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Amara

Término de cubrirme por completo con la manta pero no es suficiente para calmar el frío que tengo en estos momentos. 

Apenas hoy era el tercer día que Aziel se había marchado y mi cuerpo ya necesitaba su tacto. El que se haya ido y yo ni siquiera tenga su marca estando embarazada me ha debilitado a tal punto de que no puedo ni caminar por mi misma.

Necesito que vuelva antes de que mi cuerpo sufra las consecuencias por su ausencia.

No es que esté siendo exagerada, pero yo aun no me he transformado y el si. Se supone que los hombres lobos deben estar en todo momento en el embarazo de su pareja para darle calor y fortaleza al feto. Si eso no llega a pasar la madre podría sufrir un…

No quiero ni pensar en eso.

Aziel ya debería volver hoy, pero conociendo la diferencia de horarios el allá apenas tenía su segundo día. Solo se quedarán tres días, ya mañana volverá y yo le contaré toda la verdad y volveré a estar fuerte y presentable para salir de mi habitación.

—Amara, sabes que si lo llamas él volverá de inmediato. En estos momentos eres más importante tu y el bebe — niego bajo la cobija, me descubro la cara y miró a Izel con el plato de sopa en las manos que no pude comer porque a mi hijo o hija no le gusta la carne.

—Está misión es muy importante para él y los chicos,  ya volverá mañana— tiemblo de frío. Izel se acerca tocando mi fiebre.

—Amara estas hirviendo— mis dientes empiezan a chocar entre sí mientras miro a Izel tomar su teléfono y marcarle a alguien.

—Ni se te ocurra llamar a Aziel— trato de sonar amenazante, apenas y puedo murmurar.

—Julian Amara está hirviendo en fiebre, si, la lejanía de Aziel  la está afectando  ¿Crees que que sirva? Bien te espero aquí— cuelga y me mira— le diré a Cora que esté contigo mientras yo voy por algo que se supone que debe ayudarte— asiento. Izel busca otra cobija y la pone encima de mí antes de salir.

Tocó mi vientre frío y el terror me invadió al pensar que podría llegar a perderlo. Las lágrimas empiezan a caer por mis mejillas, si, desde que  estoy embarazada mis hormonas me han hecho una mala jugada y ahora soy una llorona. Odio llorar.

—Todo estará bien bebe, papá volverá pronto— habló a mi estómago. Solo deseo que el día de mañana llegue pronto y Aziel esté a mi lado.

••

Izel 

—Cora… que carajos— me quedo perpleja al ver a flotando dentro de un círculo azul con un libro frente a ella, aquel libro que traía cuando la encontramos.

–Estaba estudiando ¿que necesitas?— Cora deja de flotar y el círculo alrededor de ella desaparece.

—Yo necesito ir al palacio ¿Podrías quedarte con Amara un momento?— Cora asiente levantándose con el libro.

—¿Otra vez tiene fiebre?— asiento saliendo junto a ella de la habitación— deberíamos decirle al rey aunque sea.

—A eso voy, quizás el olor de Aziel la  tranquilice, si no funciona le diremos al rey— Cora entra a la habitación mientras yo  bajo las escaleras viendo a Jayce apunto de tocar.

Me es imposible que mi corazón no se acelere al verlo después de tanto tiempo. Jayce, el chico de mis sueños está frente a mí con un  ramo de flores amarillas y una sonrisa tímida.

—Hola— saluda e inmediatamente me sonrojo. Diosa, porque el me pone tan nerviosa.

–Hola— susurro de vuelta, Jayce se rasca la nuca y me entrega las flores.

RENACERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora