Capítulo 29

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Me sentía tan bien protegida y cómoda en esos brazos que en el momento en que las autoridades hicieron acto de presencia, no me separé ni un centímetro de su cuerpo. Amaro era mi resistencia, esa fuerza que había perdido y por más que la buscara no la encontraba en lo más profundo de mí. Me apoyé de él por temor a caer, pero más porque una parte de mí me decía que él no me dejaría ir. 

Escuchaba sus voces mientras hablaban y tomaban la declaración de los pocos vecinos que se dieron cuenta de lo que había sucedido, pero no estaba prestando atención a lo que decían. Mi mente y mi corazón se encontraban desechos, tratando de encontrar una solución a todo lo que me estaba sucediendo, más no me llegaba nada. No encontraba salida en el laberinto en el que yo misma decidí caminar.

Tantos años de esfuerzo se fueron a la basura. No tengo nada porque todas las joyas y los enseres de mayor valor fueron hurtados y la poca utilidad que quedó está completamente destrozada. No sé cuánto dinero me va a dar la aseguradora, pero con todas las reparaciones que se deben hacer, más todo lo que hay que volver a comprar, no estoy segura de que alcance para volver a hacer una inversión en joyería y accesorios.

Nunca pensé que me podía suceder algo como esto a mí, menos que existieran personas tan indolentes para acabar con los sueños de otros. Todavía me encuentro en estado de shock, parece irreal todo esto que estoy viviendo. 

—Estoy contigo, no pienso dejarte sola —su suave voz, más ese beso que dejó en mi frente lograron hacerme sonreír—. ¿Quieres que te lleve a casa?

—No —logré decir, sintiéndome una niña pequeña entre sus brazos—. Llévame a otro lugar que no sea esa casa.

—De acuerdo, pero antes de irnos debes poner la denuncia en la estación.

—Está bien.

Amaro me llevó en su auto hasta la estación de policía para poner la denuncia. Aunque me sentía destrozada y que no había nada por lo cual seguir, su mera presencia me daba fuerza y un poco de ánimos. No me ha dejado sola ni un solo instante y se lo agradecía tanto, porque en ese momento necesitaba de alguien para no terminar de hundirme en la desgracia.

Después de poner la denuncia y entregarles a los detectives las grabaciones de la tienda para que puedan dar con las personas que me hicieron tanto daño, me trajo a su casa.

Me encontraba sumida en mis pensamientos, recordando con tristeza y mucha nostalgia todo lo que me sacrifiqué para tener mi propio negocio, como para terminar de brazos cruzados y con muchos sueños rotos. Mi familia, aunque es adinerada, de los trabajos que conseguí fue como pude levantar mi tienda. Ellos no me ayudaron en nada, ni siquiera estaban de acuerdo con que me apartara de ellos y no hiciera parte de la política.

Fui yo, con mi esfuerzo y dedicación, la que logró construir mis propios sueños. Tuve múltiples empleos y ahorré cada peso para invertirlo en mi tienda, y ahora no me queda nada. Todo lo que hice se fue al carajo y todavía no entiendo qué fue lo que hice de mal. La sociedad juzga al que menos culpa tiene y premia al que más daño hace. 

—¿Quieres un té? —la pregunta de Amaro me hizo mirarlo con extrañeza—. ¿O quieres café o alguna otra cosa más fuerte?   

—El té está bien. 

—Ponte cómoda, recuerda que esta es como tu casa —me sonrió, antes de alejarse hacia la cocina. 

Me quedé mirándolo desde la sala y mi corazón empezó a latir con más rapidez. No esperaba su ayuda ni mucho menos su presencia, más cuando me aclaró que no quería tener problemas conmigo, pero debo admitir que siento un revuelo de emociones al saber que me está dando una mano para salir de todos los líos en los que estoy metida. 

Lo vi regresar con una taza de té y la dejó sobre la mesita de centro. Tomó asiento frente a mí, apoyando el codo en su pierna y la barbilla en la palma de su mano. Su mirada me inquietó, pero no de una manera sexual.

—¿Por qué haces esto? 

—¿Qué cosa? —inquirió, enarcando una ceja—. ¿El té o a qué te refieres? 

—Ayudarme. No estás en la obligación de hacerlo... 

—No me parece justo lo que te hicieron. No debieron atacarte de esa manera tan baja, destrozando cada uno de tus esfuerzos y tus sueños por una verdad tergiversada y que usaron a favor de ellos. Eres una mujer emprendedora, buena persona, amable, que quiere ayudar a todos a su alrededor olvidándose de sí misma. No necesito conocerte de toda la vida para saber que te gusta dar la mano sin esperar nada a cambio, pero no todas las personas vamos a recibir la ayuda con una buena intención. Te hiciste cargo de la reparación del auto de Anita y ella te ha retribuido de buena manera porque eres su jefe y su amiga. El hijo de perra con el que te casaste no conoce el verdadero significado de la amistad y de la fidelidad. Te mintió por años, te usó a su antojo y fue tan caradura de pedirte ayuda para que su familia no cayera más hondo de lo que se encuentra. No le importó que tú te llevaras todos los ataques, ni siquiera ha tenido los suficientes pantalones para dar cara a los medios y desmentir todo lo que están hablando de ti.

—Ahora entendí que no debí darle la mano, pero yo pensaba que él estaba haciendo todo esto por una buena causa.

—Claro, a beneficio suyo y de su familia —se veía tan enojado—. Debió tirarme todo el mierdero a mí y no a ti. ¿Te ha llamado aunque sea para saber cómo estás con todo este lío o cómo estás lidiando con todos esos malos comentarios? ¿Sabe lo que sucedió con la tienda? Por supuesto que debe saberlo, pero no le conviene decir que es una rosca.

Bajé la cabeza, sintiendo las lágrimas al borde de mis ojos. Quisiera no saber de nadie más, no tener que estar pasando por todo esto y no sentirme tan miserable. Yo lo único que quería y anhelaba era mi libertad y ser feliz, ¿acaso es mucho pedir?

—Perdóname, mi amor. Lo último que quería era hacerte sentir mal, pero es que me da tanta rabia que se hayan ido en tu contra y se hayan aprovechado de tu buen corazón, cuando tú estabas dándole la mano para que su verdad no saliera a la luz —rodeó mi cuerpo en un fuerte abrazo y me recosté en su pecho, cerrando los ojos con fuerza y aspirando todo su aroma—. Ese hijo de perra no supo jugar, ahora que se atenga para lo que se le viene encima, porque no voy a dejar pasar como si nada tu sufrimiento.

Irresistible Tentación[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora