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Lluvia.

Las gotas caen sobre nuestros paraguas mientras estábamos sentados en unas sillas blancas en el cementerio. Habían pasado tres días del ataque a la escuela, habían muerto muchas personas y el reino junto a todas las manadas aliadas nos encontrábamos de luto.

—Hoy nos reunimos aquí, para dar homenaje a aquellas personas que fallecieron en combate y en inocencia— el rey estaba delante de todos, sosteniendo una sombrilla y dando las palabras de condolencias a todas las manadas que habían perdido mientras en ese ataque.

Niño, mujeres y  hombres habían muerte por el ataque de Oxtos. El reino estaba alerta a cualquier ataque y estábamos en restricción, nadie salía después de las siete de la noche y en cada casa había una alarma por si algo sucedía. Todo se estaba volviendo un caos.

Ese día había vuelto a casa sintiendo un profundo alivio al ver a Izel en su habitación dormida, estaba bien, pero su aspecto y actitud había cambiado por completo. Ya ni siquiera me miraba o hablaba. Ni siquiera recibió a mis padres y Hunter con la alegría que lo hacía siempre, ella ya no era la misma.

Por otra parte teníamos al Casiel con su corazón roto, ya ni siquiera andaba por ahí molestando a los demás. Estos días no había salido de la habitación, ni su madre había podido sacarlo. Cora era la única que lo había visto y dijo que había darle tiempo para superar su luto.

Los demás estaban sentados a mi lado junto a Aziel que tomaba mi mano con fuerza. 

El rey había llegado al día siguiente dando un comunicado a todas las manadas y lamentando la pérdida. Las personas creían que el reino ya no era un lugar seguro, algunos se estaban marchando, otros habían jurado proteger al reino. El rey estaba desconsolado desde él momento en que llegó, había doblado la seguridad y todas las casas y estaba reclutando a personas para entrenar. De hecho todos estábamos obligados a aprender a defendernos desde este momento.

Incluso los más pequeños.

Había escuchado a papá y Hunter discutir la noche anterior sobre los ataques de vampiros que se han presentado en las manadas, tratando de debilitarlos. Todos estaban en alerta.

—Mis más sinceras condolencias a todos— finalizó el rey haciendo que todos nos pusiéramos de pie con una mano en el pecho.

—Viviremos hoy, mañana no sabremos— repetimos al unísono. El rey empezó a entregar a cada manada una bandera del reino junto a un cuadro dorado.

Camine hacia papá y mamá, a quien abrace. La extrañaba mucho, definitivamente extrañaba a todos en mi  manada incluso a mis antiguos amigos, los cuales se olvidaron de mí. 

—Señor— saludo Aziel a mi padre, quien le devolvió un asentimiento de cabeza— con su permiso debo ir con mi padre— beso mi frente y se alejó yendo a donde su padre se encontraba saludando a todas las personas.

La lluvia había parado un poco, pero aun seguía el cielo  completamente gris. 

—Vamos a casa— tomé la mano de mamá mientras mi madre y hermano nos seguían.

—Si, Izel está sola y este clima le da miedo— mamá sonrió con nostalgia, aún recordaba perfectamente el llanto de Izel cuando llovía y los truenos se escuchaban con fuerza. Siempre dormía conmigo o a veces con Hunter.

Salimos del cementerio subiendo al auto, papá manejaba mientras mamá iba de copiloto y yo iba detrás junto a Hunter. Lo mire con tristeza, mi hermano solo me ignoraba observando a través de la ventana.

¿En qué momento pasó de ser su niña consentida a una completa desconocida? 

—Debemos partir esta noche, ¿estás segura de que no quieres volver con nosotros? El colegio está inactivo y no tendrán clases por un buen rato— por primera vez en el día Hunter me miró. Negué con mi cabeza.

RENACERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora