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Cora

Estrellas, alguna vez quise ser una de ellas e iluminar la vida de mi padre. Ahora es el una de ella e ilumina mi vida ¿Qué ironía, no? Siempre quise ser yo quien le iluminará, quien lo cuidara y quien lo protegiera de todo mal. Resultó todo lo contrario.

Mi madre había muerto cuando yo nací, al ser una bruja de linaje bajo no pudo con todo el poder que yacia dentro de mi,  yo la asesiné. Herede toda mi magia de mi padre, mi fuerza, mi habilidad. Lo único que tengo de mi madre es su físico.

Siempre quise conocerla y al menos haber tenido una figura materna a mi lado. Papá nunca volvió a casarse, nunca volvió a amar a otra  mujer y yo respete eso.

Aunque siempre quise más que ser la única, quise tener una compañía que fuera de mi sangre y  aunque ahora tengo muchas personas que me quieren no es lo mismo que tener a mamá, papá, una hermana o un hermano.

Tomó el libro entre mis manos, se supone que debería ya saber cada línea de él y que en un día como este estaría graduandome como una bruja completa.

Ahora estaba en un reino repleto de hombres lobos y con un vacío emocional. Desearía poder devolverle el tiempo hace unos meses y ver a mi padre por última vez.

Cierro los lobos  y abrazo el libro a mi pecho acostada boca arriba para seguir mirando las estrellas. Estaba en la casa Cooper, en el jardín específicamente en el jardín trasero.

Mordí mi labio pensando en mi destino, digo, la mayoría de mis amigos tienen un destino o una misión de vida, pero ¿yo? No sabia que seria de mi, aun no descubro algo que me apasione más que leer libros de magia.

Me levanto del suelo y caminó dentro de la casa encontrándome de frente con Izel, la ignoró, no quiero problemas con ella y menos sabiendo que vivimos bajo el mismo techo y somos enemigas mortales. Podríamos destruirnos entre ambas.

Dejó el libro a un lado y me lanzó a la cama boca abajo. Necesito descansar.

Cierro los ojos y cuando los abro ya la luz se filtra por las ventanas abiertas. Me levanté con un horrible dolor de cuello y entré al baño.

Más tarde bajó al comedor totalmente vacío, me preparo un sándwich y voy en marcha al colegio. Diosa, mi vida es tan rutinaria.

Me veo con Tristan y los chicos y al final de la mañana vuelvo a la soledad de la casa Cooper con una sensación amarga en la boca. Subo las escaleras sintiendo un escalofrío subir mi espinal dorsal.

Me estremecí cuando toco la perilla de la puerta de mi habitación, trago grueso y suspiró abriendo la puerta despacio. No hay nada; corro a mi cama cuando veo el libro de mis ancestros abierto y con unas gotas de sangre cubriéndolo.

Miró todo a mi alrededor, empezando a sentirme mareada y todo empezó a volverse borroso.

Hermana.

—No tengas miedo hermana.

—Te necesitamos.

Esas voces, las mismas voces que siempre me atormentan en mis sueños. Siento que la respiración empieza a faltarme, intento salir corriendo de la habitación pero la puerta se cierra de golpe impidiendo la salida.

—Cora, somos parte de ti. Debes estar cerca de nosotras para ser fuertes— susurra una de ellas.

–Váyanse, no quiero nada que ver con ustedes.

—Siempre tendrá algo que ver con nosotras.

—Somos como tu

–¡Basta, déjeme en paz!— gritó mirando a todos lados con desespero— váyanse, déjenme en paz— sollozo tapándome los oídos cuando comienzan a susurrar cosas.

RENACERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora