Capítulo 20

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Abrí los ojos, sintiéndome agotada físicamente, pero en extremo satisfecha. Mi parte íntima ardía, sentía las piernas encalambradas y temblorosas, y un cansancio que me impedía levantarme de la suavidad de la cama.

No recuerdo cuántas veces Amaro me sometió a recibirlo de lleno y en unas posiciones que pusieron a prueba mi resistencia y flexibilidad. Solo han sido tres hombres con los que he tenido sexo, pero Amaro ha sido el único de doblarme, estirarme y doblegarme a su santa voluntad, demostrando no solo el fuego que posee sino también dejando entrever que le gusta entregarse en cuerpo y alma a otra piel.

Mi primera experiencia no fue tan agradable ni tan grata de recordar, fue dolorosa. Con Amir siempre pensé que era único en el sexo, que era todo un hombre que sabía estudiar el cuerpo de su mujer, pero todo era una fachada para no dejar ver sus verdaderas preferencias. Amaro me acaparó de punta a punta, llenándome como jamás lo han hecho y haciéndome sentir en la gloria, como una verdadera mujer.

—¿Lograste descansar? —escuchar su voz me recordó que seguía envuelta entre sus brazos.

—Sí, algo —giré el rostro hacia él y su sonrisa me atontó por unos segundos—. ¿Cuánto dormí? ¿Qué hora es? 

—Dormiste un par de horas. Son las cinco de la mañana. 

—Diablos —maldije, incorporándome en la cama de un salto, recordando el evento de la subasta—. Debo irme, tengo mucho trabajo que hacer hoy. Le pedí a Anita que contratara personal y quedé en recibirlos en la tienda a las seis. 

—Puedo llevarte. 

—No hace falta que lo hagas —me apresuré a vestirme bajo su atenta mirada. 

—Quiero llevarte —dijo y lo miré, sintiendo que mi corazón se aceleraba—. Pero si no quieres que lo haga, no hay problema alguno. 

—Está bien, pero recuerda que vine en mi auto.

—Puedes dejarlo en el taller y venir por el después, ¿no? —se levantó de la cama, mostrando toda su desnudez y mi ser ardió de deseos ante el recuerdo de todo lo que hicimos hace unas horas—. Además, que tu auto esté aquí es la excusa perfecta para volver a verte —dicho esto, se acercó a mí y me robó un beso de lengua sumamente delicioso.

Nos besamos largo y tendido, acariciándonos con suavidad, despertando nuestras pieles que todavía ardían de deseos y ganas, pero por más que quisiera ser sometida y devorada una vez más por él, debía cumplir con mi trabajo.

He esperado muchos años para tener una oportunidad y demostrar que las joyas que vendo son de la mejor calidad, pero para llegar a la cima he tenido que subir escalón por escalón. Por eso, ahora que el Sr. Garcés me ha dado la oportunidad de darme a conocer en la subasta, no puedo dejarla pasar como si nada. Además, firmamos un contrato y pagó una cantidad considerable de dinero por cada una de las joyas que se van a subastar. Siempre he sido una mujer responsable y recta, y porque me sienta caliente y con ganas de seguir desfogando la pasión contenida, debo ir a cumplir con mi deber.

—Me encantaría quedarme aquí toda la mañana —murmuré sobre su boca, deslizando mi mano por toda su extensión—, pero debo irme.

—Si me sigues tocando de esa manera no me haré responsable de lo que sea capaz de hacerte.

—¿Y si quiero que te hagas responsable?

—Ay, mamacita rica.

Solté una risita en cuanto me levantó en sus brazos y me llevó consigo al baño, donde hizo conmigo un completo desastre mientras nuestras pieles se humedecían bajo el agua. 

♡♡♡♡

Amaro se detuvo frente al portón de la casa y el silencio nos envolvió por largos segundos. No hemos hablado de lo que sucedió ni tampoco de lo que somos. Es más, ¿el revolcón que tuvimos en qué nos convierte?

Pese a todo lo que hicimos, todavía me siento muy atraída por él. Estar presa entre sus brazos y una cama es magnífico.

—Tu auto está en buenas manos, te lo puedo asegurar—cortó con el incómodo silencio que se había formado entre los dos.

—No tienes que asegurarlo, ya me quedó bastante claro que en buenas manos sí quedó —dejé escapar y sonrió—. Gracias por traerme.

—No hay de qué.

Hicimos silencio una vez más, sin saber qué más decirnos. Me siento como una adolescente, como cuando estaba frente al niño más lindo de la escuela y no hallaba la forma de decirle aunque sea un hola.

¿Y si todo queda en un solo revolcón? No es como que tengamos una relación establecida pata seguir viéndonos, ¿o sí?

—¿Quieres salir conmigo el sábado en la noche?

—¿Te gustaría asistir al evento conmigo?

Ambos lanzamos las propuestas al mismo tiempo y reímos. Por supuesto que quiero cenar con él y ser cenada una y cuántas veces sean necesarias por él.

—¿Qué te parece si asistes al evento conmigo y salimos el sábado? —dije—. Con eso matamos a un pájaro de un solo tiro, ¿no crees?

—¿Debo asistir en traje? Porque, en primer lugar, no cuento con uno y, en segundo, los detesto.

—No importa cómo vayas vestido, es más, no creo que haya una etiqueta establecida —sonreí nerviosa—. Yo solo quiero pasar un poco más de tiempo contigo, ya sabes, conocerte mejor.

—Bien, iré solo porque tú me lo estás pidiendo —se desabrochó el cinturón y acercó su rostro al mío—. También quiero conocerte mejor, no solo a fondo.

De por Dios, este hombre hará que padezca de un infarto. No sé si es su forma de ser o lo hace adrede para avergonzarme y calentarme, pero es que todo lo que dice se entiende en doble sentido.

—Te deseo un bonito día —dejó un beso en la comisura de mis labios—. El mío comenzó siendo el mejor de todos.

No pude resistir la cercanía de su boca y terminé besándolo, importándome muy poco el lugar en que nos encontrábamos. Desde anoche, el mundo a mi alrededor había desaparecido por completo.

Varios golpes en el cristal del auto nos hicieron cortar el beso que se estaba volviendo cada vez más intenso. Recordé que estaba casada y que Amir todavía seguía existiendo cuando lo vi frente al auto, luciendo completamente enojado.

—¡Baja ahora mismo de ahí! —sentenció, elevando el tono de su voz—. ¡¿Qué crees que estás haciendo, Brianna?!

Irresistible Tentación[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora