17.- Confusión y algo más

43 8 1
                                    


Azirafell había decidido alejarse un poco de la casa después de lo del invernadero, caminó siguiendo el sendero entre los árboles hacia carretera principal y de ahí hacia la plaza del pueblo; no tenía prisa y quería distraerse, tampoco quería ir al cielo en este "respiro" que se estaba dando para poder "inspeccionar asuntos de mortales" antes del siguiente paso en el gran plan. Todavía tenía un montón de cosas que revisar en su oficina celestial pero había logrado escabullirse alegando que había que supervisar a los mortales por la creciente ola de desesperanza y baja de fe que se había registrado en algunas partes del mundo y moviendo unos cuantos números, había creado una distracción cerca de su antiguo hogar en el Soho para entonces ausentarse mas tiempo aún sin levantar sospechas. Tampoco era como que alguien le exigiera rendir cuentas pero él siempre había sido tan precavido.

Llegó caminando tranquilamente a la iglesia, la antigua edificación parecía darle al resto del lugar un aire atemporal, como si fuera una imagen en un libro, congelada en el tiempo. Llevaba tiempo vacía, en el pueblo apenas y había unos 250 habitantes y a decir verdad tampoco eran muy cristianos y desde que el antiguo párroco murió y había sido sepultado en el cementerio en la parte de atrás, no habían solicitado otro y tampoco se los habían enviado. Azirafell estaba perdido en sus pensamientos, había empezado a cuestionarse muchas cosas desde que había vuelto al cielo, al principio temía lo que pudiese suceder, el nunca había sido desconfiado del todo de sus hermanos y de su bando en general pero desde lo del fallido Armagedón y lo que había vivido en los años en que estuvo como ángel retirado, había aprendido a confiar teniendo de todos sus reservas.

Entró en la iglesia, la puerta de la entrada rechinó al empujarla de forma suave y el eco del sonido de apertura se extendió por toda la nave, al fondo, la luz de luna entraba por los vitrales antiguos. Por un momento trató de imaginar cómo se habrían visto de nuevos, el brillo original había sido un poco apagado por el paso del tiempo y sin embargo, la luz de colores reflejada en el suelo continuaba siendo hermosa. Él de pie bajo esa luz se veía más angelical y etéreo que nunca, cualquiera que lo hubiese visto se habría maravillado pero el sitio estaba vacío. Caminó por el pasillo central entre las bancas, algunas estaban ya demasiado carcomidas por las polillas y una capa fina de polvo cubría todo. En el púlpito había una antigua y pesada biblia, restos de flores. En el altar y hacia los lados quedaban un montón de restos de velas consumidas cubiertas por telarañas. En el centro de este había una enorme cruz de madera y una imagen del Cristo crucificado sin embargo con una expresión tranquila y una mirada indulgente que parecía hacer contacto con la suya, mientras detrás suyo, en el mural de la pared se completaba el cuadro con el paisaje de un cielo oscuro interrumpido por un haz de luz que descendía y un ave blanca en representación del espíritu. Azira respiró y suspiró largamente, después de todo, amaba a Dios con todo su ser desde el inicio de su existencia. Recordaba haber estado ahí en vivo en el Gólgota hacía ya más de 2mil años, la segunda ocasión en que la maldad de la humanidad vuelta hacia ella misma le había sorprendido. ¿Era parte del plan inefable? Eso le habían dicho. Él sabía que no podía intervenir, tenía que hacer la voluntad del altísimo.

Se giró a observar desde el altar hacia la puerta de la iglesia cuando de pronto sintió estremecerse algo desde su estómago y un corazón muy humano en su pecho latiendo acelerado, una sensación de mareo y un temblor leve de extremidades cuando una luz pareció cruzar su campo visual. Escuchó de pronto su nombre siendo pronunciado por una voz que había escuchado tantas veces antes y que ahora lo arrancaba de sus pensamientos como sacándolo de un sueño bruscamente. "Azira, Azirafell..."

Desplegó las alas, sus maravillosas alas, el viento impulsado por estas tan solo al abrirse removió el polvo en toda la parte anterior de la iglesia, las pequeñas particulas se hacían visibles en medio de la luz. Se elevó en un segundo atravesando el techo en un resplandor.

Cuando llegó a la casa a las afueras, observó a través del ventanal, su mirada podía atravesar las paredes sin el más mínimo esfuerzo. Vio a Anthony subiendo las escaleras y dirigiéndose a la ducha. Ahí decidió interrumpir su visión y tomar de nuevo la forma de un ave, sin descender tanto, claro, no se olvidaba del gato. El chico entró en su habitación y cerró la puerta detrás suyo, se desvistió y entró a la ducha. Azirafell decidió esperar como otras veces en el árbol cerca de la ventana, esta vez con la forma de una lechuza, si el gato lo veía, podría espantarlo. Rió por un momento en sus adentros luego de ese pensamiento. Mientras tanto el chico Crowley en al baño seguía pensando en esa palabra nueva que revoloteba su mente. Pronunció el nombre un par de veces y nada pareció suceder, sin embargo, ignoraba que en cada ocasión, Azirafell escuchó claramente la voz, aunque para el oído humano debió parecer apenas algo más que una voz a volumen moderado, para él era como una llamada directa y fuerte.

Crowley salió del baño ya con ropa de dormir, olía a él, solo a él. Azirafell estaba preocupado ¿Cómo es que sabía su nombre? ¿Qué había pasado?

Tuvo por unos momentos el deseo de entrar en sus pensamientos pero en su interior no lo sentía correcto, ya sabía que de cierta forma él estaba presente ahí, sin embargo, una intromisión directa no sabía que efectos podría tener. Lo observó bajar nuevamente las escaleras, esta vez no demoró mucho cuando volvió a subir y cerró de nuevo la puerta, suspiró apoyado en esta antes de dirigirse directo a la cama y dejarse caer, no duró mucho tiempo despierto y pronto quedó profundamente dormido.

Entonces nuestro ángel eligió quedarse como otras noches, entró con su forma humana ya y permaneció en una esquina a los pies de la cama, contemplándolo dormir.

Imborrable: Una Historia De Good OmensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora