Capítulo 15

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No sabía a dónde ir con exactitud, pues no esperaba que Amaro fuera a aceptar salir conmigo en plena jornada laboral, así que conduje por las calles de la ciudad hasta encontrar el primer bar nocturno que estuviese abierto. No tenía nada planeado, solo llegué a su taller y quise pasar un rato agradable con él. Amaro me hace olvidar del mundo y de cada uno de mis problemas.

El sitio al que ingresamos se veía reservado y muy tranquilo. Había pocas personas disfrutando de un trago, una música suave y relajante y en compañía de sus amistades. Nos sentamos en una mesa lejana, donde teníamos bastante privacidad y no nos mezclábamos con el resto de las personas.

Durante el recorrido en el auto hablamos muy poco, pero él no se veía molesto ni nada parecido. Todo lo contrario, bromeó un par de veces diciendo que era la segunda vez que tenía la dicha de montar en una belleza como lo era mi auto. El ambiente entre nosotros no se percibía cargado ni tenso, había esa misma conexión y química que hubo desde el principio, un algo entre los dos que no podía comprender pero que existía.

—Tu sobrina se ve mucho más linda y tierna que en la foto.

—Es toda una princesa que roba corazones —sonrió, dándole un trago a su cerveza—. ¿Tienes hijos?

—No —me apresuré a responder—. Sí quisiera tener, pero todavía no me siento preparada. Un hijo es una responsabilidad muy grande.

—Estoy de acuerdo contigo.

Desde que nos conocimos no me había atrevido a decirle que era una mujer casada, pero en ese momento sentí la necesidad de decirlo. Más bien, quería desahogarme con alguien y él me daba confianza.

—Soy una mujer casada —le dije, atrayendo su mirada—. Y no lo digo porque entre los dos esté ocurriendo algo y se pueda interpretar a mal estas salidas, solo quise ser sincera.

—Bueno, lo supuse desde el primer día en que te vi, ya sabes, por la alianza que llevabas en tu mano y hoy ya no está —se encogió de hombros—. Tú misma lo dijiste, no hay nada entre nosotros. Solo somos dos desconocidos que han fluido de buena manera. Este puede que sea el inicio de una buena amistad, ¿no crees?

—Es probable —pero lo dudo, porque en mi mente y en mis sueños más bajos somos más que amigos—. ¿Te puedo hacer una pregunta más personal?

—Por supuesto.

—¿Alguna vez te casaste o tuviste una relación de muchos años?

—Hace seis meses me separé de Katie, la loca insistente que estaba en el taller cuando fuiste por el escarabajo. No nos casamos, pero sí teníamos planeado hacerlo algún día.

—Vaya, ¿se puede saber por qué no se llevaron a cabo esos planes?

Guardó silencio por unos instantes, mientras se bebía lo que le restaba de cerveza de un solo sorbo.

—Esta conversación debería ir de la mano de algo más fuerte, ¿no crees? Hablar de prometidas y maridos no es cosa sencilla.

—Coincido contigo.

Ordenamos una botella de vodka y, en cuanto nos la trajeron, Amaro se dio dos tragos sin darse ni un solo respiro. Parecía que los necesitaba con suma urgencia.

—¿Sabes? Pensaba que todo entre nosotros estaba bien, es decir, había amor, felicidad, comprensión. Puedo hasta jurar que todo era perfecto, pero de un momento a otro todo cambió. No entendía lo que sucedía ni por qué discutíamos cada vez más por cualquier estupidez. Para no hacer el cuanto largo, una noche llegó de la mano de otro hombre, me dijo que ya no era feliz a mi lado y que lo mejor era que acabáramos todo, que ella había encontrado a alguien más que sí la comprendía y le hacía sentir todo eso que yo ya no lograba despertar en su corazón. Desde ese día no la volví a ver más, hasta hace unas semanas, que empezó a venir al taller para "hablar" no sé de qué conmigo —sirvió otro trago y se lo bebió de golpe—. No sé qué demonios quiere, si me dejó bastante claro que yo no era el amor de su vida y aquel hombre que la llenaba en todos los sentidos. No entiendo a qué vuelve, más ahora que la estaba olvidando.

En su voz había tanto dolor y pena, que me vi reflejada de cierta manera en él. Nuestras situaciones son tan parecidas, con la única diferencia de que Amir me fui infiel con un hombre, me dijo una sarta de mentiras para que no lo dejara, y que yo ya no lo quería como él sí amaba a esa mujer.

—¿Se puede saber por qué ya no llevas la alianza en tu mano? —inquirió.

—Ya no tiene caso alguno de lucirla. Una alianza demuestra el amor, el respeto y la fidelidad que hay entre dos personas que juran ante un Dios amarse para toda la vida. Entre nosotros el amor hace mucho acabó. Además, me estaba siendo infiel con su asistente.

—Vaya, lo lamento mucho.

—Amir ya no hace parte de mi vida ni de mi corazón desde hace meses, así que su traición no dolió tanto como lo llegué a creer, es más, una parte de mí sabía que tenía a otra persona. Lo único que golpeó mi ego fue el hecho de que me engañara con otro hombre.

—¡¿Cómo?! —escupió el trago, abriendo mucho los ojos—. Creo que no escuché bien.

—Su asistente es un hombre. Fui testigo y en primera fila de cómo a mi esposo le encanta que le rompan el culo.

—Ya decía mi madre que este mundo está de revés y ahora le creo. ¿Qué mierda tiene ese hombre en la cabeza? En su lugar, jamás había soltado a tremendo mujerón —hizo una mueca de asco, estremeciéndose por completo—. No tengo nada en contra de las relaciones del mismo género, pero es que cambiarte a ti que, con todo el respeto que te mereces, estás bien mamacita, para que lo empaten, ha de estar muy mal de la cabeza.

Reí, bebiendo un trago más, pero sintiéndome muy bien por lo que acababa de decirme. Me gusta tanto su forma de ser, es tan fresco, alegre y sincero. Jamás había conocido un hombre como él, porque en el círculo social en el que siempre me he rodeado, los hombres son demasiado prepotentes y ególatras.

—Ahora Amir no me quiere dar el divorcio, dice que todavía me ama, pero que su gusto seguirá estando presente cada vez que desee tener sexo. No sé qué es peor, toda esta situación de mierda, que no me quiera firmar el divorcio o que siga ensañado a un sentimiento que quizás nunca existió —puse la cajita que Steven me había dejado sobre la mesa y Amaro frunció el ceño—. El amante vino a buscarme, me dijo que apoyara a Amir y no le pidiera el divorcio todavía. No sé qué clase de loco pide eso, cuando debería estar jalándose los pelos para que nos separemos cuanto antes, ¿no? Me dejó esta cajita y no la he abierto porque presiento que en su interior hay algo muy malo.

—El mundo está lleno de locos, uno más deschavetado que el anterior —tomó la cajita en sus manos y le dio vueltas—. No creo que sea una bomba, ¿o sí?

—¡De por Dios, Amaro! —reí.

—Veamos qué es, total, si es una bomba, salimos a correr, ¿de acuerdo?

Volví a reír mientras lo veía abrir la caja y mirar su interior con visible curiosidad. No sé por qué me gusta tanto este hombre, pero me aterra la velocidad con que ese gusto crece en mi interior. Apenas si lo conozco y ya me cautivó su forma tan sencilla y alegre de ser. 

Irresistible Tentación[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora