Capítulo 14

1.7K 201 7
                                    

Le pedí a Anita que se hiciera cargo de la tienda antes de irme. No sabía a dónde ir, pero necesitaba tranquilidad o mi cabeza explotaría en cualquier instante.

Vagué por las calles de la ciudad sin rumbo alguno, teniendo muchas cosas en desorden en mi mente. No sé qué está tramando Amir, poco a poco he empezado a desconfiar de él y de todo lo que hace y dice. No sé con qué fin vino a decirme todo eso Steven y tampoco sé lo que hay en esa cajita que traía en sus manos y dejó en mi poder. No sé si lo correcto es ayudarlo, después de todo, eso sería involucrarme de más en la política y es lo que menos quiero hacer.

Miré la cajita de soslayo y suspiré. Tengo la curiosidad de saber lo que hay ahí dentro, pero una parte de mí me dice que es mejor no saciar esa curiosidad.

Sin darme cuenta de nada, terminé frente al taller de Amaro. Los portones estaban abiertos de par en par y habían varios autos fuera del taller con el capó abierto. Él no se veía por ningún lado, pero sí alcanzaba a ver a Will, completamente de cabeza en uno de los autos.

La risita de una niña pequeña me hizo girar la cabeza hacia ella. Amaro traía a su pequeña sobrina, la misma que tenía de foto de perfil en su WhatsApp, en sus brazos, mientras ella le decía varias cosas que lo hacían reír.  A su lado, un hombre idéntico a Amaro, reía de lo que la niña decía.

Una sonrisa se dibujó en mis labios al verlo. Sigue luciendo tan atractivo como de costumbre, aparte de eso, le pega la pequeña. Lo hace ver como todo un papi sensual y sobreprotector, de esos que ves y quisieras convertirte en madrastra sin pensarlo dos veces.

Amaro no se había dado cuenta de mi presencia, hasta que Will señaló hacia mi auto con la cabeza. La sonrisa que tenía en sus labios desapareció en cuanto me vio, lo que me hizo sentir mal. ¿Acaso hice mal en venir sin avisar? Es más, ni siquiera sé cómo es que llegué aquí, si en mi mente no se encontraba él.

Dejó a la pequeña en los brazos de su gemelo y se acercó a mí, luciendo bastante serio.

—Buenas tardes, Sra. Brianna. ¿Se le ofrece algún servicio? Si es así, tendrá que esperar, porque como se puede dar cuenta, tengo bastante trabajo.

—Buenas tardes, Sr. Amaro —usé el mismo tonito que utilizó él—. De momento no necesito ningún servicio.

—¿Entonces a qué ha venido?

—A hablar contigo.

—Estoy ocupado.

Enarqué una ceja, recordando que así mismo le había respondido a la mujer de la otra vez. No sé si ella fue su novia o qué diablos, pero se siente como si estuviera llamando su atención a toda costa y yo no soy del tipo de mujer que esté rogando por la vida.

—No debí venir sin avisar, mucho menos a molestar  —encendí el auto, dispuesta a irme por donde mismo había llegado—. Hasta luego.

—Espera —puso su mano sobre el volante, soltando un largo suspiro—. Perdóname si fui grosero contigo. Hoy no he tenido un buen día y he estado lleno de trabajo.

—No tienes que pedir perdón de nada. En un principio, yo no debí venir.

—Pero lo hiciste.

—Lo hice y todavía no sé por qué —reí sin ganas—. Olvídalo. Simplemente pensé que podría invitarte a un café o a una cerveza. Y bueno, ya que estoy aquí, discúlpame por no poder llegar a nuestra cita, me surgió un compromiso y no pude avisarte con tiempo que no podía asistir.

—No te preocupes, entiendo que tienes tus compromisos que atender. No estoy molesto porque no pudiste ir a la cita.

—Entonces, ¿aceptas salir a tomar una copa conmigo? Te diría que una taza de café, pero necesito un trago bien fuerte para quitarme todas las malas vibras de encima.

—Como que también necesito uno de esos para ver si mi mala suerte se va —soltó una risita, mirando hacia el taller con brevedad—. Pero primero debo quitarme la suciedad de encima. Estás muy hermosa y no sería justo que vayas con un hombre lleno de grasa y polvo a un bar.

—Te espero aquí —fue lo que dije, en lugar de lo que estaba pensando.

Amaro sonrió y golpeó el volante con sus dedos, antes de alejarse hacia el taller. Su gemelo lo atacó a preguntas mientras él reía y negaba con la cabeza.

Pensé que vivía en otro lugar, pero me quedó bastante claro que no, cuando salió tiempo después completamente limpio y cambiado. Los pantalones causales se ajustaban a sus gruesas piernas y la camisa blanca hacia que sus músculos se notaran en demasía. Su cabello estaba húmedo por la reciente ducha que tomó, tentándome a hundir mis manos entre sus finas hebras. Si me encanta y lo encuentro extremadamente sensual y comestible estando sudado y lleno de grasa, ahora que tengo el gusto de verlo bien acicalado, quisiera saltarle encima y matar todos mis problemas siendo aplastada por esos brazos tan grandes.

—¿No vas a cerrar el taller?

—Mi hermano y Will se quedan a cargo, por lo que ellos ya cerrarán cuando sean las seis.

—¿Él es tu hermano? —mi pregunta fue tan tonta.

—Lo es. ¿Acaso no nos parecemos ni un poco? —rio—. Tuve el infortunio de compartir vientre, físico, comida y pañales con él.

—Es lindo...

—¿Mi hermano? ¿O a qué te refieres?

—No, digo, sí. Es decir, son muy atractivos, pero me refiero a que es lindo tener un hermano gemelo. Yo no tengo hermanos, soy hija única, por lo que pienso que debe ser lindo tener una compañía en la cual te puedas apoyar en los momentos más difíciles.

—De hecho, es bonito tener hermanos. Tengo dos más, así que si las quieres, dime sin más para regalarte alguna de ellas.

Solté una carcajada, tomando la caja que me había dado Steven para que Amaro se pudiera sentar sin problema alguno.

—Quizás te tome la palabra, pero creo que ya tengo suficiente contigo.

—¿Crees? —sonrió ladeado y puse el auto en marcha, sintiendo que mi corazón se agitaba de emoción.

Con él puedo sentirme tan libre y tan yo. La química que tenemos es inigualable, todo fluye con gran facilidad, como si nos conociéramos de hace muchísimo tiempo.

Irresistible Tentación[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora