Capítulo 31

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AMARO

No sé qué diablos me sucede con Brianna, pero cada vez que estoy cerca de ella, me vuelvo un ocho. Los nervios me gobiernan y los deseos tratan de superarme. Sé que no es el mejor momento para acercarme, pero verla así de mal y triste me hace desear estrecharla entre mis brazos y hacerle olvidar cada uno de sus problemas con mis besos. Quisiera poder arrancarle todo ese sufrimiento que está viviendo con suaves caricias e interminables besos. Me gusta mucho y me duele ver como sufre por algo tan injusto. 

La sociedad acusa y ataca a quien menos culpa tiene. Brianna no hizo ningún mal a nadie y hoy la juzgan como si hubiese cometido el peor de los actos. No les creía a los noticieros cuando mostraron como habían saqueado y destruido su tienda, hasta que la vi con mis propios ojos.

Nunca he pasado por algo como eso y espero que nunca me pase, pero entiendo el dolor que debe sentir al ver que todos sus sueños fueron destruidos por la poca humanidad de las personas. Es que todavía se me hace imposible de creer que una persona sea capaz de destruir una tienda por una información que no es del todo cierta y que está planteada para el bien de un político. Algo me dice que detrás de esa foto que nos tomaron está ese roscón y que fue él quien organizó todo a favor suyo. Con la supuesta infidelidad de su esposa, ganará más seguidores. 

No puedo contar con dinero ni le puedo brindar a Brianna todo lo que necesita para reconstruir su tienda y adquirir las joyas, pero de alguna manera la ayudaré. Ella no merece todo lo que le está pasando, es injusto que destruyeran sus esfuerzos y sus sueños. 

Regresé a casa con una caja de pizza, repitiéndome una y otra vez que debía mantener la calma e ir poco a poco. Aunque quisiera atacar su boca y desnudar su piel, ella no está pasando por un buen momento y no quiero que piense que me estoy aprovechando de la situación. Puedo tener muchas ganas, porque aún siento el sabor de su piel en mi paladar, pero debe solucionar todos esos problemas que la están llevando contra el abismo. 

Ahora mismo lo que quiero es ayudarla, porque no es justo que la usen a su antojo y le paguen de esa manera tan cruel cuando ya no la necesitan.

La casa se encontraba en silencio, por lo que entré con sigilo. No sabía si tocar la puerta de la habitación o hablarle a Brianna desde fuera. Esa parte de mí que tanto la desea ansía verla en una de mis camisas.

Entré a la habitación después de tener una lucha interna conmigo mismo y mi corazón se agitó en mi pecho de una manera que jamás lo había hecho antes. No solo era la hermosa imagen de Brianna usando una de mis camisas, sino de verla tendida en mi cama, abrazando una almohada mientras dormía como un lindo bebé.

Me acerqué a ella y me senté a un lado, grabando en mi memoria cada detalle de su rostro y de sus expresiones. Cubrí sus largas y torneadas piernas con una manta y permanecí allí por largos minutos, dejándome envolver por un sentimiento cálido y acogedor.

Esa mujer que ahora mismo ocupa un lado de mi cama y le brinda calor a las frías sábanas, me gusta más de lo que soy capaz de aceptar. Todo de ella me vuelve loco, desde su linda sonrisa hasta el último de sus suaves cabellos. Su andar me pone a delirar y su piel es un murmullo que incita a pecar de mil formas.

Removí un mechón de cabello que cubría parte de su rostro y aproveché para acariciar su suave piel. Hace mucho que una mujer no despertaba tanto deseos como ternura en mí. Quisiera encerrar a Brianna en una cajita para que nadie se atreva a lastimarla, porque ella no merece que le hagan ningún tipo de daño, menos cuando es tan noble y de buen corazón.

Con ganas de entrar con ella a la cama y abrazarla como tanto lo deseo, oí a lo lejos el timbre de un teléfono que no era el mío. Miré el de Brianna por curiosidad y enarqué una ceja al ver que se trataba del roscón de su esposo, diciéndole que estaba en casa.

En ese momento me llené de furia y salí de casa sin pensarlo dos veces. Es que ni siquiera fue capaz de preguntarle cómo está ni cómo se encuentra. Ese infeliz lo único que está haciendo es utilizar a Brianna como títere, poniéndola en una posición que no merece. Ella solo busca ser feliz mientras él solo quiere poder.

Sin darme cuenta llegué a la casa de Brianna. Había bastante seguridad, lo que me complicaba el paso, pero no pensaba irme hasta no cantarle la tabla a la rosca de mierda. No es hombre, pero es momento de que ponga el pecho en toda esta situación.

—No puede pasar, señor. Será mejor que dé vuelta y se vaya.

—De aquí no me mueve ni mi abuela. Dígale a su jefe que necesito hablar con él de algo muy importante.

—Si necesita hablar con el Sr. Daurella, solicite una cita con su asistente.

—Todavía no ha entendido...

—Déjalo pasar, Aníbal —oímos la voz de la rosquita desde el intercomunicador—. Llévalo a mi despacho, en un momento lo atenderé.

—Sí, señor.

El hombre me guío hasta una amplía oficina, por lo que tuve tiempo de sobra para ver a detalle lo lujosa y elegante de la casa. En ese instante fue donde vi la diferencia entre Brianna y yo. Ella viene de cuna de oro, está acostumbrada a rodearse de personas elitistas. Yo soy un hombre del común, que vive en la misma casa donde está establecido su negocio y no cuenta con ningún tipo de lujo.

—Supongo que, para venir hasta mi casa, es porque tienes algo verdaderamente importante que decirme con respecto a Brianna, ¿no es así? —dijo en cuanto me vio, sacándome de mis cavilaciones—. Habla, que no tengo mucho tiempo.

—Mi padre siempre me ha dicho que no confíe en ningún político, todos son unos ladrones, embusteros y corruptos, pero a decirte algo que ya sabes, no he venido. Brianna no sabe que estoy aquí, pero tampoco te preocupes, yo le contaré todo lo que hablamos. Se vale que seas ladrón, que necesites a como dé lugar de muchos votos para ganar, que tengas que usar cartas de debajo de la mesa, después de todo, un político busca la forma de ganar a como dé lugar, ¿no? Pero lo que no comparto es lo que le hiciste a Brianna, tu propia esposa y quien te tendió la mano para que nadie supiera tu verdad. Eres un hijo de perra al usarla a tu conveniencia. No voy a hablar de tu orientación sexual ni de tus gustos, sinceramente, poco me importa si te gusta ser taladrado o no, pero no seas cabrón con ella. Brianna te ha ayudado porque todavía siente cariño por ti. ¿Tienes alguna idea de lo que está sufriendo ahora mismo por todo el mierdero que formaron de ella? Tú, más que nadie, debió ser testigo de lo que luchó para levantar sus sueños, para que de la noche a la mañana, una jauría de imbéciles vengan a destrozar cada uno de ellos.

—No sabía nada de lo que estaba pasando hasta hace unas horas que llegué. Me encontraba en un foro en el cual no tenía acceso a internet. Jamás sería capaz de usar a Brianna para conseguir un fin, solo le pedí que me diera un poco más de tiempo, al menos mientras las elecciones pasaban. Yo soy el más perjudicado con cualquier escándalo, ella no porque nunca le ha interesado la política y no hace parte de este mundo —suspiró—. Entre mi asistente y yo hemos tratado de desmentir la noticia, pero ha sido imposible. La persona que tomó la foto se encontraba en la subasta y asegura ser testigo de la infidelidad.

—¿Tienes conocimiento de lo que sucedió con su tienda? Eso es lo que más le duele, que hayan destruido todos sus sueños por algo tan estúpido.

—Me enteré de ello y lo lamento tanto. Estuve con ella cuando abrió su tienda y fui testigo de su inmensa felicidad. Ese lugar era su vida entera. Estoy buscando a la persona que tomó la foto, también a los que estuvieron detrás del daño a la tienda. Les haré pagar caro cuando los encuentre.

—No creo en tus palabras, siendo sinceros, pero si lo que dices es cierto, haz algo por Brianna. Ella no merece nada de lo que le hicieron. Aunque ella no diga nada, necesita de mucha ayuda para salir a flote —me di vuelta y lo miré por encima del hombro—. Y ya déjala libre, después de todo, los dos caminan en sentido contrario.

Irresistible Tentación[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora