Narra William:
Harry: ¡Dónde está la salida!
-Fue como si la habitación estuviera esperando que Harry formulara aquella pregunta.
La puerta que teníamos justo detrás, se abrió de par en par. Mi hermano y yo vimos el pasillo de los ascensores, que se extendía ante ambos, con las antorchas encendidas pero vacío.
Atravesamos la puerta rápidamente… Entonces escuchamos que un poco más allá un ascensor traqueteaba; recorrimos veloz el pasillo, doblamos la esquina y di un puñetazo en el botón para llamar otro ascensor.
Éste descendió produciendo un ruido metálico; luego la reja se abrió y ambos nos metimos dentro y golpeamos el botón del Atrio al mismo tiempo.
Las puertas se cerraron y el ascensor empezó a subir. Salimos antes de que la reja se hubiera abierto por completo y observamos lo que lo rodeaba.
Bellatrix casi había llegado al ascensor de la cabina telefónica, que estaba al final del vestíbulo, pero miró hacia atrás cuando Harry y yo íbamos a toda velocidad hacía ella, y entonces nos lanzó un hechizo a cada uno.
Harry se escondió detrás de la Fuente de los Hermanos Mágicos mientras yo me escondí detrás de una pileta, casi a su lado.
Los hechizos pasaron rozándonos y, al dar contra las rejas de oro labrado que había al fondo del Atrio, produjo un sonido de campanas. No se oían más pasos. Bellatrix había dejado de correr.
Yo me agaché detrás de las pileta hasta que escuche la voz odiosa de aquella mujer-
Bellatrix: ¡Salgan, pequeños Potter, salgan! -gritó imitando una voz infantil que rebotó contra el brillante suelo de madera- ¿Para qué me buscaban, si no? ¡Creía que habían venido para vengar a mi querido primo!
Harry: ¡Así es! -gritó-
-Su respuesta se repitió por la sala como un eco fantasmagórico-
Bellatrix: ¡Aaaah! ¿Lo querían mucho, pequeños Potter?
-De solo escucharla hablar, sentía que me invadía un odio que jamás había sentido; ni siquiera cuando me enojaba y mis ojos cambiaban a ese color rojo endemoniado que siempre pasaba.
Esta vez era diferente, esta vez era porque tenía un propósito además de enojarme. Quería venganza, así que de un salto salí de detrás de mi escondite y brame-
William: ¡Crrucio! -grité apuntando a la mujer-
-Bellatrix gritó, el hechizo la había derribado, se retorcía de dolor mientras daba pequeños gritos ahogados en el suelo como había hecho Neville. Pero después de unos cuantos segundos, dejo de hacerlo.
Volvió a levantarse, jadeante; había parado de reír. Harry no se movía de su escondite, detrás de la fuente dorada. El contra hechizo de la mortífaga estaba a punto de darme, pero logré desviarlo y rebotó en la cabeza del apuesto mago que cubría a mi hermano. La cabeza se desprendió de la estatua y fue a parar unos seis metros más allá, arañando el suelo de madera-
Bellatrix: Ya habías empleado una maldición imperdonable, ¿verdad, chico? -gritó abandonado aquella entonación infantil- ¡Lo sentiste, Potter! Deseaste que de verdad me causara dolor, disfrutaste eso. -sonrió- La rabia sin más.
-Estaba a punto de lanzarle otro maleficio, pero ella fue más rápida y, con una sonrisa horrible, me apuntó con ganas-
Bellatrix: ¡Crucio! -gritó-
-Caí de rodilla al sentir el maleficio en mi cuerpo. Fuertes y desgarradoras cuchillas en mi cuerpo era lo que sentía ahora. Dolía como el infierno y gritaba como nunca de dolor.
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