53.

220 30 0
                                    

VEGAS:

-Decide, alfa -demandó el tipo que le reventaría los sesos-. Se acaba el tiempo, falta muy poco para terminar todo esto.

Otro grito de Porsche, y mi hermano dio dos pasos hacia el.

Apreté las manos, no podía aceptar ninguna de las dos cosas. No quería darle a ningún integrante, ni tampoco a ellos. Ambos eran nuestra vida. Uno mi mate y el otro el mate de mi hermano.

No podía hacerlo.

No podía elegir.

Y como arte magia y sin esperarlo, una botella fue lanzada hacia el maldito de Ken, le cayó en la cabeza. Todos quedamos mirando de dónde provenía eso.

Todo pasó tan rápido, que mi hermano fue corriendo encima de él, mordiéndolo en el hombro. Pete ayudó a Porsche a separarse de ese tipo.

-¿Sabes que a veces el destino no está de tu parte? -dije apuntándole con el arma en la frente. Hizo un remilgo y gimió a medida que mi hermano enterraba sus colmillos-. ¿Sabes que haré con tu manada?
-¡Púdrete! ¡La manada Razors nunca morirá!

-Morirá su nombre, haré que tu manada se una con la mía. No quiero ningún inconveniente con las dos manadas contrarias -señalé, apretando el gatillo-. Te dispararé varias veces, destrozaré cada parte de tu cuerpo. ¡Esa será mi venganza!

-¡Nunca podrás ganar, maldito idiota! ¡Siempre habrá un enemigo que va a querer dañarlos! ¡Lo habrá más adelante!

-Eso quiero verlo. Estaré listo cuando llegue ese momento. ¡Cierren los ojos! —demandé a los chicos que estaban a un lado de mí. Pete obedeció, mirando a un lado, mientras tapaba los ojos de Porsche, quien moría de dolor.

-¡Disparen a los dos! -gritó
fuertemente ese tipo. Eso fue todo,
para ver como dos sombras se
colaron y apuntaron hacia Pete y
Porsche.

Dispararon.

Me congelé, todo mi cabeza lo hizo. Todo aquel evento se congeló como si fuera una película de acción.

Cierto que la muerte de mi padre, no fue presenciada por mí. Sino por mi hermano. Esta vez, entendía la emoción que tuvo mi hermano en ese momento.

La podía sentir.
Todos los recuerdos de mi niñez, adolescencia y adultez pasaron en mi cabeza. Las risas, las cenas familiares, los reproches que nos hacía nuestra madre. Las lágrimas que derramó por mi culpa, y por la muerte de papá.

Un hermoso lobo, yacía tumbado en el suelo, producto de aquellas balas. Mi madre. La persona que estuvo desde mi nacimiento, se había puesto como escudo para protegerlos.

Tawan, Tankhun, papá y mamá. Ya nunca más los vería de nuevo. Nunca más.

Pete gritó con Porsche. Mientras que yo, me dediqué a dispararle al causante de todo lo sucedido. Uno en la cabeza, otro en el corazón, y varios en el estómago, matándolo en el acto.
Los conflictos solo producen muertes, y ya estaba cansado de ello. Perdí una parte de mí desde el comienzo. Primero mi mate, segundo mi amigo de infancia, y por último mis padres.

-¡No puedo más! -gritó Porsche fuertemente. Ese grito sacó de mi shock. Mi hermano se había transformado en Su apariencia humana, yendo hacia su mate—. ¡Él nacerá aquí! ¡No aguanto más!

-Tranquilo, Porsche. Tranquilo. Debes respirar profundamente. Controlar..... -Pete no podía hablar. Su voz temblaba por el llanto que estaba aguantando. Lo siento mucho, cariño. De verdad lo lamento tanto.

Por unos segundos quedé con la mirada hacia el cuerpo de mi madre, y luego a Porsche, quien lloraba y apretaba las manos.
-Sé algo de primero auxilios, alfa dijo uno de mis hombres. El que más confiaba-. Me encargaré de el señorito Porsche, mientras usted cargue el cuerpo de su madre.

Apreté los labios. No era momento de ponerse sentimental, había un parto que atender. Mi hermano estaba al lado de Porsche, llorando en silencio, mientras sostenía a su chico.

-Correcto -dije, mientras tomaba el cuerpo ensangrentado de mi madre. Se había quedado en su forma de lobo-. La dejo en tus manos.

-A sus órdenes.

Y salí de ahí con mi madre en brazos, dejando a mi hermano con su mate y con Pete. Mi corazón pesaba a medida que caminaba, no sabía cómo actuar ante la muerte de una persona amada. Mi cabeza estaba algo congelada por el repentino suceso

Cuatro de mis hombres me esperaban afuera con dos hombres de la manada enemiga. Los demás miembros, especialmente lo que dispararon, estaban muertos.

-Ustedes como yo, no queremos más muertes esta disputa es estúpida -hablé con voz gélida. Los dos hombres lobos quedaron callados. No quiero asesinar a otros de ustedes.

-¿Qué propone? -preguntó uno de ellos. Este tenía el rostro demasiado magullado, producto del enfrentamiento.

-Unir ambas manadas. Como lo era antes. No quiero más conflictos, ni muertes -dije con la mirada hacia ellos. ¿Aceptan?

silencio.

Quedaron mirándome fijamente, analizando mis palabras. El otro hombre lobo tenía una herida de bala en el brazo, pudiendo ver como sangraba.

-Aceptamos.

-No queremos que nuestras familias salgan heridas -replicó el tipo herido -. Ya no más conflicto.

-Desde ahora solo será una manada. Ya no más enfrentamientos absurdos -concluí. Ellos bajaron la cabeza. Preparen todo indiqué a mis hombres-. Informen los a demás de mi decisión.
-Como diga, Alfa.

Llevé a mi madre a un lugar donde pueda estar a su lado. No quería saber más de manadas, solo quería refugiarme en mi dolor. Al verla sin vida, entendía que la vida era contada, que en cualquier momento dejaré de ver a esa persona especial.

Maldito destino.

Dejé su cuerpo sobre el suelo, y comencé a mirarla con detenimiento.

Todos los recuerdos llenaron mi cabeza. Las veces en donde ella solo nos reconocía, las veces que nos regañaba por cambiar de rol, y las veces que nos daba cariño.

Lloré por la muerte de mamá.
Lloré por la muerte de Tankhun.
Lloré por la muerte de papá.
Y lloré por la muerte de mi Tawan.

Todos y cada uno de ellos, se habían ido de mi vida, dejándome con un dolor enorme en el corazón. Era un alfa con una herida en el pecho.

Grité en silencio, abrazando al cuerpo de mi madre. Sentí el dolor rasgar mi corazón, partiéndolo por la mitad. Saboreé la muerte en todo el sentido de la palabra. Odiaba los conflictos. Odiaba todo.

-Gracias por todo, mamá. Gracias por darme la vida y estar ahí para nosotros. Te prometo que estaremos bien. Te lo prometo -murmuré, abrazándola-. Mamá....

Quedé ahí con mi dolor, con el sufrimiento comiéndome el pecho.

ERES MI ALPHA (vegaspete)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora