Capítulo 28

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Brianna

La noche fue eterna, un calvario del cual ya no quiero seguir siendo presa. Por querer ayudar y dar lo mejor de mí para una persona que quería y sentía mucho aprecio, realmente no ha valido la pena.

Fui yo la única en ser señalada, criticada y juzgada por una noticia que no es del todo cierta. Hice mal en dejarme llevar por la tentación sin soltarme de todas las ataduras, pero ya no puedo echarme a la pena ni me voy a arrepentir luego de haber disfrutado tanto estando en los brazos de Amaro.

Hoy decidí ser libre definitivamente, sin importar lo que suceda con Amir y su ridícula campaña o lo que le puedan decir al descubrir su verdadera orientación sexual. Tanto que quise darle la mano y ahora que estoy recibiendo tantos ataques me deja sola. No me ha servido de nada ser buena persona.

Anita me permitió quedarme en su casa y, aunque la cama era cómoda y el lugar se sentía cálido y hogareño, no pude descansar ni un poco. Mi mente no ha dejado de dar vueltas, más cuando entré a mis redes y recibí un centenar de mensajes llenos de odio y despectivos.

—¿Te podría pedir un favor, Anita?

—Por supuesto, ¿de qué se trata?

—Debo hablar con Amir, por lo que no puedo hacerme cargo de la tienda hoy.

—Yo hago el inventario, Sra. Brianna. No se preocupe por eso, yo le ayudo en todo lo que necesite. Primero resuelva todos esos malos entendidos que se inventaron de su persona.

—Gracias por ayudarme tanto.

—Estoy muy agradecida con toda la ayuda que me ha dado a mí y a mi familia. Mientras no se salga de mis manos, la ayudaré en todo lo que necesite.

Le agradecí una vez más, antes de salir de su casa e ir a buscar a Amir. Desde que salió la nota por los medios de comunicación, no se ha puesto en contacto conmigo, ni siquiera ha respondido todos los mensajes que le envié anoche, pidiéndole el divorcio definitivo. Ya no quiero seguir en este juego, donde el único beneficiado ha sido él.

Estaba por llegar al apartamento en el que Amir se está quedando desde hace unos días, cuando mi teléfono empezó a sonar. Se trataba de Anita, por lo que tomé rápidamente la llamada.

—Sra. Brianna, acabo de llegar a la tienda y...

—¿Qué pasó? —pregunté, sintiendo que mi corazón se paralizaba al escuchar la urgencia en su voz.

Entre las dos se prolongó un silencio que me puso en alerta y me advirtió que algo no andaba bien.

—¿Qué pasa, Anita? ¿Ya estás en la tienda?

—Sí, pero... no queda nada de la tienda.

El teléfono se resbaló de mi mano y mi corazón se apretó tanto en mi pecho hasta llegar al punto de no poder respirar adecuadamente.

Le di vuelta al auto y me dirigí a toda velocidad hacia la tienda, repitiéndome una y otra vez que todo estaba bien, que había escuchado mal y que Anita solo estaba jugando conmigo. ¿Cómo que no queda nada de la tienda? ¿A qué se refería con exactitud?

Detuve el auto al llegar al inicio de la calle, pues la cantidad de personas que había en ella no me permitía cruzar para estacionar frente a la tienda. Mi corazón se agitó el doble al ver que la gente rodeaba mi tienda, por lo que apresuré el paso hasta llegar a ella.

El odio en las personas es un sentimiento que siempre hará daño a una persona, sin importar el esfuerzo y el sacrificio que se ha invertido para alcanzar tus propias metas. Sin hacerle mal a nadie, fui yo la que pagó por todo. Ayudar a Amir me destruyó en todo sentido y él no ha tenido los suficientes pantalones para decir una verdad que lo puede acabar en cuestión de segundos, además, es mucho más agradable que acaben conmigo y no con él.

No pensé que las personas fuesen a llegar a tanto por un hecho que ni siquiera les afecta a ellos. Jamás imaginé que personas que no conozco se atrevieran a acabar con mi tienda, haciendo pedazos todo mi esfuerzo y dedicación.

Frente al lugar que un día abrí con tanta ilusión y felicidad, me quedé completamente paralizada, mientras los vidrios rotos se encontraban esparcidos en el suelo. En la puerta había mensajes de odio y muy despectivos que en ese momento dieron justo en la herida que se empezaba a abrir en mi pecho.

En automático, sorprendida, con un inmenso nudo en la garganta y un dolor en mi pecho que me sofocaba, me hice espacio entre las personas que murmuraban a mi alrededor, viendo con asombro lo poco que quedaba de mis sueños.

No había un solo mostrador que estuviera entero, todos los vidrios estaban completamente rotos. En las almohadillas no había una sola joya, todas se encontraban vacías. En las paredes había muchos más mensajes que no me detuve a leer, pues sabía que eran más palabras vulgares e irrespetuosas que ninguna mujer merece recibir.

No podía seguir caminando, aun así, mis pies se movían por sí solos por todo el lugar, viendo como no quedaba nada de mis esfuerzos y de mis sueños.

Me recosté por la pared de mi oficina, viendo cómo todo estaba destruido, los retratos rotos y el resto de enseres completamente hechos pedazos. No había nada que salvar. Lo que no se robaron, lo hicieron añicos.

Pensé que me iba a desmayar allí mismo, no sentía fuerzas siquiera para hablar. Me encontraba en un pasmo que solo podía predecir un estallido furioso. Me sentía tan vacía y no era para menos, si de la noche a la mañana lo había perdido absolutamente todo.

Cerré los ojos al sentir una punzada de dolor y traté de tomar algo de aire, pero me fue imposible. No podía seguir viendo como todo estaba destruido. ¿Cómo es posible que existan personas tan insensibles y hagan daño adrede? ¿Acaso no les importa el sufrimiento de otros?

Abrí los ojos y vi todo borroso, las lágrimas las tenía a punto de salir, pero se acumulaban segundo a segundo. Cerré los ojos nuevamente y sentí las mejillas calientes, ahora sí permitiendo que las lágrimas salieran sin obstáculo alguno. Tantos años ahorrando peso a peso para levantar mis sueños y ahora se esfumaron en un abrir y cerrar de ojos.

«¿Por qué a mí, si jamás le he hecho daño a alguien?», me preguntaba, tratando de limpiar las lágrimas que salían a montones por mis ojos.

Ya no podía mantenerme más tiempo de pie. En ese instante me sentía tan acabada que lo que más deseaba era desaparecer de este mundo para siempre.

Antes de irme de lleno al suelo, sentí un par de brazos tan conocidos y cálidos que no perdí un segundo de tiempo para aferrarme a ellos y descargar todo eso que tenía retenido en el pecho.

No hubo necesidad de palabras, una mirada bastó para hacerme entender que estaba conmigo, dándome todo su apoyo y siendo ese bastón que no me permitiría caer nunca.

Irresistible Tentación[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora