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PETE:

No iba a dejar que me humillara de nuevo. Si lo aceptara, quizás de nuevo lo vería con una mujer encima de sus piernas. Él era demasiado idiota para aceptar sus sentimientos, estaba seguro que él sentía algo por mí.

Tan seguro...

-No puedo dejarte solo en este departamento. Tu vida peligrará repitió de nuevo. No lo miré. En mi pecho se acentuaba el sentimiento de molestia. Mi corazón estaba latiendo fuertemente, lastimándome sin compasión.

Podía sentir sus sentimientos dentro de mi ser.

-Vete, Vegas.

-No me iré. -Se acercó suavemente como un depredador a su presa. Mi corazón estaba comenzando a vacilar; los latidos a estaban comenzando sentirse con más claridad dentro de mi pecho. No podía negarlo, él me hacía sentir demasiado vulnerable. Había tenido varios novios, pero ninguno me hizo sentir como Vegas.

Da miedo enamorarme más de él.

Sentí sus manos en mi cadera, sus dedos tocaban mi piel desnuda, sintiendo esa corriente eléctrica dispararse por todo mis apéndices, llegando a cada rincón de mi cuerpo. La lujuria renació, haciendo que tuviera ganas de tenerlo de la forma más íntima posible.

Hacerle el amor, eso quería. Tocar su tonificado cuerpo, hacerlo gemir mi nombre a lo grande, y ver su rostro cuando llegue al clímax.

-Sí, delicioso olor -susurró Vegas, mirándome con sus ojos oscurecidos de pasión-. Nunca en mi vida he tenido la oportunidad de hacerle el amor a nadie, como lo llamas tú. Siempre eran aventuras sexuales, nada más. -Metió su mano por mi top y acarició de forma juguetona mi espalda-. El sexo para mí, es un anti estrés y un método para olvidarme de ciertas cosas.

-No quiero tener sexo contigo repetí con voz de hilo. Me apegó más a su cuerpo, oliendo su aroma masculino. Él sabía muy bien, que su presencia era demasiado imponente. Por eso, estaba jugando conmigo.
Idiota seductor!

-Solo por un momento....

-No.... No, Vegas-murmuré, sintiendo su aliento tórrido chocar contra mi rostro-. Por favor...

-No, no ruegues. Solo disfrútalo. Solo por un momento, dejaré salir a mi otra parte.

Eso fue todo para que me besara, no de forma suave, no tomándose su tiempo, sino de una forma voraz, hambrienta. Podía sentir su deseo rodar por todo mi cuerpo, en sus manos me convertía en una gelatina. Estaba a punto de caer al suelo, nuestros labios se movían a la perfección. Su lengua apareció dentro de mi boca y bailó de una forma demasiada perfecta, dándome a conocer su experiencia en los besos.

Gemí cuándo sentí su masculinidad chocar con la mía.
Quería más de él, quería sentirlo por completo dentro de mí.
Y sin darme cuenta, me llevó caminando hasta mi cuarto. A medida que caminamos, nuestras manos empezaron a intentar despojarnos de nuestras ropas, buscando contacto más íntimo. Mi cabeza estaba en blanco, no podía pensar con racionalidad; lo había dejado desde el momento que uní mis labios con los suyos.
Nos metimos a mi cuarto, yendo directamente hacia la cama. Nuestros labios no se despegaban, haciendo que la tarea de sacarse la ropa, fuera algo difícil. No quería detenerme, no quería parar, quería que continuara hasta el final.

Amarlo, sentirlo y gritar su nombre.

Eso quería desde el fondo de mi corazón.

Se separó de mí, quedando con la respiración entrecortada. Miré como empezaba a quitarse la camiseta para mostrar sus músculos perfectos de Dios griego. Mi boca se secó por la vista que estaba enfrente de mí. Ninguno de los hombres con quién he estado, tuvieron el cuerpo de esa manera.

Hombre lobo.

Esa era una de las cualidades de los hombres lobos. Una exquisita y perfecta cualidad.

-Te sacaré la ropa, Pete. Quiero saborear cada parte de tu cuerpo, derretirme dentro de ti y alcanzar el clímax contigo. ¿Estás de acuerdo?

Oh cielos, ¿por qué debería de decir algo erótico de esa manera?

No dije nada, solo pasé mi lengua
por mis labios.

-Eso lo tomaré como un "Sí" articuló, viniendo hacia mí sigilosamente. Una voz dentro de mí, estaba empezando a gritar fuertemente para que me alejara de el.
Sin embargo, no me alejé.
Él me tenía a su merced.

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VEGAS:

Bajé hacia su vientre, rosando mi lengua por cada parte de su hermoso cuerpo. Su olor estaba cosquilleando mi nariz, a punto de volverme loco, solo quería tomarlo y fundirme por completo. Pero no, tomaría mi tiempo para saborear cada parte de su cuerpo, para escuchar suspirar y jadear mi nombre.

Eso quería.

Le saqué su chaqueta , quedando desnudo delante de mis ojos. Su boca la tenía semi abierta, mientras que se mordía los labios. Se le veía demasiado apetecible. Demasiado sensual con sus curvas delineadas, con su cabello esparcido por la almohada y, su pecho que bajaba y subía a medida que respiraba.

-Vegas.... -murmuró mi nombre en un gemido. Me cerní sobre su cuerpo, y le besé la frente, la nariz, sus labios para bajar por su mentón, recorrer hasta su pecho.
Tan turgentes, carecientes de esa sensualidad que solo la tenía el.

No esperé más y lo acaricié con mis manos, deleitándome con la suavidad y firmeza de sus pezones. Bajé el rostro y lo tomé uno con mi boca, haciéndolo arquear deliciosamente.

¡Dulce exquisito!

Nunca en mi vida, me había sentido de tal manera. La pasión se desbordaba, haciéndome sentir emociones extrañas que estaban mareándome. ¿Por qué sentía eso con el? No era nada para mí, no era mi mate, solo un chico humano como los demás.

Una de mis manos fue a sus jeans, y los sacó con destreza, dejándolo en ropa interior. Gracias al cielo, que el estaba ayudando en el proceso de desnudarse.

-No quiero que sea solo sexo. Por favor, Vegas susurró Pete apretando las sábanas-. Quiero que hagamos el amor. Por favor...

Quedé callado.

Técnicamente hacer el amor y tener sexo, eran iguales.

En el idioma del amor, el primero era más intimido y profundo. Solo se lo hacía con la persona que amas.

¿Lo amo? ¿Estoy enamorado de el? ¿Puedo hacer el amor con alguien con quién no amo?

-No hables -dijo Pete elevando un poco su cuerpo. Se sentó enfrente de mí, y comenzó acariciar mi rostro con una ternura que me hizo estremecer-. Sé que nunca lo has hecho, pero siempre hay primera vez.

-Pete, yo...

Tocó mis labios con una de sus labios, callándome de una manera demasiado hermosa.
-Haremos el amor, Vegas tan tierno-. Hoy te expresaré cuanto me importas. Besó levemente mis labios y se sentó encima de mí. Quedé estático, estaba atónito.

Empezó a besarme desde la mejilla hasta mis labios. Sus manos acariciaron mi espalda de una manera suave. Siempre que las mujeres estaban conmigo, siempre me arañaban la espalda, mientras que el solo rosaba sus dedos, provocándome escalofríos.

Mordió un poco mi cuello y se movió sobre mi excitación de una manera ondulante, provocando que soltara un gemido sin esperarlo.

-¿Qué me estás haciendo, Pete? pregunté en un susurro. Sus labios estaban chupando mi piel desnuda.

ERES MI ALPHA (vegaspete)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora