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Izel.

Camino despacio por los pasillos, ya pasó la hora de almuerzo y la verdad ni siquiera almorcé, no quería quedarme allí.

Definitivamente no quería quedarme en la cafetería viendo como Fanni pretende que todos perdonen a Karia. Ella se volvió una hipócrita, debería cuidar y velar por el bienestar de su futuro rey y reina, en cambio trae a la traidora de regreso.

Pase mis manos por los casilleros haciendo ruido, ya cada uno estaba en clases y yo debía ir a entrenamiento. No quería estar en ningún lado donde haya profesores sermoneandome. Que pereza.

Me detengo en medio del pasillo cuando veo al chico de ojos azules  y cabello negro mirarme fijamente con rabia. Trago grueso e intenso darme la vuelta cuando ya lo tengo frente a mí tomándome por la barbilla con fuerza.

—No se sintió para nada bien despertar y no encontrarte a mi lado — se acerca amenazante, haciéndome estremecer. Su voz está ronca, está molesto y eso por alguna razón me calienta.

—Te dije que no te confundieras—  me pongo de punta tratando de acercar mi rostro al suyo.

–Eres mía Izel, metete eso en la cabeza— con su dedo toca mi cien.

–Me quiero meter otra cosa pero entre mis piernas— Casiel se desconcierta, pero sonríe.

—Quiero que te quedes conmigo— mi corazón se acelera. Casiel sonríe llevando su mano al lugar donde late mi corazón con fuerza– supongo que eso es un si.

–no– definitivamente no puedo quedarme con él, mi instinto me lo prohíbe.

—Bien, me quedaré contigo en la casa de Julian y te haré gritar tan fuerte que los vecinos se quejarán — siento mi rostro calentarse, aun así sonrió.

—¿Quieres follarme otra vez?— lo pico— lo siento, no me gusta repetir.

Casiel me empuja hacia la pared acercándose a mí, dejando su cuerpo pegado al mío, dejándome sentir su dureza y lo que provocó en él. Jadeo cuando una de sus manos recorre mi muslo y con la otra sostiene mis manos por encima de mí cabeza.

–No seas ingenua Izel, tú no has estado con otro hombre. Yo soy tu único dueño— cierro los ojos con fuerza cuando muerde el pómulo de mi oreja, su mano se detiene en el borde mi falda— Podría quitarle la ropa aquí mismo y hacerte mía— jadeo otra vez al sentir sus dedos sobre mis pantis— recordarte a quien le perteneces desde ahora y a quien le vas a pertenecer el resto de tu vida ángel— Atrapa mi labio inferior en el suyo besándome con fiereza. Trato de no hacer ruido pero el que Casiel me esté tocando en mi zona más sensible me vuelve gelatina.

—No soy tuya— susurro contra sus labios haciéndolo gruñir.

—Me desesperas Izel, no me hagas cometer actos de los cuales me arrepienta después– me quejo cuando saca la mano de mi falda y me suelta— te vas conmigo al salir del colegio— trago grueso y lo veo marcharse.

Me quedo un momento ahí parada recuperando la respiración. Corro al baño donde lavo mi cara roja y maldigo cuando veo mis ojos de su color natural.

Vamos Izel, no te dejes ganar por las emociones.

Cierro los ojos y cuando los abro están negros otra vez. ¿Por qué soy tan susceptible a las emociones?

¿Será porque eres un ser de luz? Las emociones negativas te dañan pero no son para siempre en el cuerpo. Me regaña mi conciencia.

No soy tu conciencia, soy Amon. Frunco el ceño mirando al espejo. Él está enfrente.

Déjame volver, quiero estar a tu lado. Más ahora.

RENACERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora