Capítulo 22

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Algo había pasado ese fin de semana y Ava no sabía que había sido.

El lunes por la mañana llegó a las 7:50 al trabajo y con el primero que se encontró fue con Antonio, quien fingió ganas de ir al baño y solo la saludó fugazmente. Después de eso no se lo volvió a encontrar. Edwin, por otro lado, parecía estar muy atento con ella, preguntándole si se encontraba bien y si el alcohol no había agravado su problema de salud. A Hannah, pare deleite de Ava, no la había vuelto a ver, aunque probablemente si bajaba al segundo piso donde estaba el archivero general, la vería ahí sonriendo con todos sus dientes.

El único que pareció no tener cambios bruscos fue el Todo Poderoso, que la recibió con un "buenos días" y le pidió su café con dos galletas. De nuevo habían empezado a tomar el ritmo y a complementarse uno con el otro, el hombre ya no le exigía tantas cosas y tenía tiempo libre para seguir haciendo cursos de ortografía y programas computacionales. Seguía almorzando con él, y cada vez parecían tener más temas de conversación, incluso logro en dos almuerzos venderle otras dos propuestas de inversión que el hombre había desechado.

El hombre parecía complacido, y en su mente Ava fingía que era recompensada con su espalda en el escritorio y las rodillas del señor Gueller en la alfombra.

Ya el viernes por la tarde, estaban en una reunión con Araki y Edwin, viendo la oferta final de la empresa que quería exportar las prendas de línea blanca, cuando sonó el interfono de la oficina.

– ¿Es de suma urgencia? – preguntó el señor Gueller sin siquiera saludar.

– Bueno, vera, hay un hombre en recepción preguntando por la señorita James.

Terminando de escribir sus anotaciones, Ava levantó la mirada completamente extrañada. – ¿Me buscan a mí?

– Nombre – pidió el señor Gueller frunciendo el ceño.

– Carlos Perea señor.

– ¡Carlos! – se levantó de golpe con una sonrisa en el rostro acercándose al interfono – dígale que bajo en un minuto.

El Todo Poderoso subió una ceja ante su comentario y empezó a hablar – Señorita James, aún no hemos...

Pero Ava ya había salido de la oficina.

Abriendo las puertas del elevador salió a recepción y vio sentado a un hombre de cabellos negros con mechones dorados ¿Qué tenían estos hermanos por los mechones de colores? Al verla se levantó rápidamente y recordó lo grande que era, probablemente media lo mismo que el jefe, solo que Carlos era más desgarbado y tendía a jorobarse mucho.

– Carlos – corrió a abrazarlo fuertemente.

– Hermanita, que gusto me da verte de nuevo – le abrazo también y después la inspeccionó con una sonrisa de orgullo – solo mírate, toda una ejecutiva.

– Oh cállate, deja la adulación para Isa.

Invitándolo al comedor, Ava pidió un té de hierbabuena para ella y un café para él.

– ¿Cómo te ha tratado la vida? Me habías dicho que tienes un nuevo empleo ¿cierto? ¿Qué tal vas con eso?

– Cierto – sonrió Carlos tomando su café – es transportar cajas y demás cosas pesadas, trabajamos con máquinas y todo.

– ¿No es peligroso?

– Bueno, no se ha muerto nadie en el último mes – bromeo.

Platicando un poco más sobre su trabajo Ava sintió esa cercanía familiar que había extrañado en los últimos meses. Sin Isa cerca las primeras semanas se había sentido muy sola, hasta que...

1) Como Secretaria Para GruñonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora