Imborrable: Una Historia De Good Omens

23.- Una verdad oculta y la amenaza latente

Llegó la noche nuevamente, una noche que anunciaba un invierno pronto a llegar frío y ventoso. Anthony estaba de un mejor humor, durante la cena platicaron con Muriel y Sachiel y este último le pareció muy agradable, entendió entonces por qué era tan amigo de su tía. Le cuestionó cosas como su edad, de donde era, ¿por qué ser párroco o vicario o sacerdote?... muchas más, Sachiel contestaba a cada una de forma tan natural que a Muriel le daba la impresión que estaba habituado a que los humanos le hicieran esas preguntas, recordando lo que le había contado de su larga estancia en la tierra y de los oficios que había desempeñado en sumo contacto con la humanidad. En su apariencia de hombre, tenía una sonrisa tan cálida que parecía llenar la habitación, irradiaba pura paz y tranquilidad.

"El ángel de la misericordia después de todo" pensaba Muriel para sus adentros.

Le dijo a Crowley que tenía más edad de la que aparentaba para terminar dándole el numero de 45 años, la historia que le contaría no era la más reciente pero era una de tantas en sus múltiples vidas humanas, se dijo nacido en un pueblo pequeño de nombre Švenčionys en la provincia Lituana de Vilna y prácticamente en la frontera con Bielorrusia, un área llena de bosques y con fríos inviernos nevados, habiendo sido muy pobre en su infancia, huérfano desde temprana edad, le tocó vivir tiempos difíciles por lo que terminó encontrando luego en el amor de Dios una razón para continuar, para seguir adelante y vivir, luego su vocación de ayudar a los demás era lo que lo había llevado a unirse a la iglesia Ortodoxa en un principio en aquella área tan difícil para vivir sobre todo en aquella época por un clima que podía ser hostil y tiempos de cambio histórico, en su relato él tenía dos años apenas cuando se formó el primer movimiento buscando la independencia de Lituania entonces perteneciente a la Unión Soviética, misma que se lograría hasta 1991 por lo que conoció el horror de la guerra desde la infancia. Se había unido a la iglesia a una corta edad y desde entonces había viajado por el país tratando de ayudar a las personas y llevando el mensaje de Dios hasta establecerse finalmente en Kaunas donde conoció al señor Fell casi por azares del destino y desde donde se trasladó hacia Escocia pero ya como parte de la iglesia Anglicana y donde había estado asentado hasta ahora que lo designaron a este pequeño pueblo en las afueras de Oxford.

La ultima parte, lo de escocia, eso lo había introducido a su relato recientemente para unir hilos de como había terminado ahí y fue lo que le contaría al resto de los pobladores si es que alguien llegaba a la iglesia, bueno, el se encargaría de que así fuera. La historia mantuvo atrapado a Anthony y le dio a pensar en las cosas que tenía en común con aquel hombre.

Luego de mucho conversar, Anthony decidió que era hora de irse a dormir, estaba cansado y al día siguiente tendría que presentarse a su facultad para tratar de tomar el hilo de su vida. Se despidió de ambos ángeles, abrazando a su tía Muriel antes de irse y contemplando el color tan peculiar de los ojos de Sachiel por última vez antes de subir las escaleras, sentía algo raro en él, no raro malo, sino sentía como si emanara paz, algo en él era diferente.

- Azirafell está cerca, no demorará en venir y reunirse con nosotros, trae noticias. - Dijo el hombre interrumpiendo el breve silencio.

- Ha pasado un largo tiempo, será bueno verlo. - Dijo Muriel con un tono de voz que denotaba alivio y sin embargo con un aire de preocupación en el rostro. - Sabrá donde estamos, hay que esperarlo en el estudio, llevaré más té.

Unos minutos después Azirafell llegó, tan hermoso como siempre, su cabello y el vello en su cara habían crecido, el plateado claro de sus rizos tenía ahora un tono grisáceo que a la luz parecía que resplandecía en tonos de azul, sutiles pero hermosos. La barba que ahora tenía le daba a su apariencia más seriedad que nunca y el azul de mirada era intenso, tan vivo.