Capítulo 40

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Amaro

Me levanté de la cama desconcertado al despertar y verme solo en ella. No había señal de Brianna por ningún rincón de la habitación, por lo que me puse una toalla alrededor de la cadera y salí en su búsqueda. La casa se encontraba en silencio, hasta que varios ruidos que provenían de la cocina me hicieron sonreír.

Desde que conocí a Brianna, esta casa adquirió color y calidez. Antes estaba tan fría y vacía. Ella llegó para darle un vuelco a mi mundo y ponerme de rodillas a sus pies. Se enredó en mi vida con el único propósito de hacerme creer una vez más en el amor, cuando juré nunca más volver a sentir ese sentimiento tan controversial.

Pensé que pasaría mis días solo, dedicándome de ciento al taller en compañía de mi sobrino, pero Bri llegó como un rayo de luz, no solo despertando mis deseos más intensos, sino haciendo latir a mi corazón de una manera que jamás lo había hecho. He de confesar que he sido un hombre enamoradizo, que me ilusiono con facilidad, pero ninguna mujer me había hecho sentir así de idiotizado como ella. Ninguna mujer me había despertado ese lado tierno y ardiente a la vez. 

Me detuve en el umbral de la cocina y mi sonrisa creció mientras mi corazón galopaba con mucha fuerza. Allí se encontraba la mujer que ahora hace parte de mi mundo y la única dueña de mi corazón y mis deseos, haciendo el desayuno con una de mis camisas y el pelo enmarañado. Con Brianna no he tenido tiempo de soñar con una vida juntos, pues desde que se está quedando conmigo temporalmente, es como si estuviese viviendo uno. No puedo describir la felicidad que me embarga cuando la veo despertar a mi lado y su calor me envuelve al amanecer.

Me siento tan afortunado de tener a mi lado a una mujer como ella, capaz de lograr todo lo que se propone y enfrentarse a todas las adversidades que se le atraviesen en la senda sin hacer mal a nadie. El corazón de esa mujer es tan bueno, enorme, leal y honesto. Me saqué la lotería y sin jugarla. 

Me acerqué a ella y la abracé desde atrás, enterrando el rostro en el hueco de su cuello. Soy consciente de que es muy pronto para sentirme así de loco por ella, que pronto se irá de mi casa y buscará su lugar, pero no quiero que estos detalles se terminen. Quiero seguir teniéndola a mi lado, cada día y cada noche.

—Buenos días, mi diosa. Seguramente ya debes estar cansada de que todos los días te diga lo mismo, pero es que hoy te veo más linda que ayer. 

—Buenos días, bebé. ¿Sabes por qué me ves así, aun cuando estoy hecha un desastre?  

—Ilústrame —reí, girando su cuerpo y viendo sus lindos ojos brillar.

—Porque estás enamorado y cuando uno está enculado, todo, así sea lo más feo, lo ve bonito. 

—¿Y tú cómo sabes que estoy enamorado? 

—¿No lo estás? —sonrió divertida, poniendo esa expresión tan maquiavélica y de diabla que posee—. Deberías estarlo, ¿no? 

—Quizás un poquito —me adueñé de sus labios, levantando su cuerpo entre mis brazos y guiándonos hacia la encimera—, o quizás mucho. No lo sé, pierdo la noción y la razón por tu culpa. Ya no sé ni en qué día estoy.

—No te preocupes, que al oído te diré en qué día estamos...

Envueltos en un juego de amor y seducción nos entregamos en cuerpo y alma, sedientos y hambrientos por los deseos del otro. No me canso de hacerla mía, toda ella se convirtió en mi mayor adicción.

***

El mes que estuve compartiendo mi día a día con Brianna lo disfruté hasta más no poder, nos acercamos de una manera increíble que nos ha mantenido envueltos en una burbuja donde solo existimos nosotros dos, pero todo lo bueno se termina rápido.

Entre nosotros no existe únicamente sexo, también hay momentos en los que salimos a disfrutar de una película, de una cena en cualquier lugar, de paseos cortos en los parques o simplemente de una buena conversación al estar abrazados. Llevamos una relación muy bonita, la cual cultivamos segundo a segundo para que no se marchite. Parecemos dos locos adolescentes, prodigándose amor, pasión y ternura incluso en los momentos más serios.

Aunque no quería que sucediera, Bri al fin compró el apartamento que quería. Es un piso pequeño, pero tiene todo lo necesario para que ella viva cómodamente y a gusto allí. 

Desde muy temprano he estado ayudándola a acomodarse en su nuevo hogar. Me siento feliz por ella, pero contrariado al saber que ya no se quedará más conmigo. Su calor me hará falta cada noche, me acostumbré a su presencia a una velocidad inaudita.

—Ya terminé de bajar todo del camión de la mudanza —le informé, descargando la última caja en el suelo.

—Gracias por ayudarme, mi amor. Ahora no me queda más que desempacar todo.

—¿Quieres que te ayude?

—No.me voy hacer rogar, porque me siento cansada y sola tardaría toda una eternidad.

—¿Y mi pago por la ayuda?

Me miró con el ceño fruncido, sin entender mis palabras.

—¿Cómo así?

—No me pongas atención, mi diosa. Mejor pongámonos manos a la obra —reí, sacudiendo la cabeza.

Acomodamos su habitación, la sala y algunas de sus prendas, y al terminar pedimos una pizza con gaseosa para cenar. Nos sentíamos hambrientos y cansados, así que nos dispusimos a ver una película mientras comíamos y disfrutábamos de nuestros momentos como pareja que, aunque sean pequeños, son tan valiosos. Me gusta pasar todo el tiempo del mundo con ella, porque es divertida y su presencia me hace tanto bien.

—Aunque me siento a gusto aquí, no se compara ni un poco a como me siento cuando estoy contigo en tu casa —su comentario me llevó a mirarla—. Me siento extraña aquí. Me acostumbré a vivir en tu casa, ¿eso es normal?

—Supongo, viviste por más de un mes conmigo y ya te estabas amoldando al lugar.

—Puede ser eso...

—¿Qué sucede, mi diosa? —pausé la película y la hice sentar en mi regazo, por lo que acaricié su cabello y su rostro mientras se decidía a hablarme.

—Voy a extrañar todo esto, pero más cuando me abrazabas al dormir —murmuró.

—Yo igual, créeme que me harás mucha falta. Esa casa ya no se sentirá igual sin ti.

Me puso nervioso e inquieto que me mirara con tanta fijeza y acariciara mi cabello con suavidad.

—Puede que sea muy pronto, pero es que entre nosotros todo ha sido de una manera inesperada y bonita —una dulce sonrisa se dibujó en su rostro y mi corazón se saltó un latido—. Te quiero, mi amor. El poco tiempo que hemos estado juntos he sido muy feliz. No sé lo que nos depare el destino, pero deseo con todas las fuerzas de mi corazón que nuestros caminos estén ligados por mucho tiempo.

Sus palabras más ese tierno beso que me dio me doblegaron un poco más a su querer. También la quiero y deseo que lo nuestro perdure, o de ser posible, que sea eterno.

Irresistible Tentación[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora