La amistad entre Henry y Anthony había surgido poco a poco y es que AJ era una persona fácil de querer, como si su sola presencia irradiara luz y como si todo el tiempo estuviera rodeado por un aura de amor, como un escudo invisible pero poderoso. Henry se dio cuenta cada vez que pensaba más en él, que le gustaba pasar tiempo con él y sabía que Anthony también disfrutaba su compañía pero se preguntaba si a caso él podría sentir algo más que solo amistad. A veces se le quedaba mirando incluso sin querer, no bastaba con decir que la atracción física que sentía era muy fuerte pero ya no solo era eso, tal vez inició siendo así, sin embargo en ese punto, sabía que estaba perdido.
Anthony era popular en el instituto entre las chicas y los chicos, mentira seria decir que no. Era sabido que mas de un par de personas juraban estar enamoradas de él y más de una vez alguien se había atrevido a hacerle una propuesta o enviarle cosas. Él no estaba acostumbrado a eso y no era algo que particularmente le llamara la atención, siempre que Henry lo interrogaba al respecto, él decía lo mismo, que no le gustaba nadie, no de esa forma y que él solo era amable, nada más. Sin embargo, Anthony tenía un secreto, uno que era solo suyo y es que había alguien que ocupaba sus pensamientos, sobre todo cuando dormía, no sabía su nombre, no sabía ni siquiera si existía, pero curiosamente los recuerdos de su imagen le venían de mucho tiempo atrás, como si fueran de los primeros recuerdos de su vida y curiosamente, esa persona tenía mucho parecido con Henry, aunque algo en ellos era radicalmente diferente, su mirada.
El ultimo día de clases al despedirse, Henry estuvo tentado a confesarle sus sentimientos a su amigo pero en el ultimo momento se arrepintió. No quería asustarlo, ni alejarlo mucho menos y pensó que tal vez era precipitado, en el ultimo segundo casi se atrevió a besarlo pero no pudo.
Ya habían pasado dos años desde aquel día, no le había insinuado a Anthony nada más y cada que platicaban por teléfono en sus pocos ratos libres que buscaba acomodar a fin de poder escuchar su voz, siempre entre bromas y aparte de platicar de cosas de la escuela o de la vida en general, lo cuestionaba si había alguien que le gustara o si había conocido a alguien o ¿cómo iba? si seguía recibiendo regalos, invitaciones, propuestas; siempre lo bromeaba y con esperanza siempre aguardaba a que Anthony al responderle, negara como de costumbre y continuaran hablando de otra cosa, eso le mmantenía creyendo en una posibilidad para si mismo. Pensaba para este punto que lo que sentía era realmente amor y no de amigos sino un amor joven y fuerte que hasta ese momento no necesitaba de nada más, hallaba fuerza y se alimentaba solo de una voz, de su voz.
En cuanto llegó el verano, eligió uno de sus primeros días libres para visitarle en su casa en la librería, había hecho planes ya previamente con él para quedarse un par de días ahí, el lugar era lo suficientemente grande y había un par de habitaciones de huéspedes que en realidad nunca había sido ocupadas. Henry había platicado con su padre días antes y se había sincerado con él sobre lo que sentía por su mejor amigo y Marcus, lejos de reprenderle o cualquier otra cosa, le dijo que el amor es algo que no debe ocultarse ni negarse, que podría tratar de sincerarse con Anthony sobre sus sentimientos y que por la amistad que tenían hasta entonces, él no creía que eso lo fuera a arruinar, tal vez sería el paso siguiente, no había forma de saberlo más que armándose de valor y siendo honesto al respecto y entonces le contó de nuevo la historia que él ya conocía bien, de cómo el reservado profesor de preparatoria logró enamorar a la poderosa mujer que para él siempre había sido su madre.
Miró su reloj, eran las 16:00 hrs, llegaría justo para la hora del te o un poco antes a la librería, lo tenía más o menos planeado, tal vez platicando casualmente por la noche podría confesarle sus sentimientos después de cenar o quizás al día siguiente si salían a dar una vuelta. En realidad aun no lo había decidido del todo y no estaba tan nervioso por eso. Mientras caminaba a unas cuadras vio una florería y sintió el deseo de llevarle unas flores, tal vez no era un detalle común entre chicos pero si conocía a su Anthony como lo hacía, las apreciaría porque le gustaban las plantas. Viendo entonces tantas flores, por un momento no supo cuales llevar, todas eran hermosas. Llevar unas rosas rojas le parecía atrevido, cerró los ojos y pensó, aspiró entonces un suave perfume y dirigió su mirada guiado por su olfato hacia el origen de ese aroma tan puro, se sentía hasta cierto punto, espiritual; compró entonces un ramo de gardenias blancas.
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Imborrable: Una Historia De Good Omens
FantasyLa realidad se altera esta vez pero por intervención celestial ¿El plan desesperado de un ángel enamorado podrá resultar? Un artista humano con reminiscencias de una presencia que visita sus sueños. Hay cosas que nada puede borrar. "Al final, las a...