Capítulo 31

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Escuchando el chisporroteo de los huevos en el sartén, con Buenos días señor sol sonando de fondo, Ava sintió que era un excelente día. Se había despertado en una cama suave, con unos brazos musculosos rodeándola, con cierto bulto entre sus piernas dándole los buenos días.

El Todo Poderoso si sabía cómo despertar a una chica, y la cesta con los paquetes de preservativos usados era una clara prueba de ello. Si, le dolía un poco al caminar, pero aquello era un pequeño sacrificio por todas las recompensas que el hombre le había dado ayer en la noche y esa misma mañana.

– Buenos días alegría... – comenzó a cantar mientras ponía los huevos en los platos.

Dándose la vuelta para empezar a picar la fruta, paró en seco al ver en la entrada de la cocina a Edwin sonriendo de forma cómplice, su hombro recostado en el marco de la puerta con los brazos cruzados sobre el pecho.

Ava se quedó quieta mientras de fondo seguía la canción. Tomando de la barra el control, apagó la música y apretó los labios viendo hacia todos lados menos hacía él. Porque era demasiado obvio lo que había pasado, estaba un domingo por la mañana en la cocina del jefe, preparando desayuno, vistiendo solo un par de calcetines y la camisa de un pijama de hombre con las letras A.G cocidas en el pecho.

– Buenos días señorita James – entró el hombre aun con esa sonrisa burlona cubriendo su rostro – o debería decir, buenos días... prima.

Antes de que ella pudiera buscar algo para decir, Adam entró a la cocina sobándose el cuello. Las mejillas de Ava comenzaron a incendiarse cuando vio que el Todo Poderoso solo llevaba un pantalón de pijama y estaba desnudo de la cintura para arriba, dándole una mejor vista en la luz de la mañana de todo lo que tuvo encima de ella para disfrutar.

– ¿Qué haces tan temprano aquí? – preguntó mientras se servía una taza de café – ¿escondiéndote de otra ex loca?

– Ja, Ja, que gracioso, de hecho, vine porque te dije que desayunáramos juntos el domingo y dijiste "ya veremos".

– Eso no fue un si – levantando una ceja dio un trago a su café y después se acercó a ella tomándola desprevenida cuando la rodeó con la mano libre – y como veras, estamos ocupados.

Sintiendo el calor en toda la cara, Ava se escondió en el pecho del Todo Poderoso mientras escuchaba la risa de Edwin.

– Si, ya me di cuenta, bien, me voy, adiós prima.

Escuchando la puerta cerrarse, Ava volteó a ver Adam que sonreía abiertamente

– ¿Te da gracia mi vergüenza?

– tu vergüenza te hace ver adorable, y sabes cómo me pongo cuando te vez adorable.

Dejando el café al lado de la cafetera, la tomó de la cintura y la subió a la isla.

– Se lo que está pensado señor Gueller, y creo que es una mala idea, nuestro desayuno se enfriará – lo regañó, pero no con la convicción necesaria como para detenerlo

– Creí haberte pedido que no me dijeras señor Gueller mientras estamos fuera de la oficina – comenzó a desabotonar el pijama – ¿Cuántas veces te lo tengo que recordar?

Dándole besos ahí donde iba quedando descubierta su piel, Ava se comenzó a estremecer abriendo un poco las piernas, dejando que su cintura se acoplara y se aferrara a sus muslos.

– Alguien dijo una vez que tenías pilas auto-recargables, aunque no puedo recordar quien exactamente.

– ¿Y eso es malo? – le susurró mientras le daba pequeños besos en el cuello

1) Como Secretaria Para GruñonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora