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VEGAS

La guerra se desató, los disparos y agresiones llovieron por encima de nosotros. No podía creer que aquel grupo lo lideraba un humano. ¿Por qué dejaron que un humano se metiera con los hombres lobos? Todos sabemos, que había un acuerdo entre la raza de los humanos y de los hombres lobos.

Un acuerdo que no debía de ser roto.

Alcé el arma y disparé a cualquiera que se me cruzara por el camino, matando a sangre fría a cada uno de ellos. Esquivé algunos disparos, mis hombres estaban heridos pero seguían luchando hasta el final.

-¡Anda con Pete! -ordené en un grito. Mi hermano, quien estaba en su forma de lobo alzó su cabeza-. No dejes que les pase nada. A ninguno de los dos.
Él no dijo nada. Solo mordió,  lanzando a su oponente a un lado del campo de batalla. De ahí se alejó, metiéndose por el bosque, hacia donde se que se encontraba mi chico. Juzgando por el olor en el ambiente, estaba yendo hacia el lugar que se encontraba Porsche.

-¿Estás bien, hijo? -preguntó mi madre a un lado de mí-. Son muchos.

-Ese maldito metió a un humano en esta disputa -dije con la ira circulando por mis venas. Estaba listo para dispararle en la frente y así poder matarlo de un tiro.

Mi madre gruñó, cayendo al suelo, comenzando a transformarse. Ella a veces acompañaba a papá cuando salía de misiones, aunque no lo hacía siempre. De vez en cuando, ya que mi padre no permitía que ella se lastimara.
Saltó en su forma de lobo hacia uno los enemigos. Su hermoso pelaje, era de color gris con blanco. Hacía tiempo que no la veía transformada en loba.

-Malditos miserables, ¿por qué están ocultos tras los humanos? ¿Desde cuándo su raza está camuflada perfectamente? ¡¿Cuándo?! -Disparó hacia mí, pero esquivé con un movimiento rápido-. Mataron a mi mujer.

-Nosotros no podemos matar a un ser humano. Está en el contrato de nuestros antepasados -dije, defendiéndome. A medida que disparaba, el tipo comenzaba a reírse. Parecía que estuviera disfrutando de la situación.
-Mataré a cualquiera de ustedes. Juro que me vengaré de cada uno, y cuando encuentre al asesino, lo pondré enfrente de ustedes y lo asesinaré sin compasión. ¡Como lo hicieron con mi mujer!

Mi madre corrió hacia él y se lanzó encima. Le mordió su hombro, disparé y la bala aterrizó en una de sus piernas, gritando de dolor.

-¿Dónde está ese tipo? -pregunté a medida que me acercaba y lo apuntaba hacia la cabeza-. ¡¿Dónde está ese maldito?!

El asesino solo dirigió su mirada llena de sorna e ironía.

-¿Crees que te lo diré fácilmente? ¡Púdrete, monstruo! -Escupió en mi rostro. Todos ustedes deberían irse al mismísimo infierno.

Apreté el gatillo.
Quería hacerlo, quería matarlo por haber participado en un conflicto que no le convenía, quería hacerlo. Solo me detuvo las palabras que dijo mi padre tiempos atrás. Aquellas palabras que iban de generación en generación.

"El contrato fue sellado con sangre, bajo la luna llena, con la bendición de nuestra Diosa. No dañarse mutuamente. Humanos y hombres lobos. En paz. En equilibrio".

No podía matarlo.

Me lo impedía ese contrato. Cuando mis antepasados juraron con la Diosa Luna, lo hicieron de corazón, pusieron su palabra de honor.

No podía romperlo. A pesar de escuchar que uno de nosotros lo hizo. Aún no estoy convencido de ello.
-No te mataré. No ensuciaré mis manos con un humano como tú escupí cada palabra con odio-. Siempre he dicho que los humanos, son criaturas muy raras. Muy diferentes de una con la otra. En este caso, eres solo una basura del montón.

-¿Eso crees? Cuando vea tu cara de dolor por matar a esos chi....-No habló, ya que lo pateé en la cara, dejándolo inconsciente en el acto.

Apunté el arma al tipo de atrás de
mi y disparé sin remordimiento.
Di una ojeada a mí alrededor, viendo que
todos estaban caídos. La batalla se
había terminado.

-¡A la fábrica! ¡Todos preparados! Allá encontraremos más calaña de esta-demandé hacia ellos. Quedaron la mitad de mis hombres, algunos heridos y otros muertos.
No dije nada más. Mi madre soltó al tipo, y fue detrás de nosotros. Mi corazón estaba latiendo, rogando que mi hermano llegara a tiempo. No quería encontrarme con un cuadro espeluznante, no sabía cómo reaccionaría a tal imagen.

A medida que corríamos, la adrenalina se apoderó de mí.

El olor a Pete se acentuaba cada vez más en mi nariz. También podía percibir otro olor aparte de el. Dos olores diferentes.

¿Dos olores?

Llegamos justo cuando mi hermano tenía agarrado el cuello a un enemigo. No estaba Pete, pero su olor estaba cerca.
-Hermano.... -murmuré suavemente. Mis hombres miraron por su alrededor, mientras que mi madre fue hacia mi hermano y lo acarició con su hocico-. Pete y Porsche, ellos...

Su cabeza señaló a la fábrica.

No faltaba decir nada más. Todos me acompañaron hacia ese lugar. Estábamos listos para cualquier enfrentamiento que suscitara en ese momento. Nos dividimos en tres grupos, rodeando la fábrica. La puerta que era grande y de metal, estaba abierta.

Entré y lo primero que vi fue a Pete abrazar a Porsche, mientras que ese maldito psicópata tenía un arma apuntándolos.
-Bienvenido, alfa de la manada Arcanos. Felicidades por tu ascenso como líder de una enorme manada - dijo, sin quitar el arma de ellos-. Dejemos de rodeos, y enfoquémonos en algo. A mi lado, tengo a dos mates de los hermanos. Uno está embarazado y el otro es un gatito demasiado grosero.

-No dispares, Porsche está en....
No terminó de hablar, ya que el
grito que hizo Porsche fue desgarrador- ¡Labor de parto!

Abrí los ojos sorprendido. Mi hermano quien estaba a un lado, gruñó fuertemente, queriendo ir hacia el.
-Ahora sí. Como ves, el querido mate, va a parir en este lugar. Pero..... -Apuntó hacia Porsche-, puedo dispararle e interrumpir el embarazo. Por cierto, tengo hombres rodeando el exterior, muy camuflados como camaleones.

Apreté los dientes. Quería matarlo, dispararle en el corazón y en la cabeza. La impotencia me estaba matando de a poco. No podía hacerle nada. Tampoco quería hacer un acuerdo con él, aunque la situación estaba diciendo otra cosa.

-Te doy unos segundos para que aceptes el trato -dijo con una sonrisa llena de sorna-. Dame a los integrantes de la manada Arcanos, incluido el bebé que tiene este humano. Los criaré como mis hombres, así la manada será más numerosa.
-No te entregaré a mi bebé por nada del mundo -murmuró Porsche entre dientes. Tenía la mano alrededor de su vientre, todo su cabello estaba pegado a su cara, producto del sudor. Su mirada fue hasta mi hermano-. No te preocupes, Kinn. Todo saldrá bien. Nuestro bebé, saldrá bien. Aunque me cueste la vida en ello.

-¡No permitiré que le hagas nada! demandó mi chico, mostrándole los dientes. Te mataré, si le pones la mano encima de el.
-Humanos muy interesantes. ¿Por qué tienen que mezclarse con nuestra raza? Desde que nació Tawan, todo se vino abajo. Su muerte trajo consigo demasiado odio de parte del líder. Tanto padre e hijo murieron en el enfrentamiento. -Apretó el gatillo, todavía no dejaba de apuntar a Porsche-. Si mueres, todo estará bien. Todo, estará perfectamente bien.

-¡No! -Pete lo protegía con su cuerpo. Mi chico tan valiente, ahora sabía por qué me sentía atraído desde el principio. Su valor, su decisión a la hora de hablar, y actuar. Estaba enamorado de el por eso. La Diosa Luna, me mandó a alguien que liderará a mi lado. Una persona que merecía el título de el mate del alfa.

ERES MI ALPHA (vegaspete)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora