Capítulo 17

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Cerré los ojos por breves segundos e, inconscientemente, acaricié mis labios, recordando la manera en que su boca encajó con la mía y todo lo que encendió un solo beso en mi ser. Si antes Amaro estaba en mis pensamientos la mayor parte del día, ahora no lo puedo sacar de mi cabeza. Aunque estaba muy ebria esa noche en la que nos acercamos un mundo, recuerdo a la perfección todo lo que nos dijimos, lo que sucedió y el respeto con el que me trató.

Tenía tantas ganas de que consumiera todo ese fuego que latía y sigue latiendo en mi interior, pero debo admitir que ahora que estoy lúcida, que me haya respetado y frenado hace que me guste más.

Pienso en sus labios, en lo suaves y dulces que son. Me recreo en ellos una y otra vez, siendo devorada de pies a cabeza hasta lo más profundo de mi corazón. El deseo y las ganas entre nosotros es tan palpable, pero lo único que hacemos es acrecentar ese fuego que sentimos el uno por el otro. No hay nada que nos frene, pero mantenemos la cuerda tensa para no ceder.

El alcohol cumplió ese día con su deber, nos hizo tomar valor para poder dar un paso. Aunque al probar sus labios quedé peor de lo que me encontraba. Ese hombre me tiene alucinando, con la cabeza puesta en la luna. Hace mucho no sentía esas cosquillas en el vientre y esa emoción y ansías de volver a verlo cuánto antes.

Miré mi teléfono, decidida a enviarle un mensaje, pero mientras escribía, me llegó uno suyo, por lo que borré lo poco que había escrito.

«Me gustaría invitarte a almorzar, pero estoy bregando con un auto y el arreglo está bastante complicado».

Para dar crédito a sus palabras, envió una foto del motor de un auto, donde se veían varias herramientas.

«¿Estás solo? También me gustaría pasar un rato contigo», respondí.

«Estoy con Will. Desde la mañana estamos trabajando en el arreglo del auto».

«¿Te molesta si les hago compañía? No sé nada sobre autos, pero al menos puedo llevarte algo de comer», me atreví a decirle, temiendo un rechazo.

«Buena compañía y comida, lo mejor que me han dicho hoy».

Mi corazón se agitó en mi pecho y una sonrisa surcó en mis labios al leer su mensaje.

«¿Qué te gustaría comer? ¿Qué le gusta a Will?», pregunté, cogiendo las llaves de mi auto para salir.

«¿Quieres que te diga lo que quiero comer? No tienes que traer nada, con tu presencia es más que suficiente».

De todo lo que escribió, fue su pregunta lo que explotó mi cabeza. Ese hombre tiene una habilidad única para hacerme bolas y encenderme en cuestión de segundos.

«Antes que todo, llevaré algo de comer, no solo para ustedes, sino también para mí. En cuanto a tu pregunta, ¿qué es lo que te gustaría comer?».

«Bueno, no me niego a todo lo que venga de ti. En cuanto a tu pregunta,  ya conoces la respuesta, aún así, te diré lo que quiero comer cuando estés aquí».

Mordí mis labios, haciéndome una idea de su respuesta. Amaro me pone nerviosa y a bombear sangre con suma rapidez. No estamos frente a frente, pero es como si pudiera sentir su presencia muy cerca de la mía, mirándome con esa intensidad tan hechizante y tentándome a más no poder con sus insinuaciones y su sonrisa.

Salí de la tienda, dejando encargada a Anita y, antes de ir al taller de Amaro, pasé por un restaurante chino y compré suficiente comida para los tres. Me gusta pasar tiempo con él, a su lado me siento de mil maravillas, que puedo ser yo misma sin estar a la defensiva. Él es tan refrescante, algo fuera de serie.

Llegué al taller y me quedé en la puerta, viendo con atención la forma en que Amaro le explicaba alguna cosa del motor a Will. Se ve tan atractivo en ese overol, más cuando lo lleva a medio poner y los músculos de sus brazos quedan a la vista. No sé por qué verlo así de sudoroso y con las manos manchadas de grasa se me hace tan sensual y apetecible.

—Buenas tardes, chicos. Espero no interrumpir, pero traje arroz chino. Y antes que me digan que no, les toca comer conmigo, porque solo no puedo con todo esto.

Ambos me dieron una mirada larga, antes de que Will saliera de su sorpresa y se acercara a ayudarme con los paquetes que traía en las manos. Amaro me dio una sonrisa completa y sincera, dejando de lado alguna herramienta que tenía en la mano.

—Buenas tardes, hermosa —quedó a tan solo centímetros de mí—. Qué gusto volver a verte, ¿no?

—Sí, siempre es un gusto —sentía que mi corazón se saldría de mi pecho, pues su mirada me desestabiliza en segundos—. ¿Cómo has estado?

—Con bastante trabajo, pero bien y agradecido. ¿Tú cómo estás? ¿Cómo va tu tienda?

—Bien. También he tenido trabajo, más ahora que debo entregarle una cantidad considerable de joyas a un empresario. Las va a subastar en un par de semanas.

—Me alegro mucho de que tu tienda esté ganando posición.

—Paso a paso. Estoy ansiosa por saber el resultado. Debo admitir que si este negocio sale bien, puede traerme muchos más.

—Te irá muy bien —sonrió.

—Gracias.

Will trajo varios platos y cubiertos y serví el arroz chino para los tres. Hablamos de cosas sin sentido, bromeando entre nosotros mientras comíamos sin prisa alguna. Will tiene tantas similitudes con Amaro, que hasta ahora que los tengo a los dos de frente es que puedo darme cuenta de ellas.

Comimos hasta quedar completamente satisfechos. Will tuvo que marcharse, ya que debía asistir a sus clases en la tarde. El chico me parece tan humilde y lindo, además de que es admirable lo que hace. Trabajar para ayudarse a pagar sus estudios lo hace todo un chico responsable.

—Ahora que estamos a solas, sí puedo decirte lo que me hubiera gustado comer —Amaro se acercó a mí, acorralando mi cuerpo contra uno de los autos.

—¿Hubiera? ¿Acaso ya no quieres comer?

—Faltaba más —posó sus labios sobre mi oído, haciéndome estremecer—. Todavía tengo hambre, pero no precisamente de arroz chino.

—Entonces de qué tienes hambre?

—De tus labios —susurró, antes de arrebatarme todas las palabras con un beso profundo y que nubló toda mi razón.

Irresistible Tentación[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora