Capítulo 32

1.8K 223 15
                                    

BriannaEn cuanto abrí los ojos y reconocí el lugar en el que me encontraba, me di cuenta de que un par de ojos me observaban con una fijeza que me puso nerviosa al instante. Me sentía tan avergonzada de que Amaro me estuviera mirando mientras dormía que me cubrí el rostro con la manta. Debo estar fatal, despeinada, con los ojos hinchados y rojos de tanto llorar y dormir y, seguramente, con un rastro de baba en la mejilla.

—Buenos días, linda. No deberías cubrirte y quitarme el privilegio de verte, si hasta recién despierta te ves preciosa —dijo y mi corazón se aceleró ipso facto—. Te traje una muda de ropa, para que puedas darte un buen baño y cambiarte.

Descubrí mi rostro, sintiendo las mejillas calientes tras la conmoción que me causaron sus palabras. Siempre sabe qué decir para hacerme sentir bien, pero más que eso, para enredarme en sus redes.

—Buenos días —carraspeé, sin saber cómo llamarlo y no sonar tan estúpida—. No debiste molestarte al traerme ropa. De igual manera debo ir a la casa antes de ir con el abogado.

—Anoche fui a tu casa y hablé con el roscón de tu marido —soltó, dejándome sentada y sorprendida—. Él me dio ropa tuya y también me dio varios documentos, donde supongo yo está todo lo que necesitas para hablar con tu abogado. No he leído nada porque no es de mi incumbencia, pero si hace falta algo, yo mismo te llevaré a tu casa.

—¿Cómo que hablaste con Amir? ¿En qué momento ocurrió eso que no me di cuenta de nada? —me levanté a prisas de la cama y tomé todos los documentos que me estaba extendiendo—. Aquí está todo, pero... no entiendo cómo es que te dio todo esto.

Me resumió lo que había hablado con Amir, diciéndome por último que no confiaba plenamente en él, aunque le iba a dar el beneficio de la duda solo porque estaba cooperando con toda esta situación. Me sorprendió al decirme que iba a firmar el divorcio sin poner trabas ni pedirme más tiempo. Parece que Amir fue mucho más sincero con Amaro que conmigo, algo que me dolió porque lo ayudé de corazón y por todo el tiempo que estuvimos juntos.

Por más que le dije a Amaro que no era necesario que me acompañara, él hizo caso omiso a mis palabras y estuvo conmigo durante todo el día, dando vueltas de un lado a otro para tratar de resolver todos mis problemas. Me acompañó a la estación de policía, como también estuvo presente mientras la aseguradora de la tienda me explicaba el proceso a seguir luego de los daños y el robo. Estuvo tomando mi mano incluso cuando el abogado volvió a redactar el divorcio.

Anoche me acosté a dormir con un mal sentimiento en el pecho, un bloqueo que no me dejaba pensar y una sensación de que todo iría de mal en peor, pero hoy se atisba un poco de luz y Amaro tiene mucho que ver en eso, sin él no hubiera sabido por dónde empezar.

Dejó su trabajo de lado y todos sus deberes para ayudarme y apoyarme en todo lo que he necesitado. Lo que está haciendo por mí me tiene con el corazón en la mano, latiendo de una manera que jamás imaginé que lo haría. Este hombre, que conozco muy poco, se puede estar convirtiendo en algo más que un gusto.

Caminábamos por el parque uno al lado del otro, tomados de las manos y en completo silencio. Su ayuda ha sido maravillosa, sin él no hubiera podido solucionar algunos de mis problemas. Aunque la aseguradora no cubre el robo de los enseres y las joyas, lo importante es que se hará cargo de todos los daños del establecimiento. La policía sigue recolectando información para dar con los responsables, pero había muchas personas, por lo que será difícil que encuentren a los culpables.

Me siento más tranquila al saber que la aseguradora me ayudará con los daños, pero todavía tengo mucho que comprar para que la tienda esté abierta al público nuevamente.

—Gracias por todo y por estar aquí, no sabes cuánto necesitaba la presencia de alguien más en este momento —rompí el silencio que se había formado entre nosotros, al sentarnos en una de las bancas—. Nunca pensé que un desconocido me daría la mano y me ayudaría tanto. Es que ni mi familia, que se supone está contigo en las buenas y en las malas, se han tomado el tiempo de llamarme. Aunque, luego de todo lo que me dijo mi padre, no esperaba ayuda y apoyo de su parte. Mi madre no me sorprende, después de todo, ella hace todo lo que mi padre le diga.

—A falta de ellos, estoy yo y es más que suficiente, ¿no te parece? Además, si otros estuvieran en el medio, no podría demostrarte quién soy. Tengo que ganarme algunos puntos con la doña del deportivo rojo —bromeó, haciéndome sonreír—. Tu padre caerá en su error y te pedirá disculpas.

—No hablemos de mis padres.

—De acuerdo, entonces hablemos de ti. ¿Cómo te sientes?

—Más tranquila, aunque todavía me preocupan algunas cosas. Tengo ahorros, pero no los suficientes para volver a surtir toda la tienda.

—Podemos hacer rifas, bazares, actividades o lo que sea para ir recaudando fondos e ir comprando poco a poco todo lo que necesitas. Tienes el taller a tu disposición, úsalo a tu antojo.

Lo miré a los ojos y me sentí tan agradecida de conocer a un buen hombre. Amaro tiene un plan para todo, piensa en las soluciones en cuestión de segundos. Este hombre me está enamorando con su forma de ser, con lo práctico que es y el corazón de oro que posee.

Me estoy enamorando con una lentitud agónica. No pensé que mi corazón palpitaría así de fuerte y rápido, es más, ni siquiera tenía previsto volverme a enamorar. En mis planes no estaba una nueva ilusión, ni siquiera un divorcio, pero la ruleta viró en otro sentido y este camino por el que me está llevando la vida me está gustando más del que me había hecho ilusiones.

—Si sigues así, vas a llenarte de puntos y no tengo ni la menor idea de cómo canjearlos —le dije en modo de coqueteo y broma, pero con el corazón a punto de salir expulsado de mi boca.

—No te preocupes por eso, mamacita, que yo sí sé cómo canjearlos justamente —acercó su boca a mi oreja y su cálido aliento que rozó mi piel me hizo estremecer—. Así, pero todita y sin que me haga falta nada.

—Me podrías explicar mejor, no te estoy entendiendo nada.

Me mordí los labios al sentir el roce de sus labios por mi cuello. Fue un leve roce, pero no le hacía falta tocarme más a fondo para tenerme con la respiración agitada y la piel húmeda.

—Dije que iba a guardar mis pensamientos para mí, pero contigo es imposible porque tienes el descaro de provocarme y luego hacerte la desentendida —susurró en mi oído y sentí la yema de sus dedos deslizándose con extrema suavidad por mi mejilla—. Te quiero ver en mi cama como anoche, pero desnuda y envuelta entre mis brazos. Así como deseo hacerte mía hasta el cansancio, deseo estar para ti en todo momento y aspecto de tu vida.

—Amaro...

No me permitió terminar de hablar, giró por completo mi rostro y me robó un beso que me hizo caer de lleno en sus redes. No sé si es el hombre indicado para mí, pero sentirme plena, segura, a gusto y feliz estando entre sus brazos, para mí es más que suficiente.

Irresistible Tentación[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora