Capítulo 13

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La señorita James se estaba comportando de una forma extraña.

Adam sentía su mirada mientras trabajaba en la laptop y al levantar la cara ella se volteaba y sus orejas se ponían rojas. Nunca había sido un gran conversador, pero por el bien de su estabilidad mental debía hacer algo más que intentar solo sentarse ahí mientras la vibra se volvía incomoda.

– ¿Vive sola? – preguntó sin dejar de mirar la pantalla llena de gráficas.

No hubo contestación, así que subió la mirada y se encontró con una secretaria recelosa.

La respuesta fue rápida y algo defensiva – Si ¿Por qué?

– Solo hago conversación señorita James, es lo que se suele dar en casos como estos.

– Oh, entiendo – se relajó rápidamente – creo que empezar con un "¿Cómo ha estado?" es más neutral.

– Dado que ya sé cómo ha estado, supuse que lo siguiente mejor era eso

– ¿Quién suele ganarse a los inversores? ¿el señor Belmonte? Porque creo que no tiene muchas habilidades sociales.

Pareció que la mujer se dio cuenta de su comentario porque abrió los ojos y negó rápidamente

– Quiero decir, usted es una persona con muchos talentos, pero la amabilidad social no es una de... no, espere, déjeme decirlo mejor

– Señorita James

– Creo que es una persona muy... meticulosa para, no, eso no era.

– Señorita James

– Definitivamente usted es...

– ¡Señorita James!

La mujer dejó de hablar y con sus mejillas sonrosadas lo miro – ¿sí?

– Deje de hablar.

Una vez pasado el momento decidieron retomar sus respectivas ocupaciones donde él trabajaba en la laptop y ella miraba hacia todos lados completamente aburrida. Fue en una de esas miradas que su vista quedó fija en el área donde estaban las flores y sonrió ligeramente.

Si, una parte de esos arreglos florares eran de las áreas de su compañía, de los jefes y asistentes que la señorita James se había ganado, pero por lo menos unos 8 de esos grandes ramos eran suyos. Se veía que la mujer era amante del color y los detalles, su sonrisa de genuina felicidad se lo decía.

Aunque aún era un misterio para él porque las había comprado.

– ¿Quién es Carlos? – interrumpió Adam el momento de silencio. Intentando olvidar el hecho de que parecía gustarle esa sonrisa genuina de su secretaria.

– ¿Perdón?

– Su amiga – insistió – cuando llamo dijo que usted había entregado erróneamente sus ahorros a un tal Carlos, ¿Quién es?

– Oh, él es mi hermano, bueno, es hermano de mi amiga, pero ambos son como mis hermanos.

La señorita James parecía orgullosa, con un brillo en los ojos de anhelo cuando hablaba de esas dos personas. La palabra "oportunista" brillo en la periferia del cerebro de Adam, pero prefirió no exteriorizarlo.

– Entonces debo comprender que a su amiga no le agradó que le prestara el dinero, ¿Por qué?

– Porque así es ella, se preocupa mucho por mí, cree que no se cuidarme sola.

– Tiene razón.

La mujer todavía tuvo la osadía de fruncir el ceño.

– ¿Quién tiene razón?

1) Como Secretaria Para GruñonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora