Capítulo 3

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El calor de su mano se regó por todo mi cuerpo, cortándome hasta el habla. Tiene una mirada y una sonrisa que pone los nervios de punta.

—Bueno, tengo mucho trabajo que hacer —me soltó con lentitud, rozando sus dedos de una manera muy tentadora que aceleró un poco más los latidos de mi corazón—. Will, ¿cómo vas?

—Vamos bien, patrón.

El hombre soltó una risita divertida, pasándose por la frente una toalla  que colgaba de su hombro.

Observé al chico trabajando en mi auto, se veía sumamente concentrado y que sabía lo que hacía pese a verse tan jovencito. No creo que sea mayor de edad. En un segundo, que ni siquiera me di cuenta, ya me encontraba viendo a Amaro, haciendo su trabajo en uno de los tantos carros que tenía en el taller.

Nunca fui capaz de quedarme viendo a las personas con tanta fijeza, pero en ese instante todo lo que hacia el hombre llamaba mi atención. Debe tener unos treinta y tantos años o menos, porque más viejo no se ve.

—¡Qué calor tan bárbaro! —expresó en voz alta, bajando el cierre de su overol.

Sabía que debía apartar la mirada del hombre, pero fue imposible hacerlo al ver que amarró la parte de arriba del overol en su cadera, dejando a la vista unos brazos bien grandes y llenos de tatuajes. El hombre es alto y fornido, y su piel tiene un leve bronceado que lo hace lucir bastante atractivo.

Recorrí su espalda con lentitud, viendo cada detalle de su piel y de la forma en que sus músculos se tensan con cada movimiento que hace. No sé qué diablos estaba haciendo en el auto, pero hacía tanta fuerza con sus manos que se brotaban las venas en sus brazos y sus hombros se veían más grandes.

Pasé saliva, apretando las piernas a más no poder debido al calor que me gobernaba por dentro y llevé una mano a mi pecho, tratando de controlar la agitación de mi corazón.

Para seguir aumentando el calor en mi piel y el latir veloz en mi interior, tomó un gran sorbo de agua, dejando caer varias gotas por su barbilla. Había un leve rastro de barba, pero nada que lo hiciera ver mal. Todo lo contrario, lo hacía ver muy masculino y sensual. Las gotas de agua se deslizaron por su pecho y mordí el interior de mi mejilla, deseando ser esas gotas de agua para recorrer tremendo pecho hasta llegar mucho más abajo que ellas y calmar la sed que me dio en ese justo instante.

Si su pecho es firme y grande, sus pectorales poco marcados, igual se ven definidosy sus manos cubrirían por completo las mías. Nada más con imaginar lo que cubre su ropa mis nervios palpitan todavía más deprisa. Sentía un calor y una rasquiña intensa en el medio de mis piernas, y no era para menos, si mi mente volaba cada vez más alto con ese cuerpo del demonio frente a mí y cada detalle de su piel.

Hacía mucho tiempo que no dejaba volar mi imaginación, visualizándome entre esas manos tan grandes y fuertes, completamente engargolada entre su cuerpo y la pared. No entendía qué me sucedía tan de repente y por qué mi mente se estaba dañando a una velocidad inaudita. Entre más lo veía trabajar, secarse el sudor y beber agua como si estuviese en el desierto, más pensamientos cochinos y ricos se apoderaban de mí y todos mis sentidos.

Sentía mi ropa interior húmeda y el calor que desprendía mi feminidad jamás la había sentido antes. Era tanta la necesidad de tocarme, que tuve que frotar mis muslos con algo de disimulo para mermar esa sensación tan intensa que me tenía presa y sin poder moverme de mi sitio.

Pero no era suficiente con solo frotar mis muslos. Necesitaba tocarme, liberarme hasta dejar de sentir todo ese fuego que me corría por dentro.

Ya olvidé cuándo fue la última vez que tuve sexo con Amir, aunque tampoco es como si me hubiera hecho falta, pero ahora parece que hay en mi interior una bola repleta de fuego, que está muy cargada y a la espera de reventar de goce y satisfacción. Entre más apretaba las piernas, el calor se hacía cada vez más intenso. Sentía mi respiración agitada, la piel sudada y el corazón a punto de salir expulsado de mi pecho.

—Sra. Daurella, el joven ya terminó de reparar el auto —Aníbal me trajo de vuelta a la realidad.

Tres pares de ojos estaban sobre mí, lo que me avergonzó de sobremanera. No sé cuánto tiempo estuve perdida en mis pensamientos, deseando a un hombre que apenas acabo de conocer.

Carraspeé, enderezando mi espalda antes de ponerme de pie. Me sentía tan incómoda y caliente, que me era difícil hablar con serenidad y razonamiento.

—Dado el caso de que el foco tenga alguna falla, no dudes en volver. Aunque confío en Will, él hace un excelente trabajo —su varonil voz me hizo estremecer completamente.

—Vendré si sucede eso.

—Mira —se acercó a mí y extendió una pequeña tarjeta amarilla, mientras todo mi sistema reaccionaba a su impotente presencia y su torso desnudo—. Ahí está mi número telefónico por si se te ofrece otro servicio, también hago el domicilio. Siempre que pueda, estoy disponible a la hora que sea. Bueno, excepto después de las doce, pues a esa hora ya estoy durmiendo.

—De acuerdo —recibí la tarjeta, viendo con suspicacia y cierto desconcierto sus ojos.

¿Es cosa mía, suya o la calentura que tengo me hizo entender sus palabras en doble sentido y con un mensaje oculto a fondo?

No sé qué sucede conmigo hoy, desperté con ganas de un buen revolcón, pero lo que más me sorprende es que lo quiera con un completo desconocido y no con el hombre que me casé.

Irresistible Tentación[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora