12.

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VEGAS:

Abrí el grifo de la ducha, mojando todo mi cuerpo.

Olía a sexo, odiaba ese olor. No solo odiaba eso, sino también odiaba el aroma a tabaco y de licor.

¿Ridículo? Sí. Era demasiado ridículo para alguien que hacia todo eso, aun sabiendo que odiaba hacerlo.
Alcé la cabeza, cayéndome agua por todo el rostro.
Los recuerdos siempre venían
después de haber tenido sexo con alguien. Eran como burbujas flotantes, como nubes que flotaban en el cielo. Cada una llena de emoción. Y no faltaban las preguntas que se originaba a medida que recordaba.

¿Qué hubiera pasado si el estuviera conmigo?

¿El sexo diferente?

¿Ya hubiera tenido hijos con el?

Sí, quizás le hubiera ganado a mi hermano. Quizás hubiera tenido un hermoso cachorro. Tendría sus ojos y su cabello.
-Sería hermoso. Ahora te entiendo, hermano -farfullé en aquel pequeño cuarto de baño. Odiaba todo de mí, odiaba el hecho de no haber hecho nada para ayudarlo.

Caminé hacia el lago. La luna estaba en todo su esplendor, reflejándose en el agua superficial del lago. Aquel lago que tuvo a mi amado atrapado.

-¡Hola, querido y hermoso Tawan! Saludé con el tono algo distorsionado. Mi lengua estaba entumecida por el licor ingerido. Me metí en el lago, sintiendo el agua fría por mi cuerpo. Siempre había sido así. Me metía al lago y estaba varios minutos contemplando la luna en todo su esplendor. Aparte, me sentía conectado con todo el lugar.

Tomé otro trago de la botella, sintiendo el ardor del líquido ámbar.

Unos pasos sonaron detrás de mi espalda. Sonreí de medio lado, siempre aparecía en el momento menos preciso. La primera vez, le dije cosas hirientes. Sin embargo, el regresó nuevamente por mí.
-No deberías estar a estas horas en este lugar, Porsche. Ahora estás embarazado -demandé de espalda y con la mirada hacia la luna-. Regresa al cuarto de mi hermano y dale cariño. A no ser que quieras.... tener cariño de mi parte.

-Es una lástima. Pero no soy Porsche -dijo aquella vocecilla de niño malcriado. Ladeé el cuerpo, encontrándome con Pete. Estaba parado con los brazos cruzados sobre el pecho-. ¿Qué haces a estas horas en el lago?

-No tengo ganas de responder a tu pregunta. Será mejor que te vayas de aquí -dije con tono áspero. No tenía ganas de verlo en estos momentos. No en estos términos. Quería estar solo, sin nadie a mi lado.

-Tu comportamiento voluble hace que tenga ganas de patearte las pelotas. ¿Puedo hacerlo? Estás muy ebrio para defenderte. -Su tono de voz estaba cargado de sorna-. ¿Verdad, Vegas?

Tu carácter es exasperante para mí.
Salí del lago, yendo directamente hacia el. No se movió para nada, ni se inmutó en hacer una emoción en su rostro. Todo su cuerpo estaba clavado en el suelo, mientras que tenía una expresión impávida.

-Tienes un carácter muy podrido, Pete- farfullé, tomándolo del mentón. ¿Algo más que alegar?

-Tu genio es una mierda.

Solté una pequeña risa.

-¿Por qué lo dices? ¿Te hice algo? Porque por lo que veo, no he hecho nada para que me digas eso. Acerqué más mi rostro, pudiendo sentir su aliento chocar contra mi rostro. Su aroma perfume, incentivaba las ganas de saborear sus labios gruesos y glotones.
Muy mal. Ya vine teniendo sexo.

-Si sigues haciendo eso, yo....
-¿Tú qué? ¿Qué harás? No creo que puedas hacer nada, querid Pete articulé con tono juguetón. Estaban empezando a gustarme sus expresiones.

El soltó un bufido.

Y sin esperarlo más. Sentí como tomó de mi camisa y me jaló hacia el. Sus labios cayeron en los míos, dándome un beso.

Al principio me sorprendió, quedando estático. Pero cuando el gimió, todo de mí se desató.

Lo tomé de la cintura y lo devoré con pasión.

Nuestras lenguas danzaron dentro de nuestras bocas, saboreando la palabra lujuria en toda la expresión.
Su cuerpo se apegó al mío, sintiendo como mi masculinidad crecía. El tenía algo que me hacía prender por todas partes. Quería más de el, más de su cuerpo. Mi mente divagó en las imágenes de los dos.

Oh Delicia exquisita.

Quería sacarle la ropa y hacerlo mío en ese lugar. Sin embargo, el me empujó, cayendo de trasero.

-Eso es todo, -dijo, lamiéndose los labios-. Un beso lleno de pasión. Nada más.

-¿Qué? -inquirí aturdido por su comportamiento alocado.

El sonrió de medio lado.-No estoy para tener sexo alocado con alguien como tú. Puedes buscar eso, pero yo no busco eso. La vida me ha enseñado a escoger caminos, y en este momento, mi camino no está en ser tu pareja sexual, ni mucho menos una aventurilla. —Alzó el rostro con altivez-. Puedo ser de todo, menos un cualquiera. Con permiso.

Y se fue.

¡Se fue! ¡El se fue!

Quedé desconcertado. Todo efecto del alcohol se fue de una.

Miré como desaparecía en la noche y luego nada.

Luego de nuevos minutos de asimilar lo sucedido, comencé a reírme como un loco. El era muy diferente a todos los que he conocido.

ERES MI ALPHA (vegaspete)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora