16.- Un destello en la oscuridad

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El arcángel que había observado toda la escena que acaba de suscitarse en el invernadero tenía el corazón un poco roto y la cabeza llena de preguntas. Él apenas y había tenido contacto con Crowley, una sola ocasión, aquel beso cuyo recuerdo aún le quemaba sobre los labios y le había dejado la marca indeleble de un amor intenso y doloroso que se había negado a ver por demasiado tiempo.

Miró a las estrellas, el resplandor de aquellas opacadas por la luna en su esplendor. Muchas de ellas habían sido creadas por aquel a quien amaba y que ahora le parecía tan lejano. Él sabía que el contacto físico era parte del comportamiento básico de los humanos, como una forma propia del lenguaje, una de sus formas de demostrar afecto o en ocasiones, reduciéndolo a una cuestión un poco mas instintiva, satisfacer necesidades. En ese momento ver a Crowley en su forma humana cediendo a los impulsos de su cuerpo, le hacían querer saber los motivos al tiempo que le producían una sensación de vacío en el estómago. ¿Y si Crowley realmente se había enamorado de un humano? ¿Y si el milagro para borrar sus recuerdos de su vida pasada había sido tan bueno como para eliminar incluso sus sentimientos hacia él? Porque si, ahora era plenamente consciente que lo que sentía, había sido bidireccional y eso hacía que le doliera como nunca todo lo que había sucedido. El aceptó el riesgo, modificaría lo que tuviera que modificar, reescribir, lo que fuera, con tal de proteger a Crowley, incluso aunque este no le amara más, de eso último era lo que sabía ahora que había estado implícito en los riesgos, pero el simple hecho de que Crowley siguiera existiendo, hacía del mundo un lugar mejor para él, un mundo en el que podría seguir viviendo aunque fuera solo alimentado de un amor que creciera en su interior por siempre, imperecedero y viviendo solo de la imagen de aquel que amaba.

Mientras tanto Anthony se incorporó de la banca en el invernadero, se acomodó los pantalones y con una mano se hizo el cabello hacia atrás. Henry lo tomó de la mano y lo conducía hacia el interior de la casa, él se movía mas por inercia en ese punto, tenía una niebla de confusión en la mente. Lo que sucedió apenas un momento atrás se había sentido demasiado bien, mentira sería decir que no lo disfrutó, pero aún así se sentía extraño, sentía el instinto más primitivo del hombre subir desde su pelvis y regarse a todo su cuerpo, tenía unas ganas inmensas de cogerse a Henry, era la primera vez que lo pensaba así, que lo deseaba así, que incluso en su mente sonaba con esas palabras, pero lo que le confundía era realmente si era a Henry o al hombre resplandeciente de ojos azules de su visión. Esa maldita confusión era la que lo hacía sentirse por un momento como un perro infiel, como si estuviera engañando a su pareja porque no era en él en quien pensaba ahora.

Cuando regresó de sus pensamientos, estaban en la sala, a media luz, solo una lampara antigua con su pantalla de diseños floreados iluminaba tenuemente la habitación. La mano de Henry lo había soltado ya y se había dirigido hacia la mini cantina o mini bar en el rincón, jamás lo había usado o jamás había visto a Muriel tomar algo de ahí. Había también un mueble, adaptado como un pequeño almacén de vino y arriba una cava moderna eléctrica con enfriador con temperatura ajustable acorde a lo que se guardara. En el mueble de abajo había botellas con etiquetas diversas, algunas con viejos escudos de armas y fechas antiguas. Él tampoco recordó jamás que alguien moviera algo del aparato o ajustara la temperatura. Henry tomó un sacacorchos de un estante y de la cava eléctrica tomó una botella con etiqueta donde en letra cursiva ornamentada se leía Batard Montrachet 1960, retiró el corcho y percibió el aroma llevándolo cerca de su nariz aspirando lentamente "reposado en barrica de roble" aspiró de nuevo pero más lento y profundo... "melocotón, mantequilla... miel... Delicioso pero... no tanto como tú", dirigió una mirada deseosa a Anthony al finalizar aquella frase y luego volteó para vertir el liquido de color dorado claro en dos copas que tomó del mismo estante que el sacacorchos. Con ambas copas acomodadas en una mano y la botella en otra se dirigió a donde Anthony con el torso desnudo lo observaba en la sala. "Esto va perfecto con carne" dijo al tiempo que pasaba la lengua por su labio inferior para proceder a ofrecerle una copa al chico que lo observaba, sin romper el contacto visual, continuó "No con cualquier carne, solo la de mejor calidad, aves, ternera, pato, y... obviamente también contigo".

Imborrable: Una Historia De Good OmensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora