Capítulo 23

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Carlos se estaba comportando extraño. Desde la cena del viernes no paraba de intentar presentarle compañeros de trabajo, diciéndole que eran buenas personas y excelentes caballeros. Incluso le enseñó la foto de uno de ellos que sostenía una bebé

– Es viudo – dijo enseñándole la foto – su hija ahora tiene 5 años y está abierto a encontrar el amor otra vez.

Ava en varias ocasiones le preguntó que sí que era lo que le pasaba, y este respondía con evasivas. Todo el sábado la había bombardeado con eso, en especial cuando tuvo que ir de emergencia a la empresa por unos papeles que Araki no encontraba y terminaron, de alguna forma, comiendo con el abogado, el señor Gueller y Edwin.

El domingo era el último día que Carlos estaría en la ciudad, por lo que Ava había planeado salir juntos a la playa. Desde temprano alistó una mochila con lo necesario y se puso a picar sandia, pepino y un poco de mango.

– Que divertido ir a la playa, hace mucho que no voy – le dijo su hermano metiendo su toalla en la mochila – Ojalá Isa pudiera ir con nosotros.

– Lo sé, pero tendríamos que llevar dos maletas entonces, una para la ropa y otra para sus tantos botes de bloqueador y crema para el cuidado de la piel.

– Tienes razón – se rio Carlos tomando un pedazo de sandía – eres más blanca que Isa y tú no te quejas de las quemaduras tanto como ella.

Mientras ambos reían a costa de la hermana que no estaba ahí, sonó el timbre y Carlos se ofreció a abrir la puerta.

Ava continuó picando la fruta cuando escucho el quejido de su hermano.

– ¿Usted otra vez? Creí que los ricos tendrían mejores cosas que hacer que molestar a sus secretarías los fines de semana.

Corriendo hacía la entrada, se encontró con un Carlos y un Todo Poderoso viéndose directamente a los ojos como si estuvieran a punto de pelear. Para este punto ella ya no sabía que pensar, el hombre se le había estado apareciendo hasta en la sopa, y no sabía cuál era realmente el motivo de ello.

– Señor Gueller ¿puedo ayudarle en algo?

El hombre dejo de acribillarle dagas con los ojos a su hermano y volteo a verla

– Edwin planeo una salida a... a – hizo una pequeña mueca como si aquello le pareciera desagradable – a la playa. Ya que a usted le gusta esa clase de lugares, supuse que querrían unirse.

– Que amable...

– Pero ya teníamos planeado ir nosotros por nuestra cuenta – la interrumpió Carlos poniendo una mano en su hombro y atrayéndola hacía él – nosotros dos solos.

El señor Gueller miró donde estaba su mano y después frunció ligeramente el ceño

– Entiendo, es su último día aquí antes de volver a su trabajo ¿en la constructora?

– Así es

– ¿La constructora Casas?

– Sí, esa

– ¿La que quebró y hace tres semanas finiquitaron a todos sus empleados dejándolos sin trabajo?

– Si esa constructora, la que...

Ava abrió los ojos por la sorpresa ¿la empresa donde trabajaba Carlos había quebrado? Ahora tenía todo el sentido del mundo cuando le habló y le dijo que le pagaría la mitad de la deuda. Se lo iba a dar de su finiquito.

– ¿Cómo sabe eso?

– En el mundo de los negocios superficial y frívolo donde me muevo, siempre se sabe cuándo una empresa fracasa. Esta no fue la excepción.

1) Como Secretaria Para GruñonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora