Capítulo 9

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Entre el trabajo y mis responsabilidades, olvidé por completo que Amir existía. Ni él me llamaba y yo tampoco lo hacía y era hasta mejor, pues si no nos buscamos es porque no tenemos nada para decirnos.

Mis días han sido tranquilos y divertidos. Amaro y yo hemos seguido hablando, pero lo hacemos muy poco. A veces nos escribimos para saber cómo estamos o qué tal va nuestro día, pero no son conversaciones largas o que toquen otros temas más profundos. Nos enviamos videos graciosos o imágenes para nada sugestivas. Pareciera que fuéramos amigos, pero en mi mente no puedo dejar de imaginarlo como algo más.

Quizás estoy mal de la cabeza, pero es que mi corazón se agita de una manera incontrolable cada vez que me escribe para preguntarme cómo estoy.

Mi teléfono sonó y me apresuré a responder la llamada, pensando que se trataba de Amaro, pero mi emoción se apagó cuando escuché la voz de Amir al otro lado.

—Necesito que estés aquí mañana a primera hora. Hay una reunión y las parejas de los candidatos deben estar presentes.

—Me alegro tanto que estés bien, yo también lo estoy —ironicé y escuché su suspiro—. No puedo ir.

—Ahora no tengo tiempo para discutir contigo, Brianna.

—¿Y quién está discutiendo? Te estoy diciendo que no puedo ir. Tengo mi trabajo, por si lo olvidaste, y no puedo darme el lujo de no abrir la tienda para asistir a tus dichosos eventos.

—¿Acaso no tienes una empleada para que se haga cargo de la tienda? ¿No pagas para que abran y la cierren? Por un día que no vayas a estar, no creo que se vaya a derrumbar eso que tienes, ¿o sí?

Todo mi ser ardió de furia. ¿Quién se cree que es para decirme eso? ¿En qué momento se volvió tan hijo de puta?

—No sé qué diablos te picó como para que te estés comportando de esta manera que desconozco, Amir, pero mi tienda es tan importante como tu dichoso trabajo y no la pienso cerrar para irme a hacer algo que nunca me ha gustado.

—Entonces, ¿no piensas venir a hacer acto de presencia? No tienes que decir ni una palabra si no quieres, pero al menos que se den cuenta que mi esposa me apoya en la candidatura. Los esposos y esposas de los otros candidatos están aquí, dándoles la mano a su pareja y tú estás tratando de conseguir el dinero que no necesitas en una simple tienda de accesorios.

—¡Vete a la mierda, Amir! Primero que todo, tú te fuiste de casa diciendo que tenías una entrevista y jamás me dijiste que yo debía estar ahí. A mí la política nunca me ha gustado y lo sabes. Es más, cuando te conocí, jurabas que la odiabas con todo tu ser y que jamás serías parte de un circo. No tengo por qué estar yendo a esas estúpidas reuniones, donde se pelean con hipocresía y mentiras un puesto para que el pueblo siga sufriendo mientras ustedes se jactan de más dinero. Prefiero mil veces quedarme en mi simple tienda de accesorios y ganarme cada peso con honestidad y empeño, que por ir a hablar mierda frente a tantas personas que ponen su voto de confianza para un cambio mejor —tomé una bocanada de aire—. Si necesitas a una esposa que sea de adorno y te apoye como payaso, consigue una, pero yo no me voy a prestar para ese tipo de ridiculeces —colgué sin más, sintiendo la furia corriendo por mi ser.

Debió nunca llamarme, así como estaba me encontraba mucho mejor. Siquiera recordaba que existía. Llama únicamente para indisponerme y hacerme enfurecer. ¿Quién cree que es para decirme todo eso? ¿En qué momento se volvió así? Desconozco por completo a ese Amir que es ahora. Si se tomara un segundo de su tiempo para pedirme el favor y el apoyo de buena manera sin ser tan grosero, con gusto voy hasta la reunión.  Pero últimamente se está comportando como todo un patán.

Mi teléfono siguió sonando, pero sabiendo que se trataba de Amir, le quité el sonido y seguí haciendo mi trabajo. No quiero saber nada de política, mucho menos de un idiota que está cogiendo mucho vuelo y se está volviendo en lo que un día odio.

Ya no puedo seguir así, amargando mis días con una situación que parece no tener solución.

«Espero que mañana puedas acompañarme a tomar una taza de café. Ten dulces sueños», rezaba el mensaje que Amaro me acababa de enviar.

Mi corazón se emocionó al instante, es como si toda la amargura que había tenido durante el día hubiese pasado a un segundo plano. No habíamos hablado, supongo que estuvo con bastante trabajo así como yo.

«Dime a qué hora y en qué lugar y ahí estaré. Sueña bonito», respondí.

«Con tu respuesta, soñaré con un bello ángel», envió por último y sonreí, sintiendo que mi corazón se saldría de mi pecho con lo fuerte que latía.

Amaro está provocando muchos sentires intensos en mi ser. Mi corazón se alborota de forma incontrolable e indescriptible, mis manos sudan sin control y siento como si una oleada de mariposas inquietas se situaran en mi estómago. Un vago mensaje es capaz de inquietarme, pero no de mala manera.

Me acosté a dormir con una sonrisa en los labios y una emoción en mi pecho que no podía entender por completo. Hace días no veo a Amaro, y nada más con saber que mañana vamos a vernos, mi corazón se agita el doble. Estas reacciones hace mucho tiempo que no las sentía.

En un profundo sueño sentí un par de brazos que me brindaron abrigo bajo ellos y un vago aliento que recorría mi cuello en dirección a mi hombro, haciéndome sentir una ligera vibración por todo el cuerpo.

Fue un beso en mi piel y un firme apretón que me hizo despertar al instante. No estaba soñando como en un principio lo creí, realmente había un cuerpo masculino apretando con fuerza el mío.

—¿Qué díablos..?

—¿Quién más creías que era? O más bien debería preguntar, ¿a quién esperabas?

—No seas idiota, Amir —me relajé, pero me solté de su agarre—. ¿No deberías estar en tus eventos políticos?

—Debería, pero tengo una esposa muy necia y terca —me puso boca arriba en la cama y subió sobre mí, acercando sus labios a los míos—. No tuve más opción que venir por ella. Ya sabes, si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma...

Iba a rebatir sus palabras, pero su boca se apoderó de la mía con una fuerza que me impidió hacerlo. Lejos de sentirme a gusto, excitada y que flotaba en el cielo ante su demandante y apasionado beso, me sentí tan mal al experimentar nada más que fastidio y desazón.

Irresistible Tentación[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora