Capítulo 18

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Eran las 8 en punto cuando Ava salió del elevador en el décimo piso. En su escritorio ya había carpetas con cosas y la puerta de la oficina del todo poderoso estaba abierta, por lo cual podía escucharse el suave golpe del teclado.

Entrando con su bloc de notas lo vio con el ceño ligeramente fruncido, concentrado en su computadora, agarrando el ratón con esas grandes y perfectas manos.

– Buenos días Licenciado.

Levantando la mirada esos ojos casi negros la reconocieron y le prestaron toda su atención.

– Buenos días señorita James.

Paralizándose completamente, abrió los ojos y casi se le cae el bloc de la mano. ¿Había escuchado bien? ¿Él le había dado los buenos días?

Alzando una ceja, el hombre pareció confundido con ella estando de pie ahí sin hacer o decir nada, así que tuvo que recomponerse rápidamente.

– ¿Necesita que empiece a trabajar en algo en específico? ¿quiere que le traiga café?

– Continúe con los reportes, y si, si quiero café, por favor.

Una vez más Ava se sintió en completo shock, el hombre le había pedido "por favor". Realmente conocía esas palabras y las había utilizado en una oración.

– ¿Tengo desacomodada la corbata? ¿tengo alguna mancha? ¿o hay alguna razón por la cual esté viéndome de esa manera?

– No, es solo que... lo siento, hoy amanecí extraña.

– ¿Le duele algo? – preguntó de pronto con el ceño fruncido – ¿debe ausentarse para ir al médico? Tengo el número del gastroenterólogo por si...

– No – lo interrumpió cada vez más extrañada y asombrada. Porque este Todo Poderoso era muy diferente del que ella conocía – estoy bien, no me duele nada. Continuaré con los reportes.

Antes de poder salir y tomarse un descanso emocional, las puertas se abrieron y apareció el vicepresidente.

– Adam, que maravillosos y soleados días tendremos este fin de semana – sonrió y luego volteo a verla – Ava, no te he dado la buena noticia ¡Nos vamos de campamento!

Sin recuperarse aun de sus emociones pasadas, la alegría y euforia se mezclaron haciendo que su sonrisa la delatara.

– ¿Enserio? ¡Es maravilloso! ¿Puedo ir yo también?

– Pero por supuesto, tú serás nuestra invitada de honor.

Riéndose y sintiendo el entusiasmo vibrando en cada uno de sus poros, volteó a ver al señor Gueller, para preguntarle si asistiría, cuando notó su expresión. Tenía el ceño completamente fruncido y su mirada estaba en su vicepresidente.

– Como sea, ya tengo el plan perfecto, me estuve preparando mucho para ello y solo hace falta algunas confirmaciones. Ahora mismo pediré a Cedric que mande las invitaciones por correo. Este fin de semana será épicamente relajante.

Empezando a sentir más confusión que felicidad, Ava miró entre ambos y no supo que decir. Uno sonreía en exceso, el otro parecía que iba a explotar.

– ¿Podría dejarme a solas con el licenciado Belmonte señorita James? – preguntó el hombre remarcando mucho su apellido. ¿Es que acaso estaba en problemas?

Con sus pensamientos revueltos, salió de la oficina y se puso a hacer el café completamente sumida en sus cavilaciones y tratando de recapitular los últimos 15 minutos de su vida.

Era como una catarina que había volado de flor en flor hasta que había acabado mareada.

Pronto, mientras ella rellenaba la taza del jefe, Edwin salió de la oficina y parecía un perrito que había sido regañado por su dueño.

1) Como Secretaria Para GruñonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora