25.- El enfrentamiento y la conversión

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A Sachiel le preocupaba que hubiesen enviado a alguien para seguir de cerca al chico en la escuela, la presencia sobrenatural que olfateo le parecía adherida a una esencia humana, entonces pensó que al infierno se le pudo haber ocurrido usar un disfraz humano en alguno de sus cazadores para ir a por él, pero no la típica apariencia humana sino un humano como contenedor y así usar sus ojos y ser inmune a las intervenciones directas de seres celestiales que pudieran detectarlo o quien sabe que mas podrían haber creado ahora que Metatrón tenía las plumas embarradas con ellos.

Le dijo a Azirafell que tendría que vigilar de cerca a Anthony, tal vez el podría mantener las defensas cerca de la casa, pero si seguía yendo a la escuela, aunque fuera un tiempo breve, necesitaría que lo cuidara de cerca y ya que el chico lo identificaba, que él lo hiciera no iba a ser lo mejor. Le dijo entonces: Azira, tal vez es momento que te dejes ver, no me refiero a que deshagas todo pero él ya sueña contigo, conoce tu nombre, su vínculo sigue activo, podrías tal vez, dejarte ver de otra manera.

Sachiel y Muriel reforzaron los sellos de protección cerca de la casa, Azirafell bajaba por las noches a cuidar directamente sus sueños. Cada que le olfateaba de regreso, Sachiel podía aun percibir ese otro aroma, muy tenue aunque a veces un poco más fuerte, el viernes de su primera semana por la noche fue a cenar a la casa por aparente invitación de Muriel y fue cuando se enteró del profesor "nuevo" de Anthony, el chico hablaba de este con curiosidad y un toque de entusiasmo, tanto que parecía ya haberse olvidado del recuerdo tan reciente de su novio humano fallecido, eso no le gustaba para nada al ángel. Azirafell entonces decidió que investigaría como humano si era necesario, acercándose lo más que le fuera posible para averiguar si sus sospechas sobre el nuevo profesor y la criatura sobrenatural que percibían, podían ser ciertas.

Al cabo de dos semanas y media, el último día de clases por el invierno, Anthony iba saliendo del edificio, se había ya despedido de sus compañeros y Allegra, todos se apresuraban a volver a casa. Él iba caminando tranquilamente hacia el aparcamiento cuando se encontró al señor Black caminando en sentido contrario con una jarra de café del establecimiento cercano a la universidad y otras cosas en las manos. Había tratado de no coincidir con él fuera del aula de clases porque tenía que admitir que el sujeto le provocaba algo, algo que no sabía describir exactamente que era pero parecía deseo, el más puro y lujurioso deseo y eso le incomodaba, si pensaba en Henry (y lo hacía de forma ocasional cuando pintaba) o si pensaba en el hombre que rondaba sus sueños, se sentía tan sucio al pensar luego en el señor Black, en imaginarse cosas con el señor Black.

Anthony no había notado que desde hace unas semanas no caminaba solo, había una presencia apenas notoria que lo seguía siempre unos metros a la distancia en la calle, o cuando conducía, un auto color azul oscuro se aparcaba unos sitios detrás de él y dentro de la escuela, en ocasiones, pese a lo frío del clima, un gato o un ave lo veían desde pasillos o ventanas. Aunque la presencia era constante, al parecer aun no había identificado al misterioso señor Black que de una forma u otra a su perspectiva no le dejaba ver por completo el rostro.

Eran las 18:30 hrs y ya estaba oscuro, el señor Black le dijo que si no quería ir a tomar café con él y podrían discutir entonces un poco sobre el cierre de curso por invierno y la idea de abrir con una exposición a inicio del año nuevo. El chico al escuchar la voz del sujeto, por un momento pareció cambiar de comportamiento y sintió que aceptar era todo lo que tenía que hacer. Siguió al hombre hasta la oficina. A lo lejos, a unos metros un gato gris avanzaba para entrar al edificio tras sus pasos.

Llegaron a la oficina, Alexander Black se quitó el abrigo negro y pesado y el sombrero de copa e invitó a Anthony a dejar su abrigo en el perchero así como el gorro, pero el chico aun tenía frío y le extrañaba de hecho que el señor Black no tuviera encendida la calefacción.

Imborrable: Una Historia De Good OmensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora