Capítulo 36

1.5K 222 16
                                    

—¿Cómo se atreve a golpearla? —Amaro me cubrió con su cuerpo, dándole a mi padre un fuerte empujón—. ¿Nunca le enseñaron a respetar a una mujer o qué mierda, viejo?

—¿Eres el ordinario con el que mi hija se involucró? —mi padre lo miró de arriba abajo—. ¿Por esto estás cambiando a tu marido? Que bajo has caído, Brianna.  

—Supongo que usted es el padre de Brianna, ¿no? Déjeme decirle que es una pena que lo sea, porque una mujer tan hermosa y de buen corazón merece tener unos progenitores iguales a ella e incluso mejores, capaces de darle apoyo a sus hijos cuando más los necesita. Pensaba que todo lo bueno que ella tiene en la mente y en el corazón se lo habían inculcado de pequeña, pero cuan equivocado me encontraba. Usted es una mierda de ser humano y no necesito conocer a su esposa para darme cuenta de lo mismo. En lugar de estar del lado de su hija, brindándole apoyo y ayuda en este momento donde se encuentra mal y en problemas, está con un roscón frustrado que lo único que ha sabido hacer es esconderse detrás de Brianna para no ser atacado. No creo que le haya preguntado a su hija cómo la está pasando, al ser atacada por un jurgo de personas que no tienen nada más que hacer en la vida que solo criticar y juzgar y ver como el sacrificio y esfuerzo de años se va por un caño, ¿o sí? ¿Es que no siente ni un poco de compasión con su propia hija? ¡Es su hija, carajo! ¿Cómo puede juzgarla tan duro cuando ella todo lo que hizo lo hizo por ayudar y de corazón? 

—¿Te abrió las piernas por ayudar a quién? —mi padre se encontraba muy enojado, más con todo lo que le acababa de decir Amaro—. ¿Debo aplaudir su falta de compromiso y su engaño? Vaya, pues felicitaciones, hija. Eso fue lo que te enseñé, a conseguir amantes por doquier y faltarle el respeto a tu compañero de vida. 

—Puede que no hayamos hecho las cosas correctamente, eso lo tenemos bastante claro, pero usted no tiene ni la menor idea de cómo es toda es esta situación en realidad. Solo se está basando en las verdades a medias que le dice ese maricón y no se está tomando el tiempo de escuchar a su hija. Brianna no fue la que falló, de hecho, ninguno de los dos lo hicieron, solo hizo falta un poco de honestidad en esa relación —Amaro me tomó de la mano y me dio un firme apretón, dejándome en claro que estaría para mí y que no me dejaría sola—. Por otro lado, vuelvo a ver que le pone un dedo encima a mi diosa y le rompo la madre como se lo merece. Me vale mierda que usted sea su padre. Y sí, soy el ordinario que se enamoró de su hija, que sí supo ver el corazón de oro que ella guarda en su interior.   

El silencio que se estableció entre todos fue denso. Amaro me tomó del mentón y revisó mi mejilla, frunciendo cada vez más el ceño mientras me decía que conseguiría hielo para ponerme.

—Estoy bien —traté de tranquilizarlo, pero él negó, dándome una mirada llena de desaprobación.  

—Mi diosa, tu padre es un hijo de perra y no me voy a disculpar por decir la verdad —giró mi rostro con suavidad, acariciando mi mejilla con sumo cuidado—. Mira nada más cómo te dejó tu hermosa piel.

Sentí más ganas de llorar y no por el dolor que todavía seguía latiendo en mi rostro y en mi pecho, sino por lo atento y lindo que es Amaro conmigo. Que se preocupe tanto por mí, que ponga el pecho y me ponga en mi lugar es algo que enamora a ojos cerrados. 

—Vine a hablar con mi hija —dijo mi padre, acomodándose el cuello de su camisa. 

—¿Quieres hablar con él, diosa? —inquirió y asentí—. Bien. Estaré afuera si me necesitas, ¿de acuerdo? 

—No te preocupes.

Dejó un beso en mis labios y miró a mi padre de reojo, como dejándole una advertencia. antes de salir de la tienda y dejarnos a solas. Me cansé de que todos pasen por encima mío, me juzguen como si yo fuera la mala del cuento y no sean capaces de preguntar cuál es la verdad. Me cansé de que sea yo la única en ser atacada.

—¿Qué es lo que quieres, papá? —le pregunté, levantando la barbilla en lo alto—. ¿A qué has venido? 

—¿Es cierto que se van a divorciar? 

—Sí, de eso no hay vuelta de hoja.

—¿Es por ese... hombre? Hablé con Amir e intenté interceder por ti, pero él ya tomó la decisión y va a concederte el divorcio para que seas feliz. 

—Es lo menos que puede hacer, después de todo, merezco ser feliz y a su lado no lo soy —suspiré al ver que no le gustó mi respuesta—. No necesitas interceder por mí, papá. Amir y yo no somos compatibles, ya no tenemos ningún tipo de relación marital establecida por la cual se pueda luchar. Lo mejor que podemos hacer es buscar otros rumbos. Él también está en su derecho de ser feliz y encontrar el verdadero amor. 

—No entiendo qué tienen en mente los jóvenes de hoy en día, ya no conocen el significado del amor. Cuando uno jura ante Dios, amar hasta la muerte a la persona que elegiste, es para toda la vida. 

 —No voy a entrar en discusión contigo ahora mismo. Yo solo pido que respeten mi decisión. Cometí un error al involucrarme con Amaro aun estando casada, pero así es el amor y ya no puedo devolver el tiempo y hacer las cosas al derecho, además de que Amir me estaba usando a su conveniencia, dilatando el divorcio para no perder en las elecciones. 

—¿Tú si me dirás la verdad de todo o vas a dejarme a medias como Amir? Por más que intente, no logro entender qué sucedió con ustedes, si hasta donde recuerdo siempre los vi muy enamorados. Eran una pareja modelo para muchos.

Lo pensé por un momento, pero ¿de qué me sirve revelar un secreto que ni siquiera es mío? Solo a Amir le compete y si no ha tomado la valentía de contarlo, es poque teme al señalamiento de las personas. 

—Todo se acabó entre nosotros, así que, antes de hacernos daño al seguir juntos en un matrimonio donde no hay amor ni ganas, lo mejor es tomar distancia y hacer vida aparte. No te involucres en nuestras decisiones, porque ya están tomadas y no vamos a cambiar de opinión para darles el gusto a las personas y ser infelices lo que nos resta de vida —en vista de que se mantuvo en silencio, proseguí—. Si es todo a lo que viniste, puedes irte. Como te das cuenta, estoy muy ocupada. 

Le di la espalda y tomé el tarro de pintura, aguantando las ganas de llorar. Esperaba, como mínimo, una disculpa de su parte, pero no fue así. Después de permanecer en silencio por largos minutos, salió de la tienda, siquiera sin decir adiós.

En cuanto Amaro entró a la tienda, me lancé a sus brazos a llorar y él me prestó el abrigo y la seguridad que tanto necesitaba en ese momento. Ha sido el único en ver mi debilidad y quedarse conmigo, terminándome de demostrar que soy importante para él. 



Irresistible Tentación[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora