Capítulo 41

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El trabajo fue tedioso durante el lunes, pero el martes estaba siendo igual. Ava terminaba unas graficas en la computadora cuando el Todo Poderoso salía de la oficina.

– Voy a reunión con Edwin. Tardaré lo que resta de la tarde.

– De acuerdo, y no olvides la cena con los accionistas de Línea Blanca, es a las 7.

– ¿Puedo saltarla? – se acercó a ella y le paso su dedo índice por la mejilla – Así no tendríamos que despedirnos ahora.

El hambre sexual de Ava se despertó ligeramente y la hizo estremecer, sobre todo al ver los ojos llameantes de su jefe. Pero tenía que volverse una catarina profesional ante el lujurioso león.

– No empiece señor Gueller, mañana me quedaré con usted en su casa, hoy puede dormir solo

– ¿Cómo se aprende a dormir solo después de tenerte a ti en mi cama?

El hombre había aprendido como tratar a una dama, definitivamente jamás creyó que Adam Gueller le hablaría de esa forma.

– Dime que no acabo de escuchar eso – vino la voz asqueada de Ed.

Ava lo miró sonriendo mientras el dramático vicepresidente fingía vomitar en el recibidor.

– Te puedo decir que estas despedido – le regañó el Todo Poderoso golpeándole el hombro al pasar a su lado – mis días de privacidad en la oficina estarían garantizados

– Pero te aburrirías enormemente. Piénsalo, el acto de ser sorprendido es bastante vigorizante.

Ava tuvo que fruncir el ceño – Voy a fingir que no escuché eso.

Mientras ambos entraban al elevador se escuchaba dónde estaban bromeando. Desde el cumpleaños de Adam algo había cambiado en la relación con su primo, y debía decir que le gustaba. Después de lo que se enteró de sus padres, le daba cierta tranquilidad saber que podía contar con alguien de su familia.

– Bueno, damos por terminada la jornada.

Apagando su computadora y llevando consigo el IPad para organizar lo que quedaba de la semana, estaba pasando por recepción cuando el chico detrás del mostrador la detuvo

– Ava, te dejaron un paquete.

– ¿Un paquete? – preguntó extrañada. ¿El Todo Poderoso le había dejado algo?

Metiendo el IPad a su bolsa, aceptó la caja que estaba adornada como de regalo, y en la tarjeta decía "De: Amaia Para: Avi"

– Cómo se atreve esa mujer a...

Viendo que el recepcionista la veía confundido, se calmó lo suficiente y le sonrió tomando rápido la caja y saliendo del edificio. Dentro del auto que Adam le había "prestado" se calmó lo suficiente y marcó el número. No pasaron ni dos tonos cuando se escuchó la voz de la mujer

– ¿Avi? ¡Hola! Que sorpresa que me marques ¿todo bien?

– Recibí su obsequio

– Oh, entiendo, pero ¿A qué se debe el tono serio? ¿no te gustó?

– ¿Cree que podamos vernos? Algunas cosas son mejor hablarlas en persona.

– Claro, estoy en mi casa, eres más que bienvenida.

Aceptando la dirección, Ava condujo con las manos agarrando el volante más fuerte de lo necesario. En esos momentos ella era el claro ejemplo de lo que pasaba cuando se trataba de defender a las personas que amaba.

Era una catarina que no se andaba con miramientos.

Tardó media hora en llegar a la grande y pintoresca casa de los Gueller. Fue recibida rápidamente por el mayordomo y este la guio directamente a la sala de invitados donde se encontraban Joseph y Amaia tomando té con galletas.

1) Como Secretaria Para GruñonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora