Narra William:
Lucius: ¡La profecía! ¡Denme la profecía, Potter! -gruñó-
William: Tío. -dije enojado al sentir la punta de una varita clavándose entre mis costillas-
Harry: ¡No! ¡Suélteme! ¡Neville! ¡Agarrala, Neville!
-Harry echó a rodar la esfera y Neville giró sobre la espalda, la atrapó y se la sujetó con fuerza contra el pecho.
Mi tío Lucius apuntó con la varita a Neville, pero Harry lo apuntó a él con la suya por encima del hombro-
Harry: ¡Impedimenta! -gritó-
-Lucius se separó inmediatamente de Harry y de mi-
Harry: ¿Estás bien? -preguntó mientras los dos nos poníamos de pie-
William: Si, yo...
-Me di la vuelta viendo como mi tío Lucius chocaba contra la tarima sobre la que Sirius y Bellatrix se batían en duelo.
Lucius volvió a apuntar con la varita a Harry y Neville, pero antes de que pudiera tomar aliento para atacar, un hombre con muchos rasguños y cicatrices en el rostro, de un salto, se había colocado entre Lucius y los tres-
X: ¡Harry, William, recojan a los otros y salgan de aquí!
William: ¿Qué? ¿Quién es usted? -pregunté confundido-
Harry: Te lo explico en el camino.
-Y Harry agarró a Neville de la túnica por un hombro mientras a mi me llevaba del brazo con su otra mano. Subió a Neville al primer banco de piedra de las gradas; las piernas del chico se sacudían, daban patadas y no lo sostenían en pie-
Harry: Ayúdame. -dijo refiriéndose al rubio-
-Yo asentí y, junto a Harry, tiramos de nuevo de Neville con todas nuestras fuerzas y subimos otro escalón…
Entonces un hechizo golpeó el banco de piedra donde Harry y yo teníamos apoyados los pies; el banco se vino abajo y caímos al escalón inferior. Neville también cayó al suelo, sin dejar de agitar las piernas, y se metió la profecía en el bolsillo-
Harry: ¡Vamos! -gritó desesperado, tirando de la túnica de su amigo- Intenta empujar con las piernas… William, ven y...
William: Ya sé lo que debo hacerr, Potterr. Porr Merrlín. -rodé los ojos-
-Di otro fuerte tirón y la túnica de Neville se descosió por la costura izquierda. La pequeña esfera de cristal soplado se le salió del bolsillo y, antes de que alguno de los tres pudiera atraparla, Neville la golpeó sin querer con un pie.
La profecía saltó por los aires unos tres metros y chocó contra el escalón inferior. Harry, Neville y yo nos quedamos mirando el lugar donde se había roto, horrorizados por lo que acababa de pasar, y vimos que una figura de un blanco nacarado con ojos inmensos se elevaba flotando.
Vi que la figura movía la boca, pero con la cantidad de golpes, gritos y aullidos que se producían a mi alrededor, no pude oír ni una sola palabra de lo que decía. Finalmente, la figura dejó de hablar y se disolvió en el aire-
Neville: ¡Lo siento, chicos! -gritó muy angustiado, y siguió agitando las piernas- Lo siento, no quería…
Harry: ¡No importa! -gritó- Intenta mantenerte en pie, hemos de salir de…
Neville: ¡Dumbledore! -exclamó sudoroso, mirando embelesado por encima de nuestros hombros-
Williamb ¿Qué?