-No confío en nadie, incluyendote Levi
- Mi Lady no necesito que confíes en mí para amarte ni mucho menos para cuidarte.
Elba Albrecht llegó a la legión después de escapar de la tormentosa vida que vivió en el subterráneo, pero se encuentra con múlt...
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Cuando llegamos a la legión, está aún parecía desierta. No hubo más que prepararnos para el gran día de Historia, en unos minutos estábamos a punto de tener una nueva reina. Coloqué mi uniforme completamente impecable, en está ocasión no puse mi chaqueta habitual y a cambio teníamos otorgado usar una chaqueta que llegaba hasta nuestros tobillos de un color verde oscuro.
Tomé el listón que Carla me había dado y lo até a mi cabello.
—Te ves hermosa.— dijo Levi recargado en el marco de la puerta.
Sonreí al verlo.
—Sólo tengo el uniforme de siempre, Capitán.— contesté mientras me acercaba a él.
—Claro mi lady, es que usted es hermosa.
Levi tomó mi mandíbula para acercarme a él y comenzar a besarme.
—Ya sé te hizo costumbre besarme.— dije una vez que nos separamos.
—Podría hacerlo todo el día.
Levi acarició mis labios con la yema de sus dedos y después los paso a mi mejilla.
—Deberiamos irnos, ¿no crees?.— musitó Levi.
—Tenemos el cuartel para nosotros, seguro nadie notará nuestra ausencia.
Entonces escuchamos un sonido de pasos crujiendo la madera.
—Aquí están.— dijo un soldado entrometiendo su cuerpo en la habitación.
Levi y yo nos separamos disimuladamente.
—Él comandante Erwin se ha estado preguntando en dónde están y los solicita a ambos en la coronación.— dijo.
—Entendido, vamos enseguida.— dije de mala manera.
El soldado se marchó volviendo a dejarnos solos a mi y a Levi.
—Con que nadie lo notaría, ¿Eh?.— dijo sarcástico.
—Olvidaba a ese maldito cejon.— bufé.
Levi tomó mi mano y salimos juntos del cuartel, tomando nuestros caballos.
Llegamos algo tarde a la ceremonia, Historia ya había sido coronada y sólo podíamos ver por las calles a la multitud facinada con ella, no paraba de hablar y murmurar lo genial que era su reina y muchos presumían de haberla visto matar a un titán.
Después de la coronación, recorrí el castillo junto con Levi, caminábamos con cautela y en silencio simplemente observando. Llegamos hasta unos enormes ventales que alumbraba los pasillos del castillo.
—¿Qué acaso no hay cortinas?.— preguntó Levi colocando su mano en su frente para tapar sus ojos del sol.
—Creo que desde que estuvimos en el subterráneo no hemos vuelto a ver la claridad igual.— dije colocando mí mano de igual forma.
