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PETE:

No podía pensar con claridad. Tenía mi rostro sudoroso y con lágrimas que había derramado por la muerte de la mamá de los hermanos. Ni que hablar de las personitas que estaban a mi lado. Mi mejor amigo estaba en labor de parto, mientras que su pareja no se despegaba de el, apretaba su mano con un estado de ánimo demacrado. Era lógico, miró como su madre nos protegía, pagando con su vida.

-Lo siento. Lo siento tanto -dijo Porsche en un grito. Respiró varias bocanadas de oxígeno, mezclado con jadeos por producto de su parto -. Es mi culpa. Es mi culpa....
-Deja de hablar eso. Por el momento, ocupémonos de tu parto. Debes sacar a tu bebé. Él te necesita -objeté, limpiando mi rostro con mi brazo-.

-Mi bebé.... Mi Prapai. Debo..... gritó fuertemente. Se sentó en posición ginecológica, mientras que el hombre que mandó Vegas, estaba supervisando-. Él debe nacer bien.

-Así es. Para eso, debes tranquilizarte. Vamos, Porsche. Todos estamos listos para ver a tu pequeño hombre lobo -declaré, viendo como Kinn asentía con la cabeza-.

¿Todo bien?

Aquel hombre que estaba supervisando el parto, asintió con la cabeza.

Está listo para sacar al cachorro -explicó aquel hombre.

-Pensé que los partos duraban demasiadas horas -dije entre dientes, mirando como mi mejor amigo gritaba fuertemente. Oh Dios mío.

-Los partos de los seres humanos sí. Pero los de los hombres lobos, no. Desde el desarrollo hasta el alumbramiento, todo es rápido, haciendo que el dolor no se extienda más tiempo. -Se puso unos guantes y miró a Porsche que se revolvía en el suelo. Debes ser fuerte.

Nunca pensé que presenciaría el parto de alguien; sobre menos, el de mi mejor amigo. Siempre veía en películas, o en documentales como la mujer paría. Sí, esa era la palabra correcta para lo que estaba viendo.

Pariendo en una pocilga, no era una mejor opción.
-Salió la cabeza -avisó aquel partero improvisado. Tanto Kinn y yo lo miramos sorprendidos-. Otro poco más y sale por completo.

-¡Vamos, Porsche! ¡Saca a tu hombrecito lobo! ¡Quiero conocerlo! -grité entusiasmado con una sonrisa en los labios.

Y lo vi.

Una cosita rosada se alzó en los brazos del partero. Esta vez no lloré de tristeza, sino de felicidad. La felicidad de ver una pequeña vida, de un pequeño hombrecito lobo. Porsche soltó a llorar y a reír. En cuestión de minutos, el nuevo ser, comenzó a llorar, haciendo eco su llanto por todo el lugar.
El bebé estaba encima del pecho de mi mejor amigo, mientras que Kinn, tocaba una de sus manitas rosadas. Ambos padres apoyaron sus frentes, haciendo un cuadro hermoso que se plasmó en mi retina y en mi cabeza.

Una muerte y una vida.

Eso pasó. Se fue alguien y vino otra personita tierna.

Solté a reír con entusiasmo.

-Lo hiciste bien, Porsche. Felicidades. Ahora tienes a tu bebé sano y salvo -dije con una sonrisa plasmada en el rostro.

-Sí. Prapai. Nuestro lindo bebé susurró Porsche, besando la cabecita de su hijo. Bienvenido a este mundo.

Εl pequeñito se movió en respuesta.

-Ya llamé a los demás. No demoran
en llevarnos a nuestro territorio.
Dijo el partero improvisado-. Iré hacia el
alfa a informarle el nacimiento de
su sobrino.

Se levantó y se fue de ahí, yendo hacia donde estaba Vegas. Unos pasos pequeños, se acercaron, haciendo que la miremos la pequeña sombra que se coló entre nosotros.

Era la pequeña niña que estuvo con nosotros. Ahora podía verla con más claridad. Su cabello resplandecía con la luz que se filtraba por los agujeros del lugar, y sus pequeños ojos parecían dos esmeraldas que brillaban con luz propia.
-Señorito Porsche, nació Prapai murmuró sentándose de rodillas y mirando al pequeño Prapai-. Me alegro que haya nacido.

-Gracias, Rose -dijo Porsche con cansancio-. Sé que tú le tiraste la botella a ese tipo.

La pequeña solo asintió con la cabeza y sonrió.

-Mamá siempre decía que hay que proteger a las personas que están en dificultades. Es una regla que sigo. - Miró detenidamente al pequeño llorón que tenía Porsche en su pecho -. Es un gusto de conocerte, Prapai. Pequeño renacuajo.

Todos soltamos una pequeña risa por el mote que le había dado.
-Es un gusto. Mi nombre es Pete, y ese hombre apuesto se llama Kinn, es el papá de Prapai -presenté con una sonrisa. La pequeña Rose, solo sonrió. Muy valiente de tu parte.

-No es nada. Solo hice lo que debía de hacer. -Tocó la manita pequeña del bebé, ese acto hizo que parara de llorar-. No llores, pequeño renacuajo. Espero conocerte más adelante. Cuídate -Se levantó de ahí y nos regaló una de sus mejores sonrisas chimuelas-. Debo irme, papá me espera.

-¿Qué? ¿Tu padre?

-Hasta la próxima -Esas fueron sus últimas palabras para fugarse corriendo de ahí. No entendía por qué una niña de esa edad estaba en ese tugurio. Me levanté para ver donde iría, pero mis piernas se doblegaron, no solo eso. Mi visión se volvió borrosa, haciendo que mi cuerpo cayera al suelo.

¿Qué?

Escuché un pequeño grito de mi nombre y luego nada. Me dejé llevar por el cansancio físico y emocional, sumergiéndome al inconsciente.

ERES MI ALPHA (vegaspete)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora