Ava en el baño se retocaba el maquillaje después de haber llorado y vomitado. Todo en ese orden.
Al llegar y ver al Todo Poderoso con el ceño fruncido sabía que se había retrasado y creyó, de forma muy ingenua, que sería benevolente con ella.
Pero estaba muy equivocada.
– ¿Estas son las horas de llegar señorita James?
– No licenciado
– Entonces si no cree que sea adecuada ¿Por qué llegó a esta hora?
– Porque había una...
– No quiero excusas, no me importa si un asteroide cayó sobre la tierra o si tembló y su casa se derrumbó, si su hora de llegada es a las 8, eso significa que a las 8 usted debe estar aquí.
– Si licenciado
– ¿Qué creyó que, porque ayer tuve que irme convaleciente, hoy usted podría hacer lo que se le pegara la gana en mi ausencia? ¡vaya forma de cuidar el fuerte!
Ava estaba a punto de decirle que se había sentido mal, que tuvo que bajarse del transporte para llegar a una farmacia, que incluso se despertó temprano a pesar de dormirse tarde terminando sus pendientes. Pero nada de eso salió de sus labios. Porque de todas formas a él no iba a importarle.
– Lo siento licenciado, no volverá a ocurrir
– Claro que no volverá a ocurrir, si esta es la forma en la que usted trabaja cuando no es presionada, entonces tendré que quedarme todos los días incluso si me operan de la vesícula.
Ava sintió que aquello no era justo, pero no podía defenderse. Adam Gueller volvía a ser el Todo Poderoso imbécil que siempre había sido, aplastando a la pequeña catarina con solo su pulgar.
– Como parece que no hay agenda ni café, eso nos retrasará y deberá quedarse una hora después de su jornada.
Ella estaba por reírse y decirle que siempre se quedaba más de tres horas después de terminada su jornada, pero de nuevo, eso al señor Gueller no le importaría.
– Hay mucho trabajo que hacer, así que muévase.
Después de preparar el café y de que él se negara a tomarlo, Ava corrió al baño llorando para después vomitar. Tanto esfuerzo, tanto sacrificio, casi había dado hasta su salud en ese trabajo y así era como se lo pagaban. Por un mágico momento creyó que el señor Gueller había cambiado, que se había vuelto una persona más humana. Oh, pero que equivocada estaba, aun cuando las serpientes mudan su piel, no dejan de ser serpientes.
Y Adam Gueller era el rey de todas ellas.
Durante todo el día el hombre destrozó dos juntas, hizo llorar a dos gerentes y casi hace que se desmaye una interna. Todo mundo le preguntaba a Ava que sí porque el jefe traía ese humor, y ella solo fue capaz de encogerse de hombros. Técnicamente era su culpa, pero se decidió a no sentirse culpable.
Lo que restó de la semana el Todo Poderoso se volvió la bestia que había sido desde un principio, Ava apenas si dormía y comía. Las dos veces que le marcó Isa tuvo que fingir que escuchaba, y en cuanto a sus dolores estomacales, bueno, los antiácidos ya no le estaban haciendo efecto.
Era lunes por la mañana y Ava se retocaba el maquillaje después de haber vuelto a vomitar. Normalmente no era de las que veía su vómito y esas cosas, pero hoy que le hecho una mirada vio unos puntos rojos que no le gustaron del todo. Había leído en internet que muchas veces por el esfuerzo de vomitar resultaba que salían algunos puntos de sangre ya que se dañaba el esófago o algo por el estilo. Esperaba que fuera solo eso, que pronto encontrara una forma de dejar de vomitar.
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1) Como Secretaria Para Gruñones
Roman d'amourAva no tiene empleo y sus pagos atrasados la están obligando a ir con un currículum falso a la corporación Gueller a pedir el puesto de secretaria. Sin experiencia y con solo las ganas de trabajar para mantenerse a flote, Ava es sin duda una mala op...