77

782 56 8
                                    

Cora

Cómo puede cambiar el mundo, la vida de las personas en cuestión de minutos, de segundos incluso. Hace unos meses era la chica más feliz del mundo, aprendiendo sobre mi naturaleza y la vida de todo ser natural, hasta sobre los humanos.

Y ahora simplemente soy alguien que no sabe qué hacer con su vida. Alguien que solo vive cada segundo sin saber qué va pasar en su futuro o que puede hacer.

Desde que había terminado el atentado y tuve las peleas con las brujas junto a Lana he tenido tantas sensaciones de melancolía, mi pueblo fue masacrado y yo quizás ayude a terminar a las últimas de mi raza. Aunque sus caminos se hayan desviado todos merecemos vivir. O eso sentía desde que me desperté al siguiente día.

Me sentía muy mal por todas las personas que habían muerto esa noche, tanto buenas como malas; se habían perdido muchas vidas que jamás íbamos a recuperar y eso parece atormentarme.

¿Qué pasó con mis pensamientos pasados? ¿He cambiado o solo siento culpa? No sabía diferenciar entre ambos y con cada minuto que pasaba sentía una desesperación enorme.

Ya no tenía uñas, incluso algunos de mis dedos estaban sangrando de tantas veces que los he mordido inconscientemente. Qué sucede conmigo.

–¿Estás bien?– gire la cabeza como la hija del exorcista para mirar a Tristán a mi lado. Deje de morder mis dedos al sentir como su presencia me calmaba– has estado muy rara estos días…– no lo deje terminar, me lance sobre él y lo bese con desesperación.

Necesitaba la calma y seguridad que me da, necesito que me abrace y no me suelte, que no me deje o volveré a volverme loca con mis pensamientos. Moví mis labios sobre los suyos con fuerza, lamiendo y succionando su labio deseando jamás soltarlo.

Tristán perdido de mi reacción me siguió el beso un poco confundido, pero finalmente cedió atrayendo mi cuerpo encima de él. Mi corazón bombeaba con fuerza, sentía que iba a derretirme en sus brazos mientras no deseaba alejarme de él.

Me queje cuando apartó su boca de la mía.

–¿Qué sucede preciosa? ¿Por qué te siento tan triste? Es como si tú no fueras tú– pegue mi frente a la suya, mirando el azul de sus ojos. Él definitivamente me había conquistado, pero es algo que no pienso admitir en voz alta.

No quería decirle lo que me sucede, había tratado de distraerlo con besos y manoseo pero el no es tonto y sabe que algo me pasa. En algún momento debía decirle que me sentía ajena a este cuerpo, cómo si una fuerza externa no me dejará estar tranquila conmigo misma, pero no es el momento. No puedo dañar su día.

–Hoy te gradúas– sonrió dejando dos castos besos en sus ojos. Tristán me mira con los ojos entrecerrados pero cede– deberías ir a alistarte pronto comenzara a oscurecer.

–¿Esa es tu manera de decirme que me vaya?– Tristán se Impulsa y ahora es quien está encima de mi– porque no está funcionando– en un momento de distracción tengo a Tristán sobre mí haciéndome cosquillas, no puedo parar de reírme y retorcerme ante sus dedos contra mis costillas y cintura.

–Me voy hacer chichi, para – jadeo mientras hablo, el me mira con una sonrisa deteniéndose.

–¿Ahora si vas a decirme que te sucede?– muerdo mi labio con nervios.

–Solo me siento muy agotada, creo que iré al doctor a que me dé vitaminas.

–Mentirosa.

–Esa noche me dejó sin fuerzas, ni siquiera puedo usar mis poderes– no mentía en absoluto.

–Bien, entonces mañana iremos al doctor para que te recete, te recete medicamentos y luego descansaremos todo el fin de semana– tomó su cabello rizado en mis manos y lo acerco a mi.

RENACERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora