Capítulo 29

3.8K 345 62
                                    

Adam contaba en su mente del 1 al 30 en ruso, que era hasta donde sabía, mientras fingía que escuchaba al Senador hablando de las cosas que ha hecho por la ciudadanía y el cómo aquello lo había cambiado como persona.

– Pero bueno, no hablemos más de mi – dijo el hombre sonriendo como si en cualquier momento fueran a fotografiarlo – ¿Qué me dice usted señor Gueller? ¿ha habido alguna interesante inversión últimamente?

– No.

La conversación cayó considerablemente ante su abrupta respuesta, y el Senador dio un trago a su bebida para disimular el momento incómodo.

– Si me disculpa un momento, iré al sanitario, ya vuelvo, aún nos falta el postre.

Poniendo el codo en la mesa y sobándose el puente de la nariz con la yema de los dedos, Adam soltó un suspiro de frustración. El hombre había pedido una comida en 3 tiempos y cada una se tardaba una eternidad. Tal parecía que lo había hecho a propósito, pero Adam tenía que comprometerse porque la señorita James le había dicho que no podía hacer la grosería de irse antes de terminar.

Lo cual le recordaba...

Sacando su celular decidió llamarla antes de que volviera el Senador, para saber cómo había ido la junta. Mientras sonaba en espera, tuvo que reconocer que el motivo real de la llamada era porque quería escuchar su voz. Era ridículo que lo pensará, pero se había acostumbrado a su presencia, y no solo eso, también la anhelaba.

– ¿Licenciado?

– Hola señorita James ¿Cómo fue la junta?

– Fue muy bien, la próxima semana se firmarán los papeles y el 5% volverá a la corporación.

– Lo sabía, jamás dudé de usted.

– Gracias por la confianza.

Hubo un pequeño silencio después de su poca entusiasta voz y Adam no supo cómo interpretarlo, así que, en lugar de sacar conjeturas que lo volverían loco, decidió omitirlo

– Creo que yo seguiré atascado con el Senador, si no vuelvo en una hora de por terminado su trabajo y vaya a casa.

– ¿Enserio?

– Sí, pero antes hágame el favor de entregarle unos papeles al vicepresidente, están en el cajón derecho de mi escritorio en un folder blanco.

– De acuerdo licenciado, y suerte en su reunión

– Gracias, y créame, la necesitaré.

El Senador volvió listo para otra ronda de "Porque ser su socio vale la pena" y Adam tuvo que quedarse 2 horas más fingiendo que estaba interesado en ello. Al salir del restaurante sintió que le habían quitado 10 años de vida, por lo cual tuvo que rechazar las múltiples invitaciones a jugar golf o a ver una obra de teatro con algunos socios simpatizantes del hombre.

Regresando a la oficina se encontró el escritorio de la señorita James vacío, y, aunque sabía que se había ido por órdenes de él, no verla sentada ahí, tecleando concentrada, saltando al verlo y sonriéndole, lo dejó inquieto un poco.

– Estas paranoico – se dijo a si mismo entrando a su oficina.

En esta misma estaba Edwin recostado en el sillón con la corbata deshecha y las mangas dobladas, el saco colgando de una de las sillas frente al escritorio

– ¿Cómodo?

– Tardaste mucho en llegar, la señorita James se fue hace una hora, de hecho, estaba por irme yo también.

– Si era para decirme lo de la junta, la señorita James me dijo a grandes rasgos que todo fue bien, no tenías que quedarte.

– No me quedé por eso – se levantó Edwin y le sonrió de esa forma que hacía cada que le iba a decir algo que no le gustaría escuchar – Están cerca dos acontecimientos importantes, tu cumpleaños es dentro de tres semanas y el cumpleaños de mi madre es el próximo jueves, haremos una reunión el sábado por ello, así que quería saber si...

1) Como Secretaria Para GruñonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora