libro antiguo "Historia de las primeras civilizaciones".

- ¿Está interesado en ver ese volumen señor?

- No, yo estuve ahí – La boca del extraño se movió en una leve sonrisa y se giró lentamente hacia ella. – Estuve ahí cuando la mayoría de esas civilizaciones nacieron y florecieron, estuve ahí como un recordatorio para la humanidad, uno de algo tan antiguo como la existencia misma.

Muriel notó un leve resplandor en los ojos del hombre y entonces activó su mirada de ángel, sus ojos color almendra vieron a través de la forma humana del sujeto

- Tú no eres humano... tampoco eres un demonio.

- Pues claro que no. – El hombre en cuestión sonrió ampliamente al tiempo que desplegaba unas amplias alas color blanco cremoso. – Soy el arcángel Zadkiel y al igual que tú, tengo un trabajo que hacer en la tierra.

Ante los ojos de Muriel, en su visión de ángel aparecieron halos luminosos alrededor de aquel sujeto, otros dos pares de alas, uno alrededor de su rostro y otro que cubría sus pies. Volvió a ver con sus ojos humanos.

- ¿O sea que hay más de nosotros?

- Si, me extraña que no te lo hayan revelado. Como sea, si, habemos muchos, algunos como yo y como él, llevamos aquí casi demasiado tiempo como para ponernos a hacer memoria.

- ¿Lo conoces? ¿Conoces a Azirafell?

- ¿Y cómo no podría si es el nuevo Gabriel? – Rio nuevamente, el sonido de su risa era melódico, parecía llenarlo todo. – No le digas que dije eso, mal chiste. Me pidió que viniera porque él no puede venir en estos momentos. Han pasado cosas de las que debo hablar contigo. Empezando, por ejemplo, con que debes reforzar la protección de este lugar.

Al decir eso ultimo, retrajo las alas produciendo una corriente de aire leve que cerró limpiamente la puerta y dejó caer las cortinas de todas las ventanas. Muriel lo condujo hacia el interior detrás de la librería, pasando por el comedor hacia la sala, regresó luego a su encuentro sosteniendo un juego de té en las manos.

Imborrable: Una Historia De Good OmensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora