Capítulo 5

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– Hola ¿está ocupado? – preguntó una voz por encima de Ava.

Una vez entregada la comida del señor Gueller le había autorizado para que almorzara ella, así que Ava aprovechó de bajar al comedor que estaba en el primer piso.

Su comida debía ser rápida, así que solo pidió un cuernito de los que tenían ya hechos y un té helado. Ahora, mientras trataba de dar mordidas grandes, se había encontrado con el vicepresidente.

– No hay nadie – dijo con la boca llena, poniéndose una mano enfrente.

El hombre sonrió de forma amable mientras se sentaba. De cerca podía notar más el parecido que tenía con el señor Gueller. Aunque la sonrisa y el carisma delataban que habían sido criados de diferente forma.

Probablemente el mal genio venia de la familia del papá.

– Quiero agradecerle señorita James, es de las pocas veces que he podido ver a Adam sin nada que replicar, como perdido. Solo por eso tiene mis respetos.

Ava quería sonreír y saltar de alegría, pero se limitó a decir que no fue nada.

Cuando el ascensor llegó sintió las palmas frías, pero a la vez sudadas, el pecho le latía constantemente y las rodillas las sentía de gelatina, aun con eso recitó la agenda tal y como la había ensayado por la noche y al señor Gueller no le quedó ningún margen para gritarle, por el contrario, parecía tal y como su primo había dicho. 

Perdido.

– Usted dice que no fue nada, pero para mí lo fue todo. Aunque, claro, que se le puede enseñar a una mujer que soporto 3 años al señor César Reg. Que en paz descanse.

Ava estaba empezando a cansarse de ese sentimiento de culpa que le invadía cada que alguien hablaba del dichoso trabajo que nunca tuvo, pero por el bien de su puesto tuvo que fingir que no importaba

– Él señor Reg no era como el señor Gueller, eso le puedo decir.

No conoció al hombre, pero estaba segura que nadie en la vida podía ser más maldito que Adam Gueller.

Nadie.

– En eso tiene razón, pero le aseguro que sus excesivas demandas fueron heredadas del lado paterno – le guiño un ojo – y habiendo dicho esto me retiro, en quince minutos tenemos junta.

Ava se sobresaltó ante eso y tuvo que tirar la mitad de su cuernito a la basura para ir a lavarse los dientes y retocarse el maquillaje. Había leído en una revista de chismes que el señor Gueller cuidaba mucho su imagen personal, supuso que su secretaria debía estar a la altura.

Saliendo del comedor se fue directo al área del elevador para subir por su neceser de maquillaje, cuando antes de doblar una esquina escuchó su nombre.

– Sí, es esa mujer rara que pasó corriendo por las escaleras ayer descalza

– ¿La viste tú también? Hizo el ridículo

– Y el conjunto de ropa que traía que horror, se nota que no sabe que las mujeres con demasiada grasa en las caderas no deben usar ese tipo de pantalones.

– Da igual, no creo que la veamos mucho por aquí, escuche que al señor Gueller casi le da un infarto por hacer corajes con ella

– Sí, seguro que ya no viene mañana.

Las voces se fueron apagando, pero Ava las escuchaba como si le estuvieran gritando en el oído. ¿Tan mal se veía? ¿Realmente estaba solo haciendo el ridículo? Ella sabía que el señor Gueller iba a cenas importantes y galas benéficas todo el tiempo ¿Cómo podría ir con alguien como ella? 

1) Como Secretaria Para GruñonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora