Capítulo 30

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—No busco vengarme ni pagarle con la misma moneda a Amir. Si fue él el que me lanzó a la candela para salir bien librado, quedará en su conciencia para siempre. Yo lo único que deseo es mi libertad y ser muy feliz, pero... —tragué el nudo que se formó en mi garganta—, ahora que lo perdí todo, no sé lo que debo hacer ni cuál es el camino que debo seguir.

—Entiendo que no quieras vengarte ni ser como ese hijo de perra, pero debe pagar por todo el mal que te hizo. Él no puede quedarse feliz por la vida, mientras todo lo que tenías se va de tus manos. No es justo lo que te hicieron, llegaron demasiado lejos. Recuerda que tienes en tus manos las fotos y los videos que su amante le tiró mientras jugaban a las espaditas, úsalas a tu favor también. A veces debemos jugar sucio para salir bien parado.

Me encogí en su pecho, queriendo no saber nada más de ese asunto. Me duele el alma, el cuerpo y la cabeza de tanto pensar. Una parte de mí le da el beneficio de la duda a Amir, después de todo, sé que el jamás les haría daño a las personas para alcanzar sus logros. Esas fotos pueden que sean de gran ayuda y me beneficiarían en más de un sentido, pero me estaría convirtiendo en ese tipo de persona que tanto he odiado en la vida y ver caer a Amir no sería algo bonito ni mucho menos justo. Yo no soy quién para revelar sus secretos, más cuando ellos tendrían el poder de acabar con todo lo que es y ha logrado hasta el día de hoy.

—Puedes quedarte aquí si deseas —cambió de tema y se lo agradecí, pues necesito dejar de pensar por un segundo o enloqueceré en cualquier instante.

—No quiero incomodarte.

—No lo harás, todo lo contrario, me hace feliz tenerte aquí pese a no ser un buen momento.

Me levanté de su pecho y me quedé mirándolo por unos segundos. ¿Por qué no lo conocí en otro momento de mi vida, quizás en uno mejor, cuando estuviera libre y en la cima? Amaro me está demostrando que un corazón noble y sincero sí existe. Todavía me sorprende que me esté dando la mano, cuando me dejó en claro que no quería saber más de mí.

—Gracias...

—No tienes que agradecerme por nada. De cierta manera me siento culpable de que te estén juzgando tan duro, pero más que eso, me da rabia e impotencia ver lo que te hicieron sin importarles absolutamente nada. Quizás no lo hicimos bien, pero no tenían que destruirte de esa manera tan baja.

—Lo que digan o piensen de mí me importa muy poco, pero mi tienda, mis sueños, mis metas, mis sacrificios —mis ojos se llenaron de lágrimas y él con rapidez las secó con la yema de sus dedos—. Perderlo todo duele, pero más duele perder lo que te hace tan feliz en la vida. No te imaginas lo que se siente ver hecho cenizas todo lo que por años has construido.

—Encontraremos una solución y yo mismo te ayudaré a levantar tu tienda. La maldad no te va a vencer, no permitas que te derroten ni hoy ni nunca.

Lo abracé con fuerza, llorando sin control alguno y agradeciéndole una vez más por ser mi bastón en este momento donde más necesito de alguien. Pensaba que en los malos momentos estaban aquellas personas que más querías; tus padres, tus amigos, tus seres queridos e incluso los más allegados, pero mis padres me dieron la espalda y Amir no ha tenido valor suficiente para darme cara.

Quién iba a pensar que recibiría tanto apoyo y ayuda de un hombre que conozco desde hace poco tiempo. En este momento donde no encuentro la salida de aquel laberinto, Amaro está siendo mi único guía.

***

El agua tibia cayó por mi piel, relajando cada uno de los músculos de mi cuerpo. No sé por cuantos minutos me quedé allí bajo el agua, bloqueando todo mal pensamiento y los problemas que rondan mi cabeza, solo sintiendo como mi mente se sumergía en la tranquilidad que el agua brinda. Oí a lo lejos que tocaban la puerta, por lo que cerré la llave y me envolví en la toalla que Amaro me había facilitado.

—¿Todo bien ahí dentro?

—Sí, ya voy a salir —respondí.

—De acuerdo —hizo un corto silencio, que me mantuvo a la expectactiva de lo siguiente que diría—. Sobre la cama te dejé una de mis camisas, ya sabes, para que puedas dormir más cómoda. No es necesario que la uses, pero si te la quieres poner, ahí está.

Sonreí, sintiendo que los latidos de mi corazón iban en aumento. Amaro tiene un poder único en mí y es el de arrebatarme una sonrisa sincera y un sentimiento que no logro entender, pero que se expande por mi pecho y me hace sentir extremadamente bien. No ha hecho nada más que estar para mí, dándome su apoyo y toda su ayuda. Se ha preocupado mucho por mí, algo que nadie, aparte de Anita, ha hecho.

—Bueno, iré a comprar algo de comer. No tardaré, ¿de acuerdo?

Salí del baño con toda la intención de agradecerle por todo esto que está haciendo por mí, pero ya no estaba por ningún rincón de la habitación. Caminé hacia la cama, tomé su camisa y la acerqué a mi nariz, asegurándome que su aroma se encontrara en ella. Su colonia huele tan exquisita.

Sequé mi cuerpo y me puse la camisa de Amaro, la cual me quedó enorme, pero se sentía cálida y cómoda. Me recosté en la cama y me quedé pensando en cómo me devoró de pies a cabeza, en la forma en que sus manos se deslizaban por mi piel y me provocaban escalofríos, en cómo sus dulces y salvajes besos me cortaron hasta la respiración.

Hoy ha estado para mí, me ha abrazado y ha sido ese hombro en el cual he llorado, más no ha hecho ningún intento de darme un beso en los labios o de llegar a algo más. Ni siquiera hemos hablado de nuestra última conversación, donde todo lo que había iniciado entre nosotros, acabó de la misma forma. Y no es que espere que suceda algo entre nosotros, porque sinceramente no tengo cabeza para nada mas que no sea en reconstruir una vez más mis sueños, pero recordando sus caricias y sus besos es imposible que mi piel no vibre y se caliente.

De tanto pensar en mi triste situación, no supe en qué momento el sueño me venció. Me sentía tan agotada física y mentalmente, que solo me bastó abrazarme a la almohada de Amaro para desconectarme del mundo entero.  


Irresistible Tentación[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora