27.- Una chispa de esperanza en la oscuridad más antigua

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De todos los ángeles, Miguel era probablemente el único en descender al infierno más veces que nadie, su sola presencia inspiraba respeto y aunque allá abajo les costaba reconocerlo, también temor. Era seguro que nadie se atrevería a tocarle un solo cabello, después de todo, él había sido quien lideró a los ejércitos celestiales en la gran guerra y derrotó al mismo Lucifer en su rebelión para posteriormente expulsar a los traidores del cielo, sus antiguos hermanos transformados en sus más viejos enemigos, una tercera parte de todos los ángeles del cielo.

Las cosas no habían cambiado mucho en el infierno desde su creación, es cierto que había lugares más "modernos" pero la morada de los condenados no dejaba de ser una fortaleza de la que nadie podía entrar o salir sin el conocimiento de su monarca. Miguel sabía que su presencia para este punto no le era oculta y esperaba que después de milenios sin verse, este le recibiera. A decir verdad no tenía idea de qué encontraría al llegar ni de si los viejos protocolos aún se respetarían o tendría que salir blandiendo la espada. No tenía miedo, eso era obvio. El adversario alguna vez también fue su hermano y probablemente no habría olvidado el filo de su espada.

Al descender caminó hacia las llanuras abiertas y desoladas, observó el habitual flujo de los nuevos llegados hacia las puertas de la condenación, decidió entonces que los seguiría hasta la entrada principal y de paso pondría atención ante cualquier indicio de algo diferente o alguna trampa. A su encuentro llegó en forma de un rayo la duquesa del infierno, Shax. Había cambiado su aspecto muy poco desde la última vez que la vio en la librería en el día en que descendieron cuando el halo de Azirafell hizo sonar una trompeta y una declaración de la guerra inminente que al final resultó cancelada por común acuerdo.

- Miguel, el señor del averno sabe que estás aquí. Habla ahora sobre tu propósito. - el rostro y los gestos de Shax le recordaban a una hiena o un zorro y sin embargo, sabía que ella seguía al infierno al tiempo que jugaba según sus propios intereses.

- Shax, esta vez no vengo de parte del cielo, estoy aquí y se que sabes el motivo. Azirafell... - Miguel hizo una pausa e inhaló profundo - Tú sabes, necesito información, toda la que tengas y necesito también una audiencia con tu monarca. - La voz de Miguel era autoritaria y firme, sus ojos estaban fijos en el demonio de aspecto femenino frente a él

- ¡Vaya que deben estar desesperados allá arriba como para haberte enviado aquí por información! - La mujer rio con burla esperando causar una reacción en Miguel que no llegó. - ¡Ay! ¡Cuanta seriedad! ¡No haces divertido esto!

- No tiene nada de divertido, la sangre de uno de mis hermanos se derramó en la misma ciudad de plata. Cegados por la rutina y por nuestro propio ego, permitimos al mal entrar en nuestro hogar. Por eso estoy aquí, por respuestas.

- Entiendo, nada de esto está bien, están alterando el orden, incluso aquí en el infierno. - Shax giró los ojos y resopló - ¡Bien, sígueme! Mi señor no puede verte justo en este momento, tenemos que hablar antes, cuando el infierno esté listo para tu visita en el aposento de mi señor, te guiaré.

La mujer empezó a andar por lúgubres pasillos hasta que llegó a una habitación de paredes oscuras y altas, un techo elevado y algo bastante raro en el infierno, ventanales. Su silla era un asiento sencillo, parecía más un simple sillón ejecutivo humano, sin cuernos o calaveras talladas. El escritorio de madera oscura frente a ella estaba casi vacío, solo una pluma de imersion con tinta rojo oscuro casi negra y papel para escribir de colores claros. Cerró la puerta tras un movimiento de la mano y con otro ademán las cortinas se descorrieron todas y la luz opaca entró. Empezó entonces a hablar.

- Verás, la traición es algo común aquí, no sería el infierno si los demonios viviéramos tranquilos y confiando por completo unos en otros y sin embargo, antes al menos la lealtad se valoraba un poco, ahora es como decir un chiste. - Se acomodó en su silla, Miguel permanecía de pie, ella le hizo un ademán invitándole a sentarse. - Por favor. Tengo mas de un par de cosas por decirte. Cuando me reuní con Azirafell ni siquiera tenía idea de por qué lo estaba haciendo. Creo que fue mera curiosidad al principio sobre cómo actuaría él, si el miedo y el caos se apoderarían de su mente al saber que su experimento con Crowley peligraba. Sin embargo, sabía muy poco en realidad aunque lo que le dije creo que al final le ayudó a estar alerta. Seguí indagando por mi parte. - Shax le dio un largo sorbo a una copa de vino que hizo materializarse de la nada - ¿Te ofrezco algo? Aún queda mucho por decir.

Imborrable: Una Historia De Good OmensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora