Capítulo 10

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Cerré los ojos, tratando de sentir alguna buena sensación que me dijera que todavía existía algo entre nosotros, pero lo único que experimentaba era la incomodidad. Sus besos y sus caricias ya no tienen ningún poder en mí, no despiertan ni el más mínimo deseo en mi piel.

—Detente, Amir —le pedí, sintiéndome muy incómoda.

—¿Qué pasa?

—No puedes venir como si nada y querer sexo. Además, todavía tenemos una conversación pendiente.

—¿Vas a seguir con lo mismo? Vine desde tan lejos en son de paz, queriendo pasar un momento agradable con mi esposa. No quiero seguir discutiendo contigo —dejó una ligera mordida en mi cuello y suspiré cansada—. ¿No me extrañabas?

—Tenemos que hablar.

Me miró por unos segundos y resopló, haciéndose a un lado. Encendió la lamparita que había junto a la cama y empezó a quitarse la camisa en completo silencio. Se veía de mal humor.

—¿Y qué es eso de lo que tenemos que hablar que no puede esperar un poco más? Quería estar contigo porque te extrañaba, pero no entiendo qué sucede contigo. Hace unas noches me estabas buscando y ahora no quieres nada. Entenderte es cada día más difícil, Bri.

Me incorporé en la cama, acomodando mi pijama en su lugar. No es tan fácil hablar de esto con Amir, pues juramos amarnos hasta el fin de nuestros días ante Dios, pero es que yo ya no siento nada por él y él me ha dado a entender con su forma de actuar que hace mucho dejé de importarle.

—Antes que todo, me gustaría saber qué sientes justo ahora por mí.

Mis palabras lo tomaron por sorpresa. Frunció el ceño y se quedó mirándome por unos segundos en los que parecía tratar de entender lo que le había dicho.

—¿Por qué quieres saber eso? Sabes que te amo, que eres la mujer de mi vida y con la que siempre soñé tener el mundo entero. Mis sentimientos por ti nunca han cambiado y espero que nunca lo hagan. ¿Acaso sientes dudas de mi amor? —tomó mis manos mientras mi corazón se paralizaba—. Soy consciente de que te he dejado de lado con lo de la candidatura, que he sido grosero y no me he puesto en tu lugar, que te he descuidado mucho, pero todo eso tiene un fin. No me estoy excusando, sé que estoy fallando y hoy me di cuenta de ello. Si tú estás tan a la defensiva conmigo es por mi culpa, pues no te he atendido como lo mereces. Perdóname por dejarte sola y por no ponerme en tu lugar, mi amor. Yo te amo, tú para mí lo eres todo —dejó varios besos en el dorso de mis manos—. Espero que no sea tarde para pedirte perdón. Estoy fallando y estoy actuando muy mal, pero déjame demostrarte que eres mi único sol. Me he dejado llevar por el estrés y la ansiedad que la política acarrea y no me he detenido a pensar en ti, en mi linda esposa y compañera de vida.

Ahora fui yo la que quedó desconcertada, sorprendida y sin saber qué decir. Mi cabeza no esperaba que me dijera todo eso y más. ¿Acaso me equivoqué y todo lo vi desde mi punto de vista y mi sentir? ¿Acaso soy yo la única que dejó de amar y de sentir ganas y deseos? ¿Soy yo la única con la urgencia de que debemos terminar antes que nos hagamos daño?


Creía ciegamente que no había amor ni ganas de parte y parte. Que, así como yo no quería continuar a su lado, él tampoco lo deseaba. Amir me ha demostrado tan poco desde hace mucho, que incluso llegué a pensar que en su corazón había un nuevo amor, pero todo indica que estoy errada y que soy yo la que no espera nada de este matrimonio 

—Hoy me di cuenta de que te estoy alejando de mí y eso es lo que menos quiero, mi vida —me hizo recostar la cabeza en su pecho y acarició con ternura mis cabellos—. No discutamos más, por favor. Pero tenme paciencia y entiéndeme un poquito, ¿sí? Sé que este no era el sueño que tenía en mente y que alguna vez te conté, pero hay personas que van cambiando de sueños con el paso del tiempo. Quiero ser parte de la política y por eso estoy tan concentrado en ganar, por lo que único que espero de ti es tu apoyo incondicional como hasta ahora me lo has dado. Eres mi esposa, y así como estuve para ti cuando pensabas que no podías realizar tus sueños, quiero que estés de mi mano cuando sea el ganador —levantó mi rostro y me besó, haciéndome sentir la peor mujer de este mundo. 

Sus palabras me desarmaron por completo. Quizás he visto todo desde un punto donde no hay ninguna salida más que el divorcio, pero no me he puesto a pensar en que hay muchos caminos para avanzar, No puedo ser tan mala y decirle que ya no siento nada por él, cuando todavía él me ama y espera mucho de nuestro matrimonio. 

Somos marido y mujer y si una vez hubo amor, si nos casamos completamente enamorados e ilusionados, ¿por qué no darnos una segunda oportunidad? No podría con el cargo de consciencia si le digo que quiero el divorcio en lugar de decirle que todavía podemos luchar por nuestro amor.  




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