Ese día, ese terrible día, Crowley subió a su auto, le invadía una sensación previamente desconocida de una profunda desilución y estaba confundido, se sentía como en tercera persona, como si estuviese separado de lo que pasaba exactamente con él en ese momento. Empezó a conducir, al principio sin saber exactamente a dónde ir, indeciso entre si permanecer ahí deseando, esperando que algo cambiara de ultimo minuto, como si de pronto fuera a despertar de uno de sus sueños; o en cambio, irse a toda velocidad sin un rumbo fijo, solo lo suficientemente lejos, como si eso fuera a servirle para aclarar su mente o quitarle otra sensación que apenas estaba experimentando en ese momento, una imperiosa necesidad de respirar, como si el aire por más que lo halara, no consiguiera llegar a los pulmones de su forma humana. Al final, condujo con rumbo a su departamento, tal vez por primera vez desde que tenía auto lo hizo dentro del límite de velocidad establecido para el centro de Londres. Había experimentado perder a Azirafell una vez, pero poniendo todo en contexto, esta vez era mucho peor. Consciente plenamente de que lo amaba, esto dolía aún más. Trataba de que sus pensamientos no le destruyeran el cerebro mientras giraban a velocidad vertiginosa una y otra vez en su interior.
¿Azirafell no sentía nada por él? Tenía lógica, él era un demonio después de todo y Azira un ángel, ¿Por qué se atrevió por un momento a pensar en que podría corresponder a sus sentimientos? Eran solo amigos y eso ya era decir demasiado entre un ángel y un demonio, para Azira seguramente no debían ser más que eso o al menos nunca le dio señales de lo contrario ¿Cómo había podido creer que podría llegar a amarlo de otra manera? ¿Cómo había podido llegar a creer que era merecedor de recibir amor? Y menos aún de un ángel.
El conocía el dolor y la desesperanza aunque mayormente en tercera persona puesto que parte de su trabajo trataba de repartir esos y otros sentimientos negativos entre los humanos, sin embargo en esta ocasión era él quién sentía que le aplastaban el pecho hasta casi dejarlo sin alcanzar aire, pero no, no se iba a permitir romper a llorar ahí, era orgulloso cual serpiente. Esperaba llegar a su departamento y poder encerrarse ahí, sin interesarse en nada más y poder reordenar su mente, tan solo esperaba encontrar el sitio vacío al llegar y no tener que lidiar con incomodos visitantes infernales. En eso pensaba cuando lo percibió, notó como la presencia del ángel se desvanecía, como si se alejara más y más e instintivamente, como si creyera que era porque él se alejaba o como si pudiera detenerlo con su acción, frenó de la nada y a fondo. Afortunadamente no había autos detrás del suyo y aunque hubiese, no le habría importado incluso desincorporarse en ese momento. Se orilló, sintió la opresión en el pecho aumentar, le pareció que algo se atoraba en su garganta y no le permitía ni deglutir. Bajó del auto y estuvo ahí de pie al lado del camino mientras sentía a su ángel alejándose, se desvanecía. Ya había dejado de sentirlo una vez, aquella ocasión en el incendio de la librería, cuando creyó que había sido asesinado, pero incluso en esta ocasión le parecía aún más doloroso, como una lenta agonía ir sintiendo como se iba poco a poco, hasta que desapareció. En ese instante, una soledad asfixiante y oscura como un abismo le pareció engullirlo por completo, poco le faltó para caer de rodillas al pie del auto. Justo era visible la puesta de sol desde donde estaba, y mientras los últimos rayos se iban perdiendo para dar paso a la oscuridad, las lagrimas se abrieron paso en él y lloró.
Logró apenas recomponerse un poco para seguir conduciendo, volvió a subir al Bentley mientras el llanto estaba ahí, conteniéndose para poder continuar, tanto que sentía que le dolía respirar. Llegó al apartamento y parecía como si sus cosas hubieran estado ahí todo el tiempo, como si solo él hubiera estado fuera de casa por un periodo, todo salvo sus plantas que había que reacomodar de nuevo.
Vino entonces a su mente ese beso impulsivo que le dio al ángel, hubiera deseado poder transmitirle todo su amor ahí, tal vez así, él se habría quedado, sin embargo, recordó que también sintió algo de vuelta, por un instante, como si algo de Azira viniera hacia él, no sabía decir que había sido, no sabría decir si se sentía como amor o era su propio dolor y confusión jugando con su mente. Recordó por un momento la expresión del ángel antes de entrar al elevador, le pareció que hubiera dudado por un momento. ¿Debería haber ido por él? ¿Debería haber intentado detenerlo? ¿Le faltó coraje para ir tras él?
No, Azirafell había dejado claro que lo que querían iba en sentidos opuestos o eso le pareció. "Nada dura para siempre" "Te perdono" se clavaban como una lanza en el centro de su pecho. Estaba demasiado cansado como para seguir pensando en todo. No podía enojarse, lo amaba y se sentía como un estúpido. No por haberlo dicho al fin, sino por no haber tenido el coraje de hacerlo antes. Tal vez las cosas habrían sido diferentes, tal vez habrían sido ellos los que se habrían ido y no Gabriel y Beelz. Ya no quería pensar así que se propuso a beber hasta quedar inconsciente.
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Imborrable: Una Historia De Good Omens
FantasyLa realidad se altera esta vez pero por intervención celestial ¿El plan desesperado de un ángel enamorado podrá resultar? Un artista humano con reminiscencias de una presencia que visita sus sueños. Hay cosas que nada puede borrar. "Al final, las a...