31.- Lo imperdonable

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Mientras su frente y sus manos permanecían unidas a las de Crowley, Azirafell mantenía su pensamiento en dos líneas separadas, una en la que se concentraba en transmitirle todo su amor a fin de llegar a su corazón y hacerle entender y sentir el por qué había hecho todas las cosas que los llevaron hasta ese punto en específico, y otra en la que buscaba la forma correcta de decirle que algo más había cambiado en él, que si bien ya no era un humano, tampoco era más un demonio y que a ciencia cierta en este punto, no sabían específicamente en donde se encontraba sostenida su existencia. Al final en la mente del ángel, en ese momento todo era Crowley.

Cuando se separaron, este último se acomodó hasta quedar sentado en el suelo frente a Azira que se puso de pie en un instante y le tendió la mano. El otro dudó un poco en aceptarla porque aún se sentía extraño pero ya no estaba enojado. Dirigió entonces su mirada hacia las plantas en el invernadero, seguían ahí, hermosas como siempre.

- Supongo que tu hiciste este sitio también para mi – Dijo después de un rato de contemplarlas.

- Pensé que te gustaría tener algunas de las plantas de tu departamento. Bueno, más bien recordé como las cuidabas y decidí que no podía dejarlas solas ahí. – Azira sonrió levemente.

- Gracias. Me gusta mucho pasar tiempo en este lugar, me tranquiliza – Crowley hablaba con un tono de voz suave y pausado – quiero decir, a Anthony le gustaba pasar tiempo en este lugar – suspiró – Ángel – Al escucharle decir esa palabra a Azirafell le pareció que su corazón empezó a latir más rápido - Me siento confundido, como si estuviera viviendo en tercera persona, no se si me explico. Tu y yo, bueno, yo tenía toda una vida antes de esto pero, si busco, si miro atrás o dentro de mi, es como si no hubiera nada. Es como ver a los espacios vacíos en un librero o las piezas faltantes de un rompecabezas, como pararme de pie al borde de un precipicio y no alcanzar al visualizar un río que sé que corre al fondo.

- Crowley, lo siento tanto. – A Azirafell se le humedecieron los ojos. Una parte de si mismo siempre se había dicho que todo había sido por salvarlo pero la otra siempre le decía que el único motivo real era reducir todo a solo lo que él mismo sentía, sin importarle a donde arrastrara a los demás con ello y que esa ya no era la conducta de un ángel.

- ¿Podrías hablarme de mi, hablarme de nosotros? Por favor, quiero saber. – Eso lo sacó por un momento de su pensamiento pero Crowley continuó - Ese último día que pasamos juntos, el día que te fuiste. Apenas y puedo recordarlo ahora y eso porque lo vi de nuevo en la visión y aún así, no recuerdo todo por completo pero, se lo que sentía en ese momento y siento que está aún dentro de mi incluso si no puedo visualizarlo... ¿Soy un demonio de nuevo, cierto? ¿Por eso no podías elegirme? ¿Por eso no podías amarme?

- Crowley... - La voz de Azirafell sonó más como un susurro, las palabras que acababa de escuchar se clavaron como navajas en su corazón.

- ¿Sabes? Cuando te dije que no podías dejar la librería... en realidad quise decir también que no podías dejarme, ya no me da pena admitirlo – Respiró hondo - Y sin embargo lo hiciste. Y si, se lo que dirás pero, tenía que dejarlo salir.

-Crowley, ese día debí decirte la verdad de todo pero...

- ¿Pero qué? Ese es tu problema Azirafell, siempre pensando todo, siempre analizando todo, buscándole razones a las cosas ¿Por qué tendría que haber una razón? ¿Por qué el amor debería tener un color? ¿Por qué soy yo el que tengo que estar preguntando eso? ¿A caso no soy un demonio? ¡Un imperdonable! ¡Por naturaleza incapaz de amar algo¡ Y aún así, pasó ¿sabes? y aunque no lo quise ver por mucho tiempo, cuando lo supe, no busqué explicaciones, no busqué todo aquello en lo que éramos diferentes, solo te busqué a ti, solo te quise a ti y esperé que 6mil años representaran algo para ti y me eligieras...

Imborrable: Una Historia De Good OmensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora